Dibujo que representa en 1804 el casco de la hacienda de San Juan de Casta conformada de una sala, dos recámaras y ocho piezas, además una fábrica.
En la región de Lerdo se desarrollaba una gran actividad agrícola y ganadera representando un gran punto económico en la Laguna de Durango a principio del Siglo XIX, por medio de las haciendas que estaban ubicadas en este territorio; una de las más importantes fue la de San Juan de Casta, donde se explotaba los rebaños ganaderos como el obraje y la producción de lana industrializada en las pequeñas fábricas textiles dentro de las cuales se elaboraban sarapes, jergas y brazadas, siendo la hacienda de Casta la primera en contar con una fábrica telar desde el año 1800, anexo a la casa principal. Ya en ese tiempo se iniciaba las labores donde se sembraba el algodón apareciendo de tal manera los despepites industriales. Así mismo nacieron pequeños talleres y establecimientos artesanales a partir de los cuales se fueron integrando diversos gremios: como herreros, zapateros, silleros, pintores, sastres y coheteros.
En tal virtud Juan José Zambrano, conocido como conde, pasó a ser el nuevo propietario de la Hacienda de San Juan de Casta, en 1800, Para este arrojado minero no fue nada fácil, aunque era hombre de trabajo hizo varias realizaciones durante los l5 años que tuvo la oportunidad de ser el propietario del vasto territorio de San Juan de Casta. Que, por una parte, no muy bien satisfizo sus metas en su nueva profesión de terrateniente y tal vez quiso probarse en esta nueva osadía. No se sabe a ciencia cierta cual fue el motivo de su fracaso, pero lo que sí está bien visto es que se repitieron los terribles desenlaces en que ocurrieron sus antecesores, presentándose en quiebra en el año de 1816, este hecho tuvo lamentables consecuencia, pues terminó con su fortuna personal, además quedó desintegrado todo el patrimonio de su descendencia, por lo que los grandes adeudos que había contraído para sacar adelante el desarrollo de su propiedad, lo orillaron a las enfermedades, motivo por el cual Juan José Zambrano falleció en el año de 1817, por tal razón se acumularon los concursos de acreedores de los créditos de su anterior dueño.
En ese sentido en la Hacienda de San Juan de Casta, en la que sus tierras pasaban un proceso intestamentario por la muerte de su propietario Juan José Zambrano, a pesar de este problema la administración de la Hacienda se encontraba en actividad, así lo demuestran en algunos documentos de los registros de libros de contabilidad y el manejo de las famosas listas de raya. Es así que Casta en 1818 tendría a su disposición un administrador y, 28 peones para las labores del campo, empleados a quienes les pagaban sus sueldos, y les rebajaban sus adeudos por concepto de sal, jabón, velas y zapatos que les entregaban. Para 1826 la Hacienda de San Juan de Casta estaba administrada por un comité de Acreedores, con motivo del fallecimiento del Capitán Juan José Zambrano: contaba con 54 peones que se dedicaban a las labores ganaderas.
El inventario del ganado menor en ese tiempo era de una gran variedad de ganado, como borregas, chivas, de cría y vientre. En ese periodo se contaba con 69,920 cabezas de ganado; en 1829, 56,965 cabezas y, en 1833 con 57,794 cabezas. En relación al ganado caballar lo representaban: 791 yeguas de vientre, 117 potrillos de herradero, 126 potrancas, 370 potros mansos, 102 potros añejos (viejos). Animales de trabajo; de tiro 61 reses y 34 bueyes, este numeroso partidas de animales se pastoreaban en los amplios pastizales que contenía la Hacienda. La producción de este emporio económico lo distribuían en el Real del Mapimí, la capital Durango y otros puntos de la república.
El personal que prestaba sus servicios en la hacienda eran los peones generales, quienes ganaban de 1 hasta 8 pesos reales, y los nombres de todos ellos según registros en la lista de raya, fueron: Matilde Villegas, Agustín Méndez, Felipe Martínez, Herculano Camacho, Antonio Del Toro, Froilán Ochoa, Mónico Luna, Pánfilo del Toro, Rosalio Cárdenas, Casimiro Samaniego, Lorenzo Ibarra, Vicente Pérez, Julián Adame, Rafael Limón, Eustaquio Landeros, Carpio Flores, Inocencio Chavarría, Teófilo Hernández, Gabriel Samaniego, Cruz Espino, Froilán Ochoa, Gilberto Sarabia, Toribio Rodríguez, León Martínez, Pedro Sánchez, Antonio Molina, Apolonio Rosas y Guadalupe Castro. Además, había siembras de haba, chile, chícharo, trigo y maíz.
José Leonardo Flores fue un personaje que dirigió el antiguo obraje de Durango de 1810- 1817, fue fundador de una familia cuyos miembros fomentaron la cosecha de algodón en la Laguna, sí como la ganadería y la agricultura en diversas haciendas de Durango, contando además con una fábrica de hilados de algodón. El ganado de ovejas era muy proliferó en la región, que daba como resultado una producción numerosa de lana, la cual se industrializaba, motivando así que una cantidad en las poblaciones y haciendas del Estado de Durango existían telares donde se tejían y elaboraban: sarapes, jergas, rebozos, frazadas y de manera ascendente un lienzo angosto de lana denominada "sabanilla", tela a partir del cual se confeccionaba el vestido de la inmensa mayoría de la población, además confeccionaban las faldas las mujeres, se fabricaban sombreros de ese material y de algodón. De las cinco fábricas en el Estado una de ellas se estableció en Mapimí, Dgo. por cuenta de los señores Urruticochea y se consideraba la más pequeña. En esa época se tenían grandes dificultades para conseguir la maquinaria para esta clase de fábricas, pues ésta para adquirirla se tenía que solicitarla a los Estados Unidos, teniendo una difícil transportación, desde "Matamoros en carretón y al lento paso del buey, luego por los malos caminos de México.
Para 1826 ya habían aparecido en Durango las primeras máquinas despepitadoras de algodón importadas desde los Estados Unidos por algunos estadunidenses y hacendados durangueños, entre ellos Juan Nepomuceno Flores hombre dedicado a extender el cultivo a la Haciendas de la parte lagunera de Durango. En apoyo a este ramo el Gobierno Local los eximió de impuestos para la importación de maquinaria. Sobre el cultivo del algodón se fomentó a partir de 1812, teniendo como lugar propicio para su cultivo en los márgenes del río Nazas, habiéndose cosechado con éxito en la ciudad de Cinco Señores (Nazas) y San Juan de Casta, lo cual la cosecha sólo servía para abastecer a los obrajes del centro del país. En tal sentido las ventajas de las cosechas eran propicias para establecer fábricas de tejido de algodón utilizando máquinas que se movían con agua, destacando también lo abundante de mano de obra dócil y con comprensión y afición a la ocupación, tanto en hombres como en mujeres.
Así mismo, las grandes haciendas ganaderas cuya producción de reses, caballos, ovejas y cabras, se comerciaba en otros lugares del país, obteniéndose de ello considerables ganancias en esos tiempos. En relación a las haciendas de Lerdo, como San Juan de Casta, San Juan de Avilés, San Carlos, La Loma, La Goma, ya contaban cada una de ellas con los primeros despepites de algodón, igualmente la Hacienda de San Fernando. Mientras tanto en el estado de Durango la fabricación de textiles continuaba realizándose en telares caseros y rudimentarios. Así mismo se fabricaba jabón y loza, y con la fibra de la lechuguilla se tejían sogas y otros artículos para las actividades del campo.
