De acuerdo a la información de la Cuenta Pública 2017 de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) el Gobierno gastó 7.5 por ciento más del presupuesto aprobado a pesar del proyecto de austeridad emprendido.
El gasto programable se incrementó en 10.4 por ciento y las participaciones a entidades federativas y municipios también creció en 4 por ciento, para dejar los egresos de 2017 en 5 billones 255 mil 867.6 millones de pesos (Flores, 2018).
De este presupuesto el 23.7 por ciento fue gasto no programable integrado por las transferencias no condicionadas a entidades federativas, pagos pendientes de años anteriores, deuda pública e intereses, mientras que el 72.3 por ciento integró el gasto programable destinado a proveer bienes y servicios públicos a la población, y que se divide en pensiones y jubilaciones que representaron el 20.6 por ciento, 63.4 por ciento de gasto corriente y sólo el 16 por ciento de gasto de inversión (Observatorio del gasto, 2017).
Cuando en una economía se destina sólo el 16 por ciento en inversión es difícil pensar que la economía crezca de manera sostenida a pesar de la derrama económica que hace el gobierno, si ésta no se traduce en infraestructura y competitividad; por lo que, no es casualidad que la economía mexicana sólo haya crecido un 1.1 por ciento durante el primer trimestre del 2018, cifra muy lejana al añorado 4 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) prometido al aprobar las reformas estructurales.
Mientras el gobierno gasta más y de manera menos efectiva, de la mano se incrementa la deuda neta del sector público federal al cierre del primer trimestre de 2018 y equivale al 43 por ciento del PIB de acuerdo al Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública de la SHCP. (Reyna Quiroz, 2018).
Es importante resaltar que en lo que va del actual sexenio la deuda pública se ha incrementado en un 69.75 por ciento y tampoco se ha reflejado en un crecimiento constante como se prometió por parte del actual gobierno.
En México, se gasta más, se endeuda más, la economía no crece y los ingresos presupuestarios caen en 18.9 por ciento durante el primer trimestre del 2018 respecto de igual período del año pasado, de acuerdo con el Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública.
Esto se debe a que la recaudación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a gasolinas y diésel cayó 21.9 por ciento, la recaudación de Impuesto Sobre la Renta (ISR) se redujo en 0.8% y sólo el Impuesto al Valor Agregado (IVA) aumentó 11 por ciento durante el primer trimestre del año (Flores, 2018).
Pero, mientras el gobierno gasta más, se endeuda más, la economía no crece y se recauda menos; los empresarios solicitan se reduzcan los impuestos que pagan a través del ‘Decálogo para generar empleo’ creado por el Consejo Coordinador Empresarial donde destaca de entre otros, el punto número nueve que solicita se promueva la generación de empleo con reducción de la carga fiscal, así como eliminar en municipios el 2 por ciento de impuestos a la nómina y que el Gobierno federal haga deducible al 100 por ciento las prestaciones laborales (Hernández, 2018).
También en el documento “TaxingWaves” de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) se informa que México es uno de los países miembros del organismo donde sus trabajadores son de los que más impuestos pagan por concepto del Impuesto Sobre la Renta representa el 9.8 por ciento de los ingresos salariales brutos de los trabajadores mexicanos, mientras que el pago de las contribuciones de seguridad social significa el 11.2 por ciento de los ingresos de los mexicanos (Bloomberg, 2018).
La pregunta ¿Cuál es la causa de esta situación?, la respuesta podría encontrarse en la informalidad que existe en el país.
De acuerdo al Plan Nacional de Desarrollo 2012- 2018 se fijó como meta por parte de la Presidencia de la Republica reducir la informalidad al 50 por ciento, sin embargo, en el cumplimiento del objetivo la economía mexicana quedó corta, al día de hoy el nivel de informalidad se sitúa en el 56. 8 por ciento (Flores, 2018).
El problema no es propiamente el gasto que se realice, sino la efectividad del éste, pero ¿cómo salir de este círculo vicioso de gasto-endeudamiento? y ¿cómo convertirlo en un círculo virtuoso?, tan añorado en la economía, tan observado en economías desarrlladas .
Pues bien, una propuesta concreta es reducir el gasto corriente y redireccionarlo a la inversión, de tal forma que se generen empleos formales y así crezca la economía, y esto generará mayor captación tributaria y la base de contribuyentes cautivos se ampliará redistribuyendo de forma más eficiente la riqueza, esto a su vez podría generar a su vez una reducción de la deuda como porcentaje del PIB, este recurso podría utilizarse en mayor inversión, creando un círculo virtuoso, por lo menos ¿por qué es tan difícil?
