Santos Laguna pierde contra un rival que no parecía tan peligroso, justo en la última jornada en casa, y deja escapar la posibilidad de terminar invicto en casa en torneo regular. Un invicto que no asegura nada, pero se lee bonito... y da al equipo respeto.
La casa del dolor ajeno vistió ayer sus mejores galas para recibir a uno de los "cuatro grandes" (venido a menos). El estadio lució casi un lleno, apoyado en miles de aficionados visitantes que llegaron en camiones al TSM y a los de casa, que siempre han seguido a los universitarios.
El partido, raro. Santos encima, pero bastó un tiro libre al rincón y un contragolpe para sepultar a los de locales. Que, sin embargo, tuvieron una reacción en el gol de Izquierdoz y ya.
No es que el tiempo no les haya alcanzado, es que se cansaron de fallar, amén de la estruendosa actuación del arquero Saldívar.
Luego al club Santos le da por calificar a estas derrotas como "casi remontadas", pero una "casi remontada" (por lógica) termina en empate. Santos perdió y perdió bien, no hay que engañarnos.
Y aún hay tiempo para rectificar. Calificado a la liguilla desde la semana anterior, se sabe y se nota que hay cosas por corregir. Que lejos están de ser un equipo invencible. Que para ir por la sexta, aún falta un tramo largo.
La gran ventaja: los Guerreros terminarán entre los primeros cuatro de la tabla, por lo que la primera serie de liguilla (por lo menos) cerrará en el Corona. Y de ellos depende terminar segundos, si pueden apaciguar al América en el Azteca.
El invicto en casa era importante, inyectaba confianza. No se logró y hay que seguir adelante.
¿Hay de qué preocuparse? Sí. Pero es cuestión de trabajo.
Un afectuoso saludo a mis lectores del lado de Sol Plateas.
¿Le seguimos? @Foko_54