ILUSTRACIONES: TOM PALOMARES
Recorrer Torreón es recorrer su historia, admirarse con ella; echar bajo esta emoción un vistazo al pasado, y permitirse conocer cuáles son los cimientos de la ciudad y cómo fue construyéndose hasta lo que es hoy.
Es entonces preciso recordar cómo hasta alrededor de 1880, la ahora ciudad de Torreón era una modesta población, y cómo todo cambió con la llegada del ferrocarril, lo que propició el desarrollo urbano.
Como era de esperarse, este hecho, que trajo la instalación del ferropuerto, junto con las oportunidades ofrecidas por la economía algodonera, hizo más fuerte la necesidad de bienes y servicios, tal como lo indica el historiador y politólogo Carlos Castañón, quien ha investigado respecto a esto, sobre las primeras construcciones en Torreón.
En un principio, señala Castañón, abundaban casas, edificios e inmuebles hechos con los materiales más elementales y que estaban más a la mano en la región: adobe, ladrillo y madera.
El adobe, en su caso, se vio beneficiado por ser un material térmico.
“La primera finca de adobe que se levantó lo fue en la esquina del hoy anexo del Hotel Francia, donde existió un saloncito de techo bajo que fue edificado por unos italianos llamados Antonio Bosi y Juan Pangrasi para poner una cantina y fonda”, según da cuenta una transcripción de un texto de 1928 firmado Francisco Javier Arellano, Primer Jefe de Cuartel de Torreón, remitido a esta casa editorial y retomado en septiembre de 2017 en la sección de Siglos de Historia.
Al tiempo, empezaron a levantarse construcciones hechas con ladrillo, con modelos arquitectónicos que tuvieron como referencia a las construcciones del sur de Estados Unidos, explicándose esto, de acuerdo con Carlos Castañón, por la cercanía comercial y cultural con esa zona, gracias a las conexiones permitidas por el ferrocarril.
El ladrillo, fue poco a poco siendo más requerido; en un principio, se importaba de poblaciones como Monterrey o Saltillo, incluso directo de Estados Unidos.
Sin embargo, ante la cada vez mayor demanda, se instaló en Torreón la primera productora de este material, la Fábrica Ladrillera, la cual fue autorizada por el Gobierno estatal el 11 de febrero de 1889.
Así, la base de estos materiales, aunado a los factores económicos, permitió a Torreón pasar de sus dos mil 776 habitantes de 1892 a los 15 mil 342 de 1900, según registros del libro Semblanza Histórica de Torreón 1907 – 1932, de Homero del Bosque Villarreal.
Permitió también que para 1900, según la misma fuente, Torreón contara ya con 190 hectáreas y dos mil 733 casas, las cuales fueron el inicio de lo que esta ciudad aún guarda en algunas de sus zonas.
