Los engendros
La radiografía actual de la realidad mexicana es y resulta aterradora, sin querer sobreestimar. Se trata de una imagen llena de sombras y puntos negros en donde la incógnita ya no lo es tanto, sino que es signo de la gangrena y lo maligno de sendas partes de la geografía y el actuar humano.
Por una parte, la inercia pasmosa del gobierno actual y por otra, la osadía de grupos criminales, individuos e inercias que están a sus anchas cometiendo cientos de delitos que casi todos quedan impunes.
Hoy la malignidad brota por todos lados, la escala o nivel de la gravedad de los problemas es inmensa. Individualmente o en conjunto el mexicano de hoy ya no duda de lo peor que sucederá mañana en cuanto a lo inhumano, atrevido o delicado de las acciones de particulares, pero sobre todo del gobierno que se bate en retirada dejando tras de sí una estela de males y mostrando su indiferencia más absurda, ya todo le es igual.
Lo mismo es subir más impuestos, dejar actuar al crimen organizado, mostrar más y más la ausencia en atención a penurias en todo tipo de renglones.
Hoy nos damos cuenta de lo que no pudo o no quiso hacer este régimen que vive ya sus últimos meses en el poder federal y varios estados más.
El ciudadano se imagina, desespera y quiere confiar en que quede algo de creíble en el discurso y actuación de la clase política, pero eso en el fondo sabemos que resultará igual que los engendros que se dieron en 2000, 2006 y 2012. La alternancia sólo fue de colores más no de resultados, casi siempre en detrimento de la calidad de vida de las grandes mayorías.
Una vez renovados los poderes mencionados, podremos atisbar los mismos mecanismos internos del actuar gubernamental: sólo discursos y propaganda que resulta vana y mentirosa. Pronto quizá empezaremos a ver los mensajes que discretamente enviarán a la ciudadanía.
Hoy, muchos ya cantaron los puestos que ocuparán, otros calladamente insinúan quienes ejercerían los cargos más importantes. Las piezas del ajedrez de los intereses ocultos se van alineando en pos de nuevos puestos y posiciones para defender los intereses de los dueños del tablero. Un engendro nuevo que tal vez sea monstruoso.
Por todo lo anterior, estamos obligados a tomar parte en las elecciones, ejercer el derecho del voto, será la primera vez en la historia nacional que una inmensa mayoría pueda cambiar el rumbo de nuestro destino, mismo que hemos dejado cómodamente a una caterva de buenos para mantener el statu quo que bien conocemos: el bienestar para unos cuantos y la desigualdad para la inmensa mayoría.
Bien sabemos que los puntos finos de las elecciones, son manejados con fraudulentas manos que día y noche se la pasan maquinando planes que no van de la A a la B, sino quizá hasta la Z para salirse con la suya.
El partido del gobierno lo que más le interesa es llegar a los tribunales, pero que siete o diez jueces corruptos suplanten la voluntad del millones potenciales electores. Ese es el primer fantasma que asoma en lo que habrá de ser el tinglado del próximo proceso electoral.
Miguel Ángel Hernández
Torreón, Coah.
