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REALIDAD Y FICCIÓN

ALEJANDRO TOVAR

Se dice que la conciencia satisfecha, también crea un ánimo de felicidad pero eso "yo" interior de cada uno, es una voz que no tiene forma de ser automatizada y aparece cuando menos se espera, porque resuena cada vez que siente necesidad de aparecer, igual vestida de héroe, como de villano, pues la gente común cree que el futbol es diversión y la tv lo convierte en sufrimiento.

Es pues que en partidos como el sabatino, se reconoce que todo periodista debe estar preparado para perder adeptos, porque está en una actividad donde no tiene como objetivo, ganarlos, así que los comentaristas que en algún momento simpatizaron al pueblo local, en cuanto vieron, escucharon y analizaron sus ideas, reconocieron que la realidad, siempre asalta la ficción.

Está claro entonces, que cada ser humano posee un mecanismo de negación para sobrevivir y la única manera de sobrevivir, ya nos damos cuenta, es la negación de la realidad. Lo que sucede es que el auditorio ha crecido en conocimientos, mientras que el desarrollo de los medios, con su gran tecnología, no ha solventado debidamente ese maravilloso avance con el poder de la calidad humana, que debe estar a la par. Se engaña por un tiempo, no se puede engañar todo el tiempo.

Claro que Santos Laguna también cooperó para la fiesta Tuza y el despliegue en tv de una furia que no posee, solo el acierto, que de alguna manera también es virtud, de aprovechar un mal planteamiento táctico de Siboldi, con doble contención y buscando velocidad arriba pero dejando en el banco a Osvaldo, cuyo talento a cuentagotas le sirve muchas veces para imponer condiciones y explotar la zancada de sus panzers, sobre todo del encendido Tabares.

Robert Dante se hizo en inferiores y aprende de a poco en la jungla MX pero retrocede y deja de lado el estilo que le dio unidades que ahora lo protegen. Ulises necesita el celular para saber qué hacer con la pelota, Abella y Villafaña dejan huecos que obligan a los centrales, sobre todo a Alcoba a salir y pagar alto precio en un laberinto en el que no tienen ninguna pista que les guíe.

El hombre común, anestesiado por la sociedad actual, vive navegando en el infierno en helicóptero sin piloto y no puede descifrar el abismo que contempla, pues se ha vuelto cotidiano, por ello actúa esperando que haya alegrías, indagando entre ficciones y realidades, creando atmósferas sombrías y melancólicas hasta en los detalles más sencillos, cree en su equipo y piensa que es su única vía de salvación por más que le digan que en el amor, no hay nada que sea ligero.

No se deben preparar tiempos de encono, sin esperanza ni belleza, aunque el arte de mirar ha cambiado y el pueblo vive con el miedo del portero ante un penalti y en este medio que vivimos, es un universo distinto, para bien o para mal, donde el ego ha pasado a ser la principal atracción. Por ello es mejor creer que se va a recuperar el estilo y con ese modelo dar espacio a la esperanza.

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