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Gran legado literario

RAUL MÚÑOZ DE LEÓN

De personalidad multifacética, pluridimensional, en la que se conjugan el gobernante, el literato, el filósofo, el poeta, el guerrero y el constructor, es uno de los héroes más entrañables de nuestra historia...

A quien poco se le recuerda y por lo tanto no se le ha dado reconocimiento que justamente merece, y que debiera ser ejemplo para nuestros niños y nuestros jóvenes, para los mexicanos todos: es el Rey Poeta.

"Amo el canto del cenzontle

Pájaro de cuatrocientas voces.

Amo el color del jade

Y el enervante perfume de las flores

Pero amo más a mi hermano: el hombre".

Noble de nacimiento (28 de abril de 1402 - 6 de junio de 1472), pues fue hijo de Ixtlixóchitl, (Flor de pita), sexto señor de los chichimecas de Texcoco y de la princesa mexica Matlalcihuitzin, hija del rey azteca Huitzilihuítl, segundo señor de Tenochtitlan. Al nacer le fue puesto el nombre de Acolmiztli (puma fuerte), pero en su adolescencia lo cambió por Nezahualcóyotl o Netzahualcóyotl (coyote hambriento).

Figura legendaria y señera, su vida es similar a una novela de aventuras. Goza de gran prestigio y fama bien ganada por diversas y destacadas virtudes. Inteligente y destacado estadista, soberano de la Ciudad-Estado de Texcoco del México antiguo, aliado político y militar del pueblo mexica con el que estaba emparentado por la vía materna.

Valeroso guerrero, libró y triunfó en más de 300 batallas, como gran estratega que fue. Dotó a su pueblo de una organización administrativa ideal y de una estructura judicial que mereció el reconocimiento de los pueblos asentados en el Valle de Anáhuac; el sistema legal, por él creado, sobre todo en materia penal, logró resolver controversias aplicando la justicia; sus tribunales estaban organizados de tal manera y su funcionamiento operaba tan puntualmente que muchos juicios, incluso de Tenochtitlan, llegaban a Texcoco para ser ventilados y dirimidos.

Una Colección con fines didácticos es la de "Los Grandes Mexicanos", del Grupo Editorial Tomos de la Ciudad de México; en ella encontré el trabajo de investigación sobre Netzahualcóyotl, de Luis Rutiaga, quien al prologar su obra asienta: "Netzahualcóyotl fue un hombre que trascendió su tiempo por las indagaciones espirituales que formuló dentro del mundo náhuatl del siglo anterior a la conquista. Representa una tradición moral y espiritual: la herencia tolteca y Quetzalcóatl, ya que intentó imponerse a la concepción mística guerrera de los aztecas, en contra de los sacrificios humanos. Concibió un dios único creador del cielo y de la tierra".

"También fue sorprendente el alto grado de cultura que logró para su pueblo. Poseía además colecciones de flora y fauna que conservaba tanto en archivos pintados, como en zoológicos y jardines botánicos".

Mucho material hay para hablar de este gran mexicano, dado los diversos roles que jugó durante su vida, pero quiero referirme de manera subrayada a su legado cultural y literario: Miembro de la realeza prehispánica y poeta de delicada percepción sobre los fenómenos transitorios del mundo, Netzahualcóyotl encarnó el prototipo del estadista y humanista de gran sensibilidad, en oposición a la rigidez militar de los conquistadores españoles. Antes de que su padre fuera expulsado de Texcoco, este príncipe recibió una educación muy completa dirigida a permitirle gobernar a su pueblo con valor y sabiduría; una vez que llegó al trono, a los 29 años según las crónicas, demostró su sapiencia en el campo de las ciencias, las artes y la literatura.

Así su amplia formación intelectual, se traducirá en una elevada sensibilidad estética y en su gran amor por la naturaleza, que quedaron reflejados no sólo en la arquitectura de la Ciudad, sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas. Emprendió una magna obra constructiva en Texcoco, mediante la edificación de diversos palacios, monumentos, acueductos y jardines; su creación más esplendorosa fue un soberbio palacio que constaba de numerosas dependencias, baños tallados en la roca, así como el acueducto que construyó en el Bosque de Chapultepec, para abastecer de agua potable a Tenochtitlan.

De la obra literaria de Netzahualcóyotl se conservan alrededor de treinta composiciones poéticas en numerosas colecciones de manuscritos de cantares prehispánicos. En su poesía no sólo aprovecha la belleza de la lengua náhuatl, sino que posee una profundidad filosófica, suficientes para haberle adjudicado el adjetivo de sabio. Sus poemas abordan temas esenciales para la lírica de todos los tiempos, no exentas de referencias históricas y elementos autobiográficos que hablan de su trayectoria como guerrero.

"Al mismo tiempo que los tlacuilos -dice Rutiaga al hablar de "Sus Cantos y el Fin de su Tiempo", página 45- recogían en códices la historia de Netzahualcóyotl, fluía también su recuerdo en otra corriente intangible y persistente: los cantos que él había compuesto, y que solía decir en las festividades y en las reuniones de poetas y príncipes, eran repetidos con emocionada devoción y pasados de memoria en memoria. Apenas dos generaciones después de su muerte sobrevendría con la conquista española la catástrofe del mundo indígena y aún la destrucción de los archivos de aquella cultura, pero vendría también otro sistema de escritura que haría posible que, en su propio náhuatl, los indios consignaran los hechos de aquella vida y algunos de sus cantos. Gracias a su celo, el espíritu de Netzahualcóyotl persistió".

"Netzahualcóyotl falleció una mañana en un día que ningún historiador precisó, pero algunos señalan que fue el 6 de junio de 1472. Tenía al morir 70 años y 41 en el señorío de Tetzcoco, habiendo dejado como sucesor a su hijo Netzahualpilli".

Había sido un gobernante bien amado y su múltiple fama lo engrandecía y comenzaba a convertirlo en leyenda. Entre la gente se decía que "había sido trasladado entre los dioses", esto es, que como los guerreros muertos en combate, se había convertido en pájaro reluciente que hacía cortejo al sol. Al igual que se había hecho con su padre Ixtlixóchitl el Viejo, en cuyas exequias se siguieron por primera vez en el reino de las ceremonias toltecas, con Netzahualcóyotl se cumplieron también esos ritos. Su cuerpo fue mantenido cuatro días en un aposento airoso, con una pesada loza sobre el vientre para que su frialdad y su peso lo conservase. Sobre su boca se puso una piedra verde, un chalchihuitl, para que hiciese las veces del corazón del difunto.

"Estaba vestido con sus ropas del color azul que le estaba reservado y sus insignias reales. Los príncipes y embajadores más allegados fueron cumpliendo la ceremonia acostumbrada de acercarse a su cuerpo y hablar con él como si estuviera vivo. Acaso algunos hayan tenido la sensación de que estaban despidiendo a una de las más altas realizaciones humanas alcanzadas por aquellos pueblos, y el confuso presentimiento, el mismo de otros tantos vaticinios, de que Netzahualcóyotl culminaba y comenzaba a morir el mundo indio cuyos días estaban contados. El señor de Tetzcoco pertenecía ya al misterio de la muerte junto con los señores con quienes había formado la poderosa Triple Alianza. Axayácatl, el señor de México-Tenochtitlan, evocará su memoria en un poema transido de tristeza y lágrimas en el que se preguntaba:

"¿Acaso alguno viene

Del lugar del sortilegio?

¿Acaso es sitio allí de

Donde ha de regresar?

¿Dónde está el lugar

De los ya descarnados?

¿Vendrán a darnos noticias

Moctecuzoma,

Netzahualcóyotl, Totoquihuatzin?

¡Ellos nos dejaron huérfanos!

Entristecéos, oh príncipes.

¿Dónde vagaba mi corazón?

Yo, Axayácatl, los busco. . ."

"El largo período de estabilidad y prosperidad civilizada que fueron para Tetzcoco los 41 años de gobierno de Netzahualcóyotl, que habrían de continuar con el también feliz de gobierno de su hijo, que se extiende hasta 1515, hizo del señor de Tetzcoco una figura de leyenda. Sabio y piadoso, guerrero y poeta, legislador y constructor.

Disfrutamos aún del bosque de Chapultepec que es fama que él creó y nos unen a sus cantos otros hilos imperceptibles, peculiaridades de la sensibilidad que el tiempo no ha mutado. Su melancolía, su actitud inquisitiva ante la divinidad, su culto de las flores y de la amistad siguen siendo nuestros. Podemos, pues, sentirlo tan legendario como cercano y propio, porque es una de nuestras estirpes. Por el lado indio, es nuestro poeta y pensador más antiguo y la constancia del último esplendor de aquella cultura", concluye Rutiaga.

Historia fascinante fue la vida de este mexicano ejemplar, orgullo de la raza cósmica de que hablaba el maestro Vasconcelos. Reconozco su elevada calidad moral, política y poética. Se entiende así porque mi hijo lleva por nombre Raúl Netzahualcóyotl...

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