Columnas la Laguna

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Asociación de médicos veterinarios especialistas en bovinos

J. Eduardo Luna-Martínez. MVZ.,EPA., MCV.

Enfermedades Prevenibles. ¿Sin vacunación?

Indudablemente la prevención y control de enfermedades infecciosas es uno de los puntos de mayor atención en las actividades sanitarias humanas. De hecho los casos recientes de sarampión en humanos importados a nuestro país, donde se supone que ya no hay virus "circulante" gracias a las intensas, amplias y exitosas campañas de vacunación de infantes, nos recuerdan que no hay pretexto para bajar la guardia. Las ilógicas campañas, sobre todo extranjeras, de algunos "naturistas" de no vacunar a los niños, han traído como consecuencia que se presenten nuevos casos de sarampión en población infantil, y que por incremento de susceptibles de contagio, generan un brote epidémico, que es de magnitudes peligrosas cuando esos casos llegan a otras latitudes (como nuestro país). En salud animal, y particularmente en producción bovina pasa lo mismo: podemos tener un muy buen calendario de vacunación y muy buen manejo sanitario pero si no cuidamos el origen de nuestros reemplazos e ingresos y su salud, todo lo alcanzado puede perderse. Esto bajo el escenario de que aplicamos vacunas o biológicos con el objeto de prevenir la introducción y multiplicación de un agente infeccioso. Pero qué pasa cuando se trata de enfermedades para las que no tenemos un mecanismo directo de prevención como son las vacunas específicas y/o tratamientos preventivos. El panorama es aún más complicado y constituye todo un desafío para el profesional Médico Veterinario y para los responsables del establo o corral.

Tal es el caso, por ejemplo, de enfermedades que "acechan" nuestros establos lecheros de manera frecuente, y que de instalarse pueden causar un gran impacto en detrimento de la salud y producción de la unidad productiva. Ejemplos de estas enfermedades son la nocardiosis, criptosporidiosis, micoplasmosis y tuberculosis, para las que no existen vacunas realmente eficientes, y que cuando se presentan en los establos constituyen problemas altamente costosos y extremadamente difíciles de eliminar. La pregunta lógica sería: "al no haber vacunas ¿me tengo que resignar a convivir con estas enfermedades?". La respuesta obvia es, por supuesto que no. Pero la respuesta alternativa es un poco más compleja, porque implica cambiar nuestra visión del concepto de prevención, ampliándolo al de Medicina Preventiva. Sin profundizar en el concepto, del que hablaremos en otra oportunidad en esta columna, se reconocen cuatro niveles clásicos de prevención. En esta ocasión sólo abordaremos el primer nivel denominado obviamente "Prevención Primaria", que incluye actividades de promoción de la salud, saneamiento básico, protección específica, metafilaxia y quimioprofilaxis.

Algunas de las actividades de prevención primaria aplicadas a la prevención de la tuberculosis bovina, por ejemplo, incluyen: De saneamiento básico. - Manejo de la crianza con preparación higiénica de calostro correctamente pasteurizado, o calostro en polvo certificado, limpieza y desinfección de cubetas y mamilas utilizadas en la alimentación, lavado y desinfección de corraletas y jaulas, sobre todo si hubo eventos diarreicos o neumónicos previos en el sitio, remoción completa de camas sucias, provisión de agua clorada, manejo de la densidad poblacional, reducción del stress mediante la aplicación de todas las recomendaciones de buenas prácticas de crianza, identificación, separación y atención oportuna de animales susceptibles, así como todas las operaciones tendientes a fortalecer el sistema de defensas inmunológicas naturales de las becerras. De protección específica. Si bien mencionamos que para el caso de tuberculosis no existe una vacuna efectiva hasta el momento para su uso en ganado, si es posible y útil la aplicación de inmunoestimulantes inespecíficos que coadyuvan en la generación de defensas a nivel de la mucosa nasal (recordemos que la principal vía de transmisión de la tuberculosis es por la vía aerógena) para que el pasaje mucociliar, es decir, el moco y cilios epiteliales, que actúa como barrera primaria de defensa, esté en condiciones de defender al organismo de la becerra contra la infección por inhalación del agente causal de la tuberculosis (el Mycobacterium bovis), de tal manera que si prevenimos infecciones respiratorias producidas por otros agentes, como virus, por ejemplo, estaremos contribuyendo a una disminución del riesgo de infección. Del mismo modo debemos proceder con la protección contra otras enfermedades entéricas, no relacionadas directamente con la tuberculosis, para inducir una resistencia a la tuberculosis transmitida por ingestión. Con esa visión de aplicación de medidas específicas con impacto múltiple en todas las etapas de vida productiva de nuestros bovinos, enfatizando las relativas a la crianza, es como estaremos minimizando riesgos de contagio. En otra ocasión hablaremos de las medidas de saneamiento básico. En tanto si usted tiene dudas o comentarios no dude en consultar a su Médico Veterinario Especialista en Bovinos, quien podrá recomendarle la aplicación de medidas específicas para cada caso en particular.

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