Volvieron los tumultos a los alrededores del TSM, atendiendo los aficionados al llamado para el duelo entre albiverdes y celestes, en el que resaltaba un protagonista portugués, que curiosamente, ni siquiera estaba en el campo de juego.
Desde días antes del partido se podía leer el "boletos agotados" en un par de las localidades del estadio, por lo que el ambiente estaba prácticamente garantizado en otra tarde dominical de futbol en la Comarca. Buena cantidad de camisetas azules se vieron en la explanada del moderno inmueble santista, ya en las tribunas, antes del silbatazo inicial se le rindieron los honores a la Bandera Nacional, además de entonar el Glorioso Himno Nacional Mexicano, poniendo el toque solemne, como antesala al rodar del balón.
Pasada media hora de partido, seguían ingresando aficionados al estadio, no se perdieron demasiado, ya que los equipos sí mostraron mucha lucha por la posesión del balón, pero poco en aproximaciones a la portería. Muchas miradas se centraron más bien en las bancas: la visitante en la que "el Forcado" daba instrucciones constantes, mientras que en la local aparecía un futbolista moreno, colombiano, un joven que parecía ansioso por tener minutos en Liga MX.
PRIMER FESTEJO
Culminado el primer lapso, existía la esperanza de que lo mejor estaba por venir y tardó sólo un cuarto de hora en llegar, procedente del botín derecho del sinaloense Isijara, para provocar el festejo de la afición y los fuegos artificiales explotando en el cielo lagunero. Los espectadores se dispusieron entonces a gozar aún más el espectáculo, el grito de "olé" ante cada uno de los toques de los jugadores locales, era clara muestra de que la alegría ya había invadido la tribuna.
El nerviosismo entre los aficionados celestes fue entonces notorio, ya se hundían en sus asientos y se comían las uñas, al tiempo que sus jugadores ponían el esfuerzo sobre la cancha, mientras los Guerreros aguardaban por un descuido que les permitiera armar un buen contragolpe. Cumplida la media hora de partido, de las gradas se escuchó el grito de "portero, portero", estrechando lazos con un Jonathan Orozco que en la semana había dicho que los abucheos le sentaban bien, igual aquí ya está en casa y anoche se lo demostraron.
Luego de una increíble falla, Djaniny logró su undécimo gol del campeonato, otra explosión de júbilo entre los santistas y un baldazo de agua fría para los cementeros, cayendo algunos de ellos en el desencanto total y poniéndose bolsas para cubrir sus rostros, acto que fue recriminado por otros seguidores celestes y de pronto los dimes y diretes en la tribuna eran de cruzazulinos contra cruzazulinos. Mientras tanto en la cancha, Édwuin Stiven Cetré ingresó para demostrar su velocidad y deseos de sobresalir, pocos minutos, pero mucho ímpetu.
Silbatazo final y la felicidad total en el Corona, el equipo empatado en el liderato e ilusionando a sus seguidores con otra copa para agregar a las vitrinas, aún hay camino por recorrer, pero hoy los ánimos están a tope. Antes de ingresar al túnel, Djaniny se quitó la camiseta para regalarla a un pequeño al que accidentalmente había propinado un balonazo durante el primer tiempo, despidiéndose así con otro gol, fuera de la cancha.
La afición celebró el cuarto triunfo en casa de Santos. Siguen las alegrías en el Estadio Corona
