Entre ataques y amenazas, la paz parece estar cada vez más lejos de llegar a Siria, país que vive su séptimo año de una guerra civil en la que participan varias potencias mundiales y regionales. (EFE)
Entre ataques y amenazas, la paz parece estar cada vez más lejos de llegar a Siria, país que vive su séptimo año de una guerra civil en la que participan varias potencias mundiales y regionales.
Al menos 77 de personas murieron ayer y más de 250 resultaron heridas por ataques aéreos y de artillería contra la región de Guta Oriental, el principal feudo opositor al gobierno de Bashar Al Assad en las afueras de Damasco, en medio de preparativos de una posible ofensiva gubernamental en la zona.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, esas personas perdieron la vida por los bombardeos de aviones y helicópteros de origen desconocido, así como por los disparos de artillería por parte de las tropas leales al presidente sirio.
Mientras tanto, al noroeste de Siria, la tensión sigue en aumento. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, advirtió sobre "consecuencias indeseadas" si las fuerzas del régimen sirio apoyan a las milicias kurdas en la región de Afrin, donde Ankara lanzó a mediados de enero pasado su operación "Rama de Olivo".
Pero las fuerzas sirias se desplazan rumbo a Afrin para hacer frente a las tropas turcas y apoyar a los kurdos, según la agencia SANA.
En otro frente, el canciller de Irán, Mohamad Javad Zarif, lanzó en Moscú un llamado a "poner fin" a las agresiones de Israel contra Siria, mientras que el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, afirmó que ve en los planes que lleva a cabo Estados Unidos en Siria intentos de romper la integridad territorial del país árabe.
