Se acabó la temporada de NFL. Se acabó el Super Bowl LII. Se acabó el cuarto cuarto y los Patriotas no pudieron regresar, esta vez no.
Acostumbrados a ganar partidos en regresos espectaculares, gestados en el último periodo de muchos de sus partidos, o incluso en los últimos minutos o tiempos extra, Nueva Inglaterra amenazó con hacerlo una vez más. Pero enfrente tenían un equipo decidido a todo, a golpear más duro, a sorprender primero, a no dejarse intimidarse.
Las Águilas de Filadelfia consiguieron ayer su primer título en un Super Bowl gracias a las manos de un mariscal de campo que comenzó la temporada como suplente, Nick Foles, pero que años atrás había mostrado de qué estaba hecho.
Ganaron gracias a un equipo que hizo bien las cosas durante la pretemporada y temporada regular, ni qué decir de los playoffs. Ganaron gracias a la unión y la convicción, incluso el bajo perfil.
Durante la campaña, se dijo que la marca ganadora de las Águilas se había fraguado ante equipos de marca perdedora, se habló de una "ilusión", y cuando Carson Wentz quedó descartado para el resto de la temporada por una lesión, las alarmas se encendieron en Filadelfia.
Pero entró entonces Foles y su hambre por demostrar que es más que un jugador de la banca. Y quedó de manifiesto también el buen tino de un coach como Doug Pederson, en apenas su segunda campaña como en entrenador en jefe en la NFL.
Zack Ertz dejó atrás las especulaciones y fue factor clave en la histórica victoria, para opacar a su homólogo del equipo rival, Rob Gronkowski.
Y una ciudad enloquecida vivió su interminable fiesta, con sus habitantes colgados de los postes y una esperanza de ver nacer una nueva dinastía. Al menos, de que el nuevo campeón tenga para competir en los próximos año.
Se acabó. Por fin terminó. Tom Brady y los Patriotas dejaron el título en Minnesota. ¿Soplará un viento de cambio en Nueva Inglaterra? Habrá que esperar, por lo pronto, los Eagles ya dieron el primer paso: se le puede ganar a Bill Bellichick.
Y mientras tanto, en nuestra querida y menospreciada Liga MX, hay voces inconformes por el punto que Santos Laguna sumó ante los Xolos de Tijuana.
La jugada de la polémica: un balón que aparentemente rebasa la línea de gol y que hubiera significado al primera anotación del partido, a favor de Guerreros, y también la primera en contra de Tijuana en todo el torneo.
Pero el hubiera es un presente que no pasó. Los árbitros decidieron no dar por buena la anotación y no hubo más que contar en el partido.
¿Una presunta falla arbitral sería suficiente argumento para justificar un resultado en un partido que dura 90 minutos? O, ¿en que minuto del partido de acaba el juego?
Discutible y polémico.
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