Columnas la Laguna

LA RISA ES UN ASUNTO SERIO: MEJORA LA CALIDAD DE VIDA

A VALENTE ENRÍQUEZ MESTAS, CIUDADANO DISTINGUIDO

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Morirse, caerse o desternillarse de risa dice el dicho, o dicho de otro modo: hay que reírse mucho para superar los malos ratos con buen humor; además, con cinco minutos de carcajadas “se mejora la circulación sanguínea, proporcionamos un masaje vibratorio al cuerpo, alejamos temores, fortalecemos al corazón e incrementamos el riego sanguíneo”.

Y no hay que tomar a risa estas observaciones. Se derivan de las investigaciones científicas sobre el poder curativo excepcional de la risa de las cuales da fe el escritor experto en gerontología Juan Manuel González Cerda en su libro ”Tercera edad: Edad Maravillosa”, un tratado sobre las incidencias de la vejez expuestas en forma divertida y estimulante.

Su contenido no sólo es ameno, sino filosófico, cultural y educativo; difunde fórmulas de fácil seguimiento para que las mujeres y los hombres de edad progresiva no queden atrapados en la inmovilidad, la marginación y la indiferencia, principales enemigos del envejecimiento saludable y activo.

En esta obra, el lagunero nacido en Monterrey, analiza a profundidad las vicisitudes de la existencia y la etapa crucial entre la madurez y la senectud e invita a los viejos a enriquecer con acciones y pensamientos positivos la transición inevitable que genera cambios sustanciales en la capacidad física y mental.

El mensaje va dirigido a los hombres y mujeres mayores que presuntamente han perdido la fe en el futuro, pero igualmente se interpreta como un reconocimiento a los ciudadanos de edad avanzada que continúan activos en una sociedad exigente y competitiva que no perdona a los débiles y a la cual siguen entregando sus mejores esfuerzos. No desmayan en ese empeño y a diario y sin tregua cubren puntualmente sus tareas sin importar la edad. Para ellos, ochenteros optimistas, es un orgullo mantenerse vigentes y en cabal salud, sabiamente cultivada desde la edad juvenil, la risa como soporte.

El libro es optimista y González Cerda insiste en la actividad diaria, el ejercicio físico y la lectura para revitalizar el cerebro y mantenerlo actualizado, con el fin de llegar con buena salud a la tercera etapa del largo recorrido por el mundo.

Una particularidad del tratado: intercala chistes en el texto para darle amenidad a la lectura, una aparente irreverencia hacia un tema serio y profundo, pero reírse de uno mismo o hacer reír a los demás, son manifestaciones con propiedades terapéuticas que mejoran el estado de ánimo y alivian pesadumbres, aclara el investigador y subraya: la risa, científicamente hablando, “es una medicina dispuesta y gratuita, de un poder curativo excepcional, favorece la salud física y emocional y constituye un escudo de defensa contra dolencias, ansiedad y depresión que se incrementan en la tercera edad”.

Desde que nacemos comenzamos a reír, en la adolescencia y la juventud la risa se manifiesta candorosamente, pero pierde terreno en la edad adulta. Si los viejos acartonados recuperaran la sonrisa, se suavizarían las arrugas y brillarían los ojos; su presencia en el entorno familiar se haría más llevadera y no se justificarían los epítetos ”cascarrabias”, “achacoso”, “betabel”, “mueble viejo”, “arrechucho”, “bueno para nada” y “amargado”, entre otros calificativos impíos. Con esta actitud renovada se despejaría la mente y a los longevos quejumbrosos sus allegados ya no los acusarían de inventar dolencias físicas y mentales. Tampoco serían fantasmas vivientes en sus propios hogares donde nadie los ve, ni escucha ni huele.

Por lo tanto, el ocio a la edad avanzada es pernicioso y al ejercicio diario que recomienda González Cerda y a la actividad diaria en general, debería sumarse la risa y la carcajada para fortalecer cuerpo y alma (si es que los científicos están en lo cierto).

Las reuniones con los ex compañeros de estudios y de trabajo despiertan la risa sincera y espontánea; las bromas salpican alegremente la convivencia y se renuevan los viejos lazos de amistad y compañerismo. En las cantinas las cosas cambian exageradamente, estallan las carcajadas por la más mínima gracejada, pero no todos tienen dinero para cubrir los gastos de la comparecencia etílica y caen en las profundidades ominosas del mal humor y el aburrimiento. Con el “crudo” despertar se sienten culpables de todo.

Los grandes humoristas fingen seriedad y solemnidad ante sus oyentes, pero llevan la risa por dentro y la transmiten abiertamente a sus semejantes.

Sus chistes generalmente son filosóficos, pero no tienen tiempo para reflexiones. Tampoco saben que de acuerdo con las conclusiones de González Cerda, son los portadores de una medicina universal, la que afloja las tensiones, alivia y levanta el ánimo. Médicos del alma, sería un calificativo apropiado. Sus chistes y frases humorísticas con célebres, de antología, como sucede con Mario Moreno “Cantinflas”: “Algo malo debe tener el trabajo o los políticos (él dijo ricos) ya lo hubieran acaparado”, por ejemplo, o bien: “El mundo debería reírse más, pero después de haber comido” y remata con una recomendación: “el (buen) humor es cosa seria que hay que tomar con (buen) humor”. El mordaz Groucho Marx, por su parte, parece referirse a los gobernantes mexicanos cuando dice: “La felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión y una pequeña fortuna”. Humorista sin limitaciones afirma además que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer, detrás de ella está su esposa”.

Charles Chaplin, el rey del cine mudo, aconseja a su vez: “No te olvides de sonreír, porque el día en que no sonrías será un día perdido”, un consejo dirigido a jóvenes y viejos, hombres y mujeres. “Ríe y el mundo reirá contigo” aconseja a los preocupados por los accidentes de la vida; “a fin de cuentas, todo es un chiste”.

(De pronto aparece en escena Garrick y exclama entre gimoteos: ¡Pamplinas! Conmigo eso no funciona ni con receta y enseguida se va llorando tristemente. A lo lejos se escucha el canto de Javier Solís: “Ríe payasooo…”)

Pero González Cerda no se siente aludido y continúa: -Al reírnos, nuestro organismo segrega a nivel cerebral, en primer lugar, endorfinas, elementos que tienen gran poder analgésico mitigante del dolor; también se libera adrenalina, componente que incrementa creatividad e imaginación, dopamina, la cual favorece la agilidad mental, y la serotonina, que posee efectos calmantes y disminuye el hambre y la ansiedad.

E insiste. –es muy importante adquirir actitudes positivas ante los problemas y reírse de ellos puede ser benéfico, pues es uno de los ejercicios más saludables para mejorar la calidad de vida.

Para validar sus aseveraciones, remata con un chiste: -En el asilo de ancianos, le pregunta un abuelo al otro: ¿Por qué te enfadaste con tu compañero de cuarto?

“Por abusivo”

“¿Por abusivo? “Sí, usaba mis camisas, mis corbatas y mis trajes, y no me importó. Lo que no pude tolerar fue que se riera con mi propia dentadura postiza”

El autor termina su perorata y se retira satisfecho; a sus espaldas se escuchan carcajadas no se sabe si para darle gusto o si son de a de veras y parece que le dan vuelo: -La risa, remedio infalible contra muchas de las preocupaciones cotidianas, etcétera.

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