Recuerdo que durante mis campamentos solía ejercitar no sólo el cuerpo, también la mente. La preparación sicológica es clave en una pelea y, en ocasiones, es necesario buscar un poco de motivación extra. A propósito de que vamos arrancando el año, quisiera dedicar esta columna a todas aquellas personas que quieren comenzar con todo el 2018.
- ¿Tienes la de Rocky? - le pregunto entre dientes a mi líder favorito de películas.
-Depende de cuál quieras - contesta osco -, tengo la 1, la 2, la 3, la 4, la 5, y la 6 -me lo dice como si se tratara de un tipo específico de droga.
- A ver la 6 - le dije como quien no cree, mientras mordisqueo un palillo de dientes.
- Pero esa todavía no se ve bien -repone inmediatamente.
Yo asiento lentamente, mostrando decepción sin voltear a verlo; mientras examino el resto de la mercancía, noto que hay un paquete donde se encuentran todas las películas juntas.
- ¿Ésta qué tal se ve? -pregunto al tiempo que la desprendo de un gancho de ropa.
- Esa ya se ve bien, ps es de producciones Shark -me dice como si fuera garantía.
¡No sólo es un clásico! Rocky Balboa es, por antonomasia, el rey de las películas motivacionales (no sólo deportivamente hablando, claro está).
Rocky se ha vuelto la más grande figura de ficción boxística, su influencia es tan desmedida que ha trastocado el mundo real al volverse la mayor inspiración para muchas de las grandes leyendas del deporte. ¡Y es que nadie puede negar que ha tarareado en algún momento la ya clásica cancioncita que funge como himno en todos los gimnasios! ¡Dirin din dirin din! Canción que, al escucharse, funciona como botón automático de adrenalina. Por testimonios de algunos amigos he logrado deducir que dicha melodía tiene un efecto atípico (o más bien: típico) al que he denominado como: el Síndrome del Envalentonamiento Postpelea. Los síntomas son: una supuesta valentía patológicamente desafiante y que puede identificarse por una alteración que denota osadía en el lenguaje gracias a frases como ¡Traigo ganas de echarme un tiro! y ¡Cómo quisiera que me la hicieran de tos! Aunque nunca padecí de dicho síndrome, debo de confesar que sí corrí por encima de las escaleras, llegué a un monumento y festejé alcanzar esa cima tal cual lo hizo Balboa en las calles de Filadelfia.
El año pasado tuvimos suficiente de Floyd Mayweather y Conor McGregor, de "Canelo" Álvarez y Julio César Chávez Jr. ¡Ahora es turno de ver algo que sí vale la pena!
Ahora, ya de vuelta a este espacio no puedo empezar el año sin desearles a ustedes un excelente 2018. Debo confesar que el mío no fue del todo sencillo, a mi 'Wonder Woman' interior le hacia falta un poco de gasolina y como esta tan cara necesitaba economizar. Pero ustedes se preguntarán: ¿Qué acaso esto no era una columna dedicada a deportes de contacto y no una reseña de películas (o en su defecto) una sección de confesiones con algún consejero? Permítanme explicarles. Cada enero, la mayoría de las personas (me incluyo) nos sentimos motivados y con ganas de cumplir nuestros propósitos. Sin embargo, eso no siempre se podrá. Mas eso no quiere decir que nos estemos dando por vencidos. Por el contrario, creo que la frase "empezar con el pie derecho" se ha convertido en una presión atípicamente ejercida por una obsesiva y compulsiva sociedad misma que ha determinado como deben hacerse las cosas. Por ello, no es necesario presionarnos si nuestro enero no comenzó "con el pie derecho"; eso no significa que nos irá mal el resto de año, del mismo modo que no es necesario esperar a que sea lunes para iniciar una dieta.
Igual que en una pelea, en la vida se pierde y se gana. De modo que es necesario permitirnos equivocarnos algunas veces, se vale caerse, pero no quedarse en el suelo. Mientras estemos de pie siempre podremos salir a pelear el último round. Tengamos presente que la contienda ¡no acaba hasta que suene la campana!
Así que, mis queridos, quiero terminar este espacio con una de mis frases favoritas: "He fallado una y otra vez en mi vida, y por eso he conseguido el éxito". - Michael Jordan.
¡Les deseo un excelente año!
