El nocivo culto a la personalidad
¿Qué haría usted con un millón de pesos, suponiendo que ya tiene una casita, en una colonia popular, un automóvil de medio uso y manda a sus hijos a escuela pública? ¿Y si en lugar de pesos fueran dólares? ¿Y si en lugar de un millón fueran cien, o más aún?; ¿y que tal si fueran mil millones de dólares? Sin duda ya se perdió en el mundo del dinero.
Pero, sólo por curiosidad hagamos un ejercicio, con el dólar al tipo de cambio promedio, que aunque es fluctuante, sólo para este efecto, pongámoslo en $19.00 por cada dólar; si usted tuviera mil dólares, tendría $19, 000.00; y si tuviera un millón, tendría diecinueve millones de pesos, que lo ubicaría a usted entre el grupo de millonarios, y sería quizás no un microempresario, sino un gran empresario; mil millones de dólares equivale, en este ejemplo, a diecinueve mil millones de pesos; y dos mil millones de dólares; al doble, obviamente, con lo que estaríamos hablando de $38,000,000,000.00 (treinta y ocho mil millones de pesos); ¿Leyó bien? Pues pesos más pesos menos, esa cantidad se ha gastado Peña Nieto en publicidad durante los cinco años que lleva como presidente, lo que da un gasto promedio anual de siete mil seiscientos millones de pesos ¡Y no es empresario! Eso no nos importaría si el gasto fuera de su bolsillo; sino dinero federal. ¿Cuántos hospitales y escuelas de todos los niveles y perfectamente equipados se construirían con lo que se ha gastado en publicidad presidencial? Eso me parece una cantidad estratosférica que no se justifica. Es obvio que hay megalomanía y culto a la personalidad; egocentrismo y desprecio por la nación que gobierna.
Hoy en día, es común leer y escuchar noticias sobre presupuestos de obra, sueldos y gastos de políticos en dólares, a pesar de que nuestra moneda es el peso; no hallo un razonamiento lógico para comunicar cantidades en dólares, lo que debería expresarse en pesos, pues el peso es la moneda nacional. Creo que la única razón es evitar que el ciudadano común, el empleado, el burócrata, el jornalero que escucha las noticias (porque no compra el periódico) no tenga la más remota idea de cuánto dinero se está hablando. Evitar la concientización es el objetivo, la cortina que impide concientizar las cantidades estratosféricas que gastan los gobernantes en publicidad personal, no sólo para engordar su ego, sino por otros intereses ocultos.
Cierto es que dentro del presupuesto anual, el Congreso determina cierta cantidad para ese propósito, pero Peña la ha rebasado sobradamente, sin que por ello reciba sanción alguna; y lo mismo ocurre en cada una de las entidades federativas, donde el gobernador en turno hace lo propio; unos ajustándose a lo presupuestado, pero los más, lo rebasan impunemente.
No se puede emitir un juicio de lo que no se conoce; y nada realmente se conoce si no se comprende, si no se concientiza; y a los mexicanos, el gobierno nos ha acostumbrado a darnos cifras reales o ficticias, una veces en pesos; otras, en dólares; pero el punto es, la razón injustificable de ese gasto extraordinario, el cual representa un insulto a los millones de familias en situación vulnerable.
Es evidente que México está desde hace varias décadas en manos de una clase elitista, grupo privilegiado financieramente, y que ellos nos gobiernan; podría decirse también oligarquía; en donde la simulación y maquillaje de la información es la constante.
Fábrica de millonarios es el ejercicio de la política en México, con dinero se compran puestos de poder, y con el poder se obtiene más dinero, en un perenne círculo vicioso en el que la farsa electoral juega un papel importante; y es precisamente en las elecciones donde se podrían realizar cambios radicales al modelo económico y sistema de gobierno; y digo se podrían, si los protagonistas principales de los tres poderes no estuviesen adheridos simbióticamente a los padrinos (o partidos) políticos. Porque ¿de qué serviría un presidente con ideas nuevas, si los nuevos legisladores y magistrados están hechos con el mismo molde?
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
