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Triquiñuelas priistas

Un priista pobre es un pobre priista; pero si se despoja de escrúpulos moralistas, y se vuelve oportunista, pasará del vasto, gris y vulnerable bando al reducido grupo de los elitistas que viven por y para el poder.

Hay millones de mexicanos priistas, unos por tradición familiar; otros, por ambición particular; algunos, específicamente, porque han sido reclutados desde adolescentes, a cambio de cien pesos diarios por agitar la bandera del partido en un crucero concurrido; otros por “asaltar” con proselitismo a los automovilistas; el coordinador de esa muchachada pregonera gana más, por supuesto. Pero lo importante, la transmisión del mensaje “Vota por Fulano”, queda en la mente del anunciante, del automovilista y del transeúnte. ¿Y de dónde sale tanto dinero para pagar en efectivo y a diario a esa “marabunta” que abandona temporalmente su escuela (los que estudian) para ganarse fácilmente esos pesos y adoctrinarse, sin pretenderlo, de la “filosofía” del partido político que los contrata?

El sistema de financiamiento de la propaganda política en precampañas y campañas electorales, desde hace muchos años ha sido descubierto; desde la “cooperación bajo coacción” (descuento en el cheque) de los servidores públicos, principalmente de la base, hasta la triangulación de millones del erario público.

Esta recaudación es en todo el país, donde hay gobernadores y/o alcaldes priistas; pero la parte fundamental del financiamiento, sin contar la participación equitativa que el INE, (antes IFE), proporciona a cada partido conforme a la Ley electoral, es mediante la desviación de recursos del erario público; además de otras fuentes ilícitas no confirmadas, (narcotráfico, p.ej.)

Así, con carretadas de millones, de los que alguna parte se queda en las cuentas de los grandes estrategas del hecho fraudulento, que por sí mismo es contrario a la rectitud y a la verdad, y que perjudica a unos para beneficiar a otros, es que el PRI se mantiene en el poder. Los beneficiados son los partidos y sus candidatos a algún puesto de poder; los perjudicados somos la ciudadanía.

La perversión del concepto de “política”, como acto y acción de servir a la ciudadanía, es efecto de un proceso gradual degenerativo de quienes, todavía hace tres décadas tenían ideales y espíritu de servicio; y sobre todo, exhibían cierta dignidad y ecuanimidad en el ejercicio de su cargo; pero fue con el cambio en las leyes electorales (LOPPE, Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales), aportación de uno de los más grandes ideólogos del PRI, Jesús Reyes Heroles, quien sin pelos en la lengua y émulo de Maquiavelo, hizo con los opositores al régimen lo que tenía que hacer: “Divide y vencerás”. A él, le debemos la estructura del colegio electoral y el registro de otros partidos (satélites de los grandes), de la coalición entre partidos sin importar su ideología, la fórmula de representación proporcional, aumentando con ello el número de escaños en los partidos. Una de sus frases que muestran descarnadamente su ideología política y que legó al PRI es: “En el ejercicio de la política, hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”.

Sufrimos la impunidad y el cinismo en su más alto nivel. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que buena parte de la pobreza de los mexicanos se debe a los pérfidos gobernantes y también a una ciudadanía apática y medrosa, conformista e indolente. Realmente, ¿tenemos el gobierno que merecemos?

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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