LA IMPORTANCIA DE UN BUEN JUICIO
¿A qué nos referimos cuando decimos que una persona tiene buen criterio o buen juicio?
En nuestra comunicación diaria, formal e informal, con frecuencia escuchamos las palabras: "Por la manera de hablar se ve que es un tipo muy maduro" o "Tiene un criterio muy malo" o "Sus opiniones siempre están fuera de base", etc.
Existen muchas situaciones en donde el uso de buen juicio es esencial en nuestra comunicación diaria, cuando tomamos decisiones o cuando damos nuestra opinión. La efectividad de esa comunicación depende mucho de la calidad del mensaje que transmitimos, ya sea a nivel individual o de grupo, verbalmente o por escrito. Y esa calidad está basada en el juicio que utilizamos. Hoy en día, lo vemos frecuentemente durante la comunicación vía electrónica, por ejemplo, Facebook u otra forma de correo electrónico. El uso de un juicio sólido y efectivo es muy importante, ya que la toma de decisiones se aplica a muchas áreas de la vida diaria, por ejemplo, en nuestras relaciones interpersonales, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra salud, etc.
En el artículo de hoy, explicaré sobre lo que quiero decir con la habilidad de buen juicio o el uso de buen criterio, específicamente en el momento de comunicarse con otra persona, opinar sobre ciertas situaciones o tomar decisiones.
Buen juicio está muy ligado a la madurez emocional de una persona. Cuando expresamos un buen juicio, normalmente opinamos sobre algo o alguien, y generalmente esta opinión es aceptada positivamente o sin problemas. Antes de dar una opinión, pensamos en nuestras respuestas a determinada situación, y después de un breve momento, pensamos en las respuestas elegidas y las posibles consecuencias de nuestras acciones.
Regularmente, cuando damos estas respuestas, nos basamos en nuestro conocimiento y experiencia asimilados durante nuestro desarrollo intelectual y emocional, los cuales son adquiridos por medio de nuestra educación y experiencia. Con el tiempo, este conocimiento y experiencia se transforman en parte integral de nuestra personalidad y se manifiesta cuando tomamos decisiones. Por ejemplo, en el proceso de comprar un producto muchas veces tomamos un tiempo razonable antes de decidir la compra, o en el caso de decidir por una pareja para una relación interpersonal, exploramos sobre la persona o pedimos consejo antes de la decisión. Existen también casos de personas que por razones de su carácter o temperamento toman decisiones impulsivas, las cuales pueden tener resultados prácticos, pero también resultados negativos o no productivos. Igualmente, hay individuos que se toman más del tiempo necesario para una decisión, ocasionando retrasos o pérdida de oportunidades.
En mi opinión, entre más sea la información adquirida a través de la educación y conocimiento, mejores las posibilidades de una buena capacidad de juicio. Por educación y conocimiento me refiero no solamente a la lograda en el salón de clases, sino también a aquella información autodidacta y práctica, y la obtenida a través de experiencias en la vida de una persona. Poseer una inteligencia superior y/o talentos extraordinarios, o un conocimiento elevado en general o en cierta profesión, no sirven de mucho si no se tiene una capacidad de juicio apropiada. En mi experiencia en el campo penitenciario por mas de 25 años, como clínico en unidades psiquiátricas y como director de prisiones, observé que había internos con una capacidad de inteligencia superior y con educación y talentos especiales, por ejemplo, médicos, abogados, ingenieros, artistas, políticos, etc., pero con una capacidad de juicio problemática. Recuerdo muy bien el caso de un contador público muy conocido en su comunidad quien fue sentenciado por varios años en la prisión después de cometer fraude a varios de sus clientes.
Platicando con él, me di cuenta que era un individuo con talento muy especial para los negocios y cálculos numéricos, pero con un temperamento muy impulsivo y un criterio muy pobre e inmaduro para evaluar sus circunstancias.
De acuerdo al Dr. Emil Pinta, psiquiatra, ex catedrático de Ohio State University y ex compañero de trabajo en el campo de salud mental, un aspecto importante en esta habilidad de buen juicio son nuestros valores. Normalmente, nuestro juicio o criterio está basado en valores que fueron inculcados por la ética de nuestra profesión, entre otros factores. En ocasiones, nuestros valores entran en conflicto con lo que es considerado por la sociedad civil como buen juicio. Por ejemplo, el caso de un sacerdote, quien recibe información sobre un crimen durante confesión. La expectativa de la sociedad civil es justicia hacia la víctima de un crimen, sin embargo, la obligación del cura es no violar el secreto de confesión. En este caso, ¿cual sería la aplicación de buen juicio sobre la decisión de reportar o no reportar un crimen a las autoridades civiles? Mi respuesta es: depende. De acuerdo al Sistema de Información de la Arquidiócesis de México (www.siame.mx), la violación de un secreto de confesión es prohibida por las leyes de la Iglesia Católica. Si el sacerdote decide reportar el incidente, las autoridades eclesiásticas podrían ex comunicarlo. En este caso, el uso de un buen juicio en la decisión de reportar el crimen estaría basado en los valores de su profesión o en la ley civil.
En resumen, buen juicio es una habilidad mental adquirida a través del conocimiento y experiencia asimilada durante el transcurso de nuestras vidas. La importancia de esta habilidad es que nos permite ver el mundo con un lente analítico que ayuda a la toma de buenas decisiones.
En mi opinión, no existe una receta universal que nos guíe a una opinión o decisión perfecta. De algún modo, hemos tomado decisiones buenas y malas, y creo que esto es parte de ser humano. El punto no es si la decisión fue buena o mala, si no se obtuvieron resultados aceptables, positivos o productivos, y al mismo tiempo, no hubo impacto negativos en otras personas o situaciones.
Gracias por su atención a este artículo.
Por: Lic. Francisco Pineda, MDO, MSA
