En un caos se convirtió la llegada del delantero francés Jérémy Ménez a la capital del país para reportar con el club de futbol América, luego que fue recibido por decenas de integrantes de uno de los grupos de animación.
Caos, locura, pasión, imprudencia... Todo eso provoca el americanismo, que se apoderó del aeropuerto de la Ciudad de México para recibir a sus dos nuevas contrataciones: el colombiano Andrés Ibargüen y el francés Jérémy Ménez.
El América pudo ser responsable de que una verdadera tragedia ocurriera en el aeropuerto, tanto en la mañana como al anochecer, al convocar a sus porras o -en todo caso- al hacer público el arribo de sus dos más recientes contrataciones para el Torneo Clausura 2018, lo que provocó que se produjeran tumultos, empujones y golpes entre los barritas, prensa y personas que a esas horas transitaban por las instalaciones de la siempre muy concurrida terminal aérea de la capital del país.
De inicio, todo estaba organizado y así ocurrió en la llegada del colombiano Ibargüen, quien dio algunas palabras a la prensa, para después transitar por un pasillo para firmar y tomarse fotografías con los seguidores azulcremas, quienes no aguantaron por mucho tiempo el orden y se abalanzaron sobre él, lo que provocó que la seguridad del aeropuerto tuviera que intervenir y sacarlo escoltado como si fuera ex gobernador...
Con Ménez fue peor. En cuanto el francés apareció, un barrista se le colgó, lo abrazó e impidió que la prensa lo abordara, llevándolo a donde estaban los aficionados que lo rodearon y cantaron sus clásicas porras.
El galo estaba sorprendido. Se dejó guiar. Prácticamente estaba siendo "secuestrado". Ni siquiera los representantes de las Águilas podían acercarse a él...
"Bien, estoy bien, gracias... Au revoir, au revoir [adiós]", repetía, tratando de hablar en español.
Los cánticos no dejaban de entonarse y la prensa de quejarse, ante la superioridad manifiesta de los casi 200 aficionados a los que no les importó quién estuviera enfrente... Empujaron, golpearon y hasta asaltaron a quien pudieran.
Los reporteros se dieron por vencidos cuando el atacante llegó a la camioneta blanca que lo transportaría al hotel sede de las Águilas. Hasta ahí subió el aficionado azulcrema que lo abrazó desde su salida de la zona de aduana... Como todo un directivo, se subió al automóvil y hasta dio órdenes a su porra.
La camioneta se alejó, pero las barras americanistas se quedaron orgullosas de haber cumplido con su misión: demostrar que aún hay mucha pasión entre sus huéspedes, aunque también mucho vandalismo y falta de trabajo, porque desde la mañana hasta el anochecer estuvieron a la espera de sus nuevos jugadores para el Clausura 2018.
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