(Primera parte)
Conocí a Prisciliano en una de las tantas carreras pedestres que se organizan durante todo el año en la Comarca Lagunera.
Desde el momento mismo que nos conocimos, simpatizamos; ya de esto hace varios años y hemos cultivado una gran amistad que se conserva hasta la fecha, pues ambos pertenecemos a ese período de la vida que se ha dado por nombrar "Adultos en plenitud", y creo que no existe un mejor término para calificarnos, pues es… ¡Cierto!
Ambos consideramos que así es, pues nos consideramos que estamos en la mejor edad y créanme: ¡la estamos disfrutando al máximo! Y creo que entre otras características tenemos el que ambos somos jubilados. Una cosa más puedo agregar antes de platicarles quién es Prisciliano, pues han de saber que aunque somos grandes amigos, al participar en una carrera, ahí, durante el transcurso de las horas que dura el recorrido, durante el kilometraje que llevamos por meta, somos los peores de los enemigos, pues jamás pienso: Le voy a dar chance a Prisciliano porque soy "más joven que él", para que llegue primero a la meta, esto lo digo, por ser diez años mayor que yo. ¡No! ¡Para nada!, tanto él como yo queremos llegar antes uno del otro a la meta y… bueno, he aquí lo que he conocido de mi buen amigo, Prisciliano, pero durante una carrera, es, soy, somos los peores enemigos que jamás se dejan ganar.
PRISCILIANO LÓPEZ HIDROGO nació en Ciudad Lerdo, Durango, el 25 de diciembre de 1931, siendo sus padres el señor Salvador López Luévanos y la señora Juana Hidrogo Canales, quienes tuvieron en total ocho hijos: Fernando (f), Jesús (f), Salvador (f), Prisciliano (*), Ricardo (*), Javier (*), José Luis (*) y Bertha (*), ¡siete varones! Y tan sólo una mujer.
Prisciliano cursó el primer año de primaria en la Escuela Benito Juárez, ya desaparecida, de 1936 a 1939, y la secundaria en la Escuela Secundaria "18 de Marzo" de Gómez Palacio, Dgo.
Después de terminar la instrucción secundaria, entró a laborar en un comercio de Torreón como almacenista. A los 21 años de edad, ingresa a trabajar a la Compañía de Aviación Aeronaves en el Aeropuerto de Torreón, el primero que se instaló en esta ciudad ubicado, me dice Prisciliano, allá por donde se encuentra actualmente el Hotel Misión, al final del Paseo de la Rosita, también en el departamento de almacén; tres años después, se les comunica que el trabajo se acababa por haber terminado, tal vez la construcción del aeropuerto, y se les ofrece a todos los trabajadores en la Ciudad de México y Prisciliano no lo piensa dos veces y allá va… ¡A la Ciudad de México!, donde fue ubicado en el mismo trabajo de almacenista, de donde se jubiló al llegar a los 65 años.
En su vida sentimental, contrae matrimonio en primeras nupcias con la señorita Raquel Soto Castro, con quien tuvo dos hijos: José Salvador y Graciela; al enviudar, contrae segundas nupcias con Martha Soto Quiñones, viuda con tres hijos: Fernando, Arturo y Matilde Patricia, a quienes adopta como sus hijos, dándoles su apellido. Con el paso del tiempo, Fernando se casa y tiene dos hijos: Carlos Gerardo y Claudia, quienes llevan el primer apellido de Prisciliano y Claudia Concepción, al contraer matrimonio tiene dos hijos: Valeria Belén y Gerardo, todos ellos radican en la Ciudad de México. En este segundo matrimonio, tuvo dos hijos: Carlos Gerardo y Claudia Concepción.
Al jubilarse cuando llega a los 65 años, hace exactamente dos décadas, de lo que fuera Aeronaves de México y después de fallecer su esposa Raquel, regresa a la Comarca Lagunera en 2002, estableciéndose en la ciudad que lo vio nacer, viviendo en compañía de su hermana, Bertha, la cual para ese entonces ya había enviudado; sin embargo, en el 2008, se va a radicar a Durango Capital al lado de su hija, Claudia Concepción, y de su esposo, Carlos García Rosales, y de los hijos de ambos: Mariana, Carlos Iván y los gemelos David y Abel, con quienes ha vivido felizmente desde hace siete años, quienes al decir lo colman de atenciones y cuidados.
Por: Dr. Leonel Rodríguez R.
