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NUEVA VIDA

ALEJANDRO TOVAR

Cuando el periodista cruzaba la frontera desconocida, no tuvo que mostrar documentos, pues una mirada a la pantalla de Laptop dio toda la información y pasó sin más por ser un hombre bueno, de ésos que están dedicados a la profesión y a la familia, que incluso esconden como prioritaria, la actividad misma y en este caso, el hombre estaba hermanado con el béisbol y su estilo mostraba a un novelista, contador de fantasías que convencía a los lectores de verdades.

Fue llevado, sin solicitarlo, al parque de pelota, donde había un lugar reservado a su persona pues se sabía de su llegada con antelación. Era un palco de prensa diferente. No había miradas recelosas, ni mensajes entre dientes, ni bromas hirientes. Todo eso aquí está prohibido. Por su alegría, se intuye que toda esta gente ha visto muchas tragedias pero las han olvidado todas.

Decida acercarse a los famosos, escoge junto de Buck Canel. Mira que el viejo icónico de la radio viste de verde y el hombre, sin pregunta se sabe rodeado de la duda del recién llegado. "Este es el color que representa el deseo de un gran béisbol, porque este juego no cesa de impresionar, nunca deja de iluminar con su belleza. Es como el mar, tiene el prestigio de mil aventuras."

Hay un gran cuadro con mensaje motivador en la pared. "Ni la falsificación de la verdad, ni el uso deliberado de la mentira son algo nuevo pero sí la escala que han ocupado en este tiempo de pseudo realidades y mentiras veladas. El disfraz bien conocido de la mentira son la manipulación y el engaño". Eso educa a estos periodistas que son alegría, solidaridad y seguro, con guía de acción.

Abajo, Celerino Sánchez conecta a Ramón Arano un rayo por tercera, que Aurelio Rodríguez toma con la serenidad y estética de un maestro, para luego descorchar un tirazo a primera donde Idelfonso Ruiz completa el out. Viene al plato el peligroso Al Pinkston, que aquí se muestra caballeroso y en diálogo cordial con el cátcher Eloy Gutiérrez, algo que el recién llegado no entiende, sabiendo de su pasado. Con dos strikes encima Pinksoton conecta por todo el jardín derecho donde Héctor Espino hace la gran atrapada.

Aquí, aplaudiendo, disfrutando del juego, anotando y observándolo todo como un turista, nuestro hombre va comprendiendo que la razón nos une, no solo con nuestros contemporáneos, sino también con hombres que vivieron mucho antes que nosotros e igual por los que vivirán después. Aquí la vida es felicidad porque la gente es honesta y positiva. Lo malo quedó atrás.

Es como un sueño dorado, como una vida idealizada. Comprende con la sonrisa de todos, que ahora mismo es uno más de ellos, destinados a gozar con el juego que les hermanó en la vida, ese que acá no pone lupa sobre miserias, donde la belleza y racionalidad, suelen contagiarse. Todos son miembros de una extraña tribu y no importa que todos, incluido él, estén bien muertos.

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