Columnas Social

ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Finales del siglo XIX y siglo XX

Los grandes cambios, en el quehacer literario, se van a dar en la segunda parte del siglo XIX, principalmente en Francia, en donde el grupo de los parnasianos y los simbolistas van a romper con la tradición poética. Los moldes tradicionales se van a comenzar a transformar y se busca sobre todo la imagen. En la novela, sucede algo similar, pero un poco más tarde. Comenzando con Kafka, para continuar con Proust, Faulkner y Joyce. Se deja de narrar en los modelos tradicionales para romper con todas las unidades que se habían mantenido hasta ese tiempo.

Vienen las grandes decepciones de la humanidad con las dos guerras mundiales, la caída de la bolsa de 1929 y la aniquilación de los grandes imperios. En las entre guerras, eso se deja sentir con el teatro del absurdo y todos los demás experimentos en donde se refleja esa desesperación de no haber encontrado la solución a los problemas sociales y humanos. Las cosas dejan de tener sentido. Se generan nuevos movimientos como el existencialismo y el mundo va a terminar por dividirse en dos: El capitalismo y el comunismo, en donde más que nada, los medios de comunicación van a servir para presentar una imagen falsa de los que son las dos opciones. Se genera una guerra fría entre los dos bloques que no se va a resolver hasta fin de siglo.

En el campo de la filosofía, Nietzsche había proclamado al superhombre matando a Dios, más este superhombre también fracasó. El fascismo y el nazismo provocaron la segunda guerra mundial demostrando hasta donde se puede llegar en la capacidad para hacer el mal.

El tercer mundo vive a la expectativa de lo que pasa en el primer o segundo mundo, según se ha hecho la clasificación de los países. Cuando los países pequeños toman rutas que no convienen a los países poderosos, se les combate. Es el caso de Cuba, por parte del capitalismo, y el caso de Checoslovaquia, por parte de la URSS. Del continente africano, no lo sabemos todo, pero hay muchos pueblos que viven en constantes guerras que hay generaciones que han dejado de conocer los tiempos de paz.

Las guerras religiosas, sobre todo las musulmanas, en la segunda parte del siglo XX, han estado en el ojo del huracán. En estas regiones, existe mucho petróleo y eso atrae la codicia de los poderosos que quieren encontrar la manera de disfrutar de sus beneficios. Entre los fundamentalismos y la codicia, han hecho que los pueblos asiáticos no puedan vivir en paz.

En el siglo XX, sobre todo, la mujer ha brillado en la política, demostrando que puede jugar un papel importante en este rubro. La Tatcher y Ángela Merkel son un ejemplo. Lo mismo sucede en el campo de la literatura. Podemos mencionar a Virginia Woolf, a la Yourcenar, a Almudema Grandés, Ayn Ryan y muchas otras.

La literatura y el arte son un reflejo de lo que pasa en la historia. Mediante la primera nos podemos enterar de como la parte humana sufre las imposiciones de los acontecimientos diarios del mundo. El buen escritor sabe sentir el alma del pueblo y no tenemos otra forma de conocerla, sino por medio de lo que se escribe de él.

Para hacer conciencia de la vida es necesario conocer de los sucesos del mundo y no dejarnos llevar por los simples espejismos que pintan el futuro color de rosa. La vida de la humanidad ha sido un constante enfrentamiento entre fuerzas y no creo que esto se acabe imponiéndose una de ellas. Siempre existirá el contrario que nos obliga a la lucha. La vida no se ha dado de otro modo, pero siempre tendemos a la creencia de un paraíso terrenal.

Las utopías no existen, hasta ahora han fracasado. La vida sigue su marcha en la búsqueda de una mejor convivencia entre los hombres que no hemos podido obtener.

También, en las novelas se ha dado el género de la novela futurista, como es el caso de Un mundo feliz, en donde se nos presenta un tipo de ser humano fabricado o que se le puede dominar a través de todos los medios. Parece ser que unos piensan que para resolver el problema del hombre es controlarle su libertad, pero entonces, terminaríamos por destruirnos como seres humanos.

Lo opuesto también es un problema, la demasiada libertad, cuando se carece de compromisos para con la sociedad y los otros, se genera una sociedad individualista que trae consigo la corrupción en la que vivimos.

  Por: José Luis Herrera Arce

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