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CONTEXTO LAGUNERO

JUBILACIÓN Y MUERTE

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Hace ya varios lustros, la jubilación era algo que se esperaba con ansias. Hoy, la gente quiere seguir trabajando después del retiro. Hoy, la jubilación más que felicidad, está provocando un drama. No se quieren jubilar por razones variadas, pero para la gran mayoría, el retiro equivale a claudicar en la vida porque no están preparados para esta nueva etapa. Al principio quizá los jubilados descansan algún tiempo, luego van a algunos museos quizá, o a algunas conferencias, pero luego se enfrentan a la indeseable pregunta: ¿Y ahora qué hago?

Desafortunadamente, en los negocios y en el trabajo cotidiano de las personas se habla mucho de competitividad y crecimiento. Esto ha provocado que tanto las empresas, como las personas, se enfoquen en el "hacer" y la gran mayoría se enfoca en trascender sólo a través de la producción, de lo "hecho".

Víctor Frankl -neurólogo y psiquiatra austriaco- decía que el homo faber, el hombre llena el sentido de su existencia sólo produciendo, se siente esclavizado por el afán y la fiebre de la producción puramente material, la única que valora y estima.

En muchas personas el placer, el dinero, el éxito, el tener y más aún, el trabajar por el solo hecho de trabajar y ocuparse, se convierten en la carta de navegación, en el mapa con el cual tratan de encontrar sentido a sus vidas. Esto pareciera inofensivo,pero¿Cómo puede una persona disfrutar o en el peor de los casos, soportar la vida cuando al ser separado involuntariamente de su trabajo no tiene la posibilidad de tomar las riendas de su propio destino? El homo faber se desespera y pierde la brújula de su vida cuando le llegan la jubilación o las reducciones de personal en las empresas.

Jubilado, retirado o desempleado, en ese momento empieza el desconcierto, la desesperación, la ansiedad, la culpa y la tristeza por perder una vida siempre estructurada alrededor de la actividad laboral. La desocupación causada, la avalancha de tiempo sin tener nada que hacer, se convierte en caldo de cultivo para la neurosis. Y la mayoría de las personas en esa situación se pregunta: ¿Qué caso tiene entrar en la etapa de los deterioros y pérdidas?

En esta etapa de la vida empieza la ansiedad normal y el conflicto entre el potencial estancamiento y la capacidad de generar, crear y hacer. La capacidad de reinventarse. La persona queda extraviada y desorientada respecto a su propia identidad y empieza a darse cuenta del vacío que tiene frente a sí.

Es entonces en que conviene a la persona consolidar su integridad personal aceptando el ciclo vital y dedicar todo su empeño viendo lo que resta de su vida como una nueva oportunidad de desarrollo y bienestar. Debemos tener presente que el hombre descubre el sentido de su existencia y, además, puede reinventarlo.

Emprender, y no hablo de un negocio, emprender el camino más importante para una persona de la tercera edad: encontrar un nuevo y retador -y posible- desafío, que ayude a dejar huella en el mundo a través de un nuevo proyecto que obligue a ser creativo, a apostar por el talento y que apoye en la constante búsqueda de realización plena. Si se considera que hay un "hilo de sentido" de vida para todas las edades y que cada edad tiene su propio sentido entonces es esta la edad en la que la toma de conciencia, de lo que se vivió mantiene una gran significación que ayuda a vivir una experiencia personal, de progresión, adelanto, superación y trascendencia.

El envejecimiento, lo mismo que la muerte, es una de las pocas características "democráticas" y ecuánimes de nuestra condición humana. Más tarde o más temprano todos estamos envejeciendo y esto no es una mala noticia, significa que estamos vivos y debería ser un motivo de celebración, pero, en una sociedad orientada hacia la juventud, las arrugas, los dolores musculares y las canas, no son bienvenidas.

La posibilidad de llegar al 2020 o más, con la mayor esperanza de vida del planeta debe ser motivo de júbilo social, pero individualmente este futuro tiene una sola mirada recomendable, la mirada de la oportunidad. Si la jubilación no puede concebirse sin que la muerte sea el final de esta vida, podemos hacer que el tiempo intermedio sea una experiencia enriquecedora y feliz si nos apartamos de las pautas culturales restringidas y llevamos elementos nuevos a la cotidianidad.

Si al lector le faltan cinco o diez años para jubilarse, piense que le gustaría hacer llegado el momento. ¿Seguir trabajando o iniciar una nueva carrera? ¿Para qué es bueno? Identifique la experiencia y las habilidades que ha acumulado en los últimos treinta años. Si necesita prepararse para el nuevo reto de emprender algo, tome los cursos necesarios e inclusive, regrese a la universidad. Si ya está jubilado y no sabe qué hacer, pida ayuda:

www.degerencia.com/jmgc

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Escrito en: Juan Manuel González

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