Columnas la Laguna

AMVEB Laguna

Asociación de médicos veterinarios especialistas en bovinos

J. Eduardo Luna Martínez, MVZ., EPA., MCV

La importancia del clima en la Unidad de Producción Bovina

Resulta evidente que el clima "fresco" es más adecuado para los bovinos de razas europeas. Basta con ir a cualquier establo y percatarnos de que los animales están en un palpable estado de bienestar. De hecho es en los meses "de frío" que se pueden realizar actividades de manejo masivo con menor impacto en la generación de stress y el consecuente decremento en la productividad. Sin embargo, como en todos los animales, los procesos fisiológicos de las vacas requieren una temperatura corporal interna más o menos constante y dentro de un cierto límite (37,5 - 39,5ºC), puesto que en este rango se optimizan los procesos metabólicos (reacciones bioquímicas a nivel celular). Alejarse de este rango implica una disminución del metabolismo y un aumento de los requerimientos de energía de mantenimiento. En nuestra región es evidente que a lo largo del año la temperatura ambiental varía ampliamente; por lo tanto los animales requieren poner en funcionamiento varios mecanismos internos modificando, tanto su comportamiento, como su metabolismo, a fin de lograr un equilibrio entre la producción y eliminación de calor, según se trate; asimismo tenemos que recordar que NO sólo la temperatura del aire es la que percibe el animal. Existen variables adicionales que al combinarse afectan esa percepción e impactan el confort térmico de los animales: además de la temperatura, la humedad relativa, la velocidad del aire y la temperatura de la cama y del piso; mucho se ha hablado del stress calórico, que es probablemente el fenómeno de interacción ambiental con mayor impacto en la productividad y el bienestar animal; pero otro fenómeno, potencialmente negativo, es el stress que puede generar el ambiente frío; se menciona que los animales de tipología lechera europea (como los de la región) tienen una amplia capacidad de adaptación a amplios rangos de temperatura ambiente, de hecho, gracias a ello se puede aprovechar la producción láctea en nuestra región de manera más o menos constante. Sin embargo también se ha observado que los valores extremos de temperatura "forzan" al animal a destinar mayor energía a mantener su temperatura interna. Según el Instituto de Ganadería de Francia el rango de temperatura óptima del bovino va de los -4° C a los 10°C sólo requiriendo alimentación adecuada y ejercicio, entre los -20°C y los -4°C se genera una situación potencialmente peligrosa, sobre todo en casos de humedad relativa elevada o velocidad del viento alta, entre los 10°C y los 20°C El animal está en confort si realizar modificación de sus funciones, y a partir de los 22°C y hasta los 40°C se genera nuevamente una situación de adaptación difícil potencialmente peligrosa, en función, nuevamente, de la humedad relativa elevada. Temperaturas superiores a los 40°C requieren un gran esfuerzo metabólico e intervención externa para mantener el bienestar animal y las condiciones de productividad.

No obstante lo anterior, es evidente que en la región existe una gran experiencia en el manejo del stress calórico, lo que ha permitido mantener e incrementar los niveles de productividad y rentabilidad de la actividad. Sin embargo con el desarrollo de las modificaciones en el comportamiento ambiental general que constituyen el denominado "Cambio Climático" se presentan situaciones inesperadas como la reciente nevada o las lluvias persistentes. Si bien se sabe, como mencionamos al inicio, que los bovinos lecheros manifiestan un grado de bienestar y confort a temperaturas bajas, también es sabido que la humedad y velocidad del viento pueden influir negativamente en ese bienestar y confort, e impactar negativamente en la salud de los animales. Idealmente los rangos de Humedad relativa deben oscilar entre 50% y 60% (con un rango de tolerancia de ± 10%). Sin embargo, derivado del deshielo posterior a nevada, o por la lluvia, la humedad puede alcanzar un nivel de saturación hasta del 90 %, lo que resulta en una degradación del confort térmico de los animales; el aire húmedo tiene una capacidad aislante inferior que el aire seco, y esto genera que los animales tengan pérdidas importantes de calor corporal. Lo que hace que, internamente, los animales destinen mayor energía a mantener su equilibrio térmico interno (homeostasis), (energía de mantenimiento), la lluvia, por ejemplo, moja a los animales, mientras que la presencia de viento favorece la rápida pérdida de calor. Además, la lluvia contribuye a la formación de lodo, que tiene un marcado papel en el balance térmico del ganado, ya que si el animal no tiene un lugar seco donde echarse, terminará con el lodo adherido a su pelaje. En esa situación se repetirá lo que ocurre con la lluvia, es decir, el animal seca ese lodo con su calor corporal, destinando parte de la energía consumida en la dieta para este propósito. Lo anterior resulta en menos energía para procesos de producción (leche o carne) y se refleja en menores temperaturas corporales, (medidas como temperaturas rectales, timpánicas o vaginales).

Lo anterior además de generar una disminución de la productividad, también genera predisposición a enfermedades, pues se afectan tanto los mecanismos de defensa primaria del animal (disminución de la capacidad "retenedora" de las vellosidades nasales para evitar el ingreso de agentes causales de enfermedad); como los de defensa secundaria (inmunidad). Así el frío puede per se generar la multiplicación de agentes patógenos, así como interferir en la eficacia de las vacunas, independientemente de que se trate de productos de excelente calidad.

Por lo tanto previo a temporadas invernales se deberán tomar medidas tendientes a la reducción de riesgos. Considerar por ejemplo realizar limpieza de corrales, evitando el acumulo de estiércol, que en caso de lluvias, incrementaría la presencia de lodo, aumentando la generación de humedad relativa, aumentando la sensación de percepción térmica de temperaturas más bajas, independientemente de la temperatura ambiente; incluso hay quien recomienda una modificación en la dieta en los meses de invierno, y aunque existe controversia al respecto pues algunos especialistas indican que la temperatura de los animales se encuentra en estrecha relación con la cantidad de energía metabolizable consumida; otros mencionan que en invierno se debe privilegiar dietas más ricas en forrajes fibrosos, que promuevan la generación de calor por la vía del calor de fermentación. Cabe señalar que durante el invierno los animales aumentan su consumo de alimento, ya que necesitan generar más calor para tratar de mantener su temperatura corporal en el rango antes indicado. Sin embargo, si bien comen más, no producen más como se podría esperar.

Recuerde proveer elementos para garantizar el confort de la vaca en un estado de bienestar animal. En la región existe una amplia experiencia, generada y puesta al día en la propia Comarca Lagunera. Pero si requiere más información, asesoría u orientación para minimizar el frecuentemente inevitable stress térmico invernal, consulte a su Médico Veterinario Especialista.

Y aprovechando este espacio, a nombre de la Asociación de Médicos Veterinarios Zootecnistas Especialistas en Bovinos de la Comarca Lagunera, A.C., deseamos a los lectores de esta columna y sus apreciables familias, muy Feliz Navidad y un Año Nuevo pleno de satisfacciones y prosperidad.

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