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IMAGINACIÓN

ALEJANDRO TOVAR

Ahora mismo el comunicador curioso debiera escoger el tour por el regiomonte, yendo en representación de todas las víctimas, sobre todo de los goleados, porque los santistas sabrán protegerse solos al vivir relegados, ahora mismo, a mirar la dicha ajena por tv, donde se entronizan héroes días antes y esos muchachos que parecían comunes, ahora son de leyenda.

Los regios llenan las calles de acción desde la madrugada y viven desde ahí la presión de la sobrevivencia, porque no todo mundo viste de corbata y saco y labora en oficinas aristocráticas, pues el pueblo vive en las fábricas, en las empresas, en los talleres, donde no importan ni la poesía ni el tinte artístico de una mirada criolla, porque ellos transitan en el mundo del ruido, en ese donde el trabajo es garantía de acción, sin vueltas; hoy, hasta esa gente sufrida puede reír. Le abrieron la puerta a la alegría y contagian e invitan a disfrutarla.

Y muchos viven sin preocuparse que la presión arterial se desboque, como que ahora tiene el corazón licencia para cabalgar en la niebla, en un bosque espeso y sin destino. Es la ilusión que palpita en el alma de esa gente. Y uno ve que conversan con su tierra y saben que ella, la tierra regia tiene su mirada propia y con esos ojos, los interrogan y cuestionan, los miden y estimulan. El origen marca el destino.

Por eso es una aventura ser turista en Monterrey por estos días y caminar sin perder el estilo del curioso que todo quiere saber, que todo mira, que de todo pregunta pero debe esconder los colores que lleva tatuados, porque aquí los dos bandos son celosos al extremo. Te pueden adoptar y contarán hazañas de los suyos. Algunos creen que sus jugadores tienen la imagen de John Wayne y que este vigila en el área con el estilo y la materia a la mano para encontrar el camino. Los sienten como artistas, como pinturas con vida propia, como si de verdad fueran la llave de sus sueños.

Por más que la gente redescubra que el futbol tiene las siete vidas del gato, no deja de acelerar el tiempo esperando que llegue el partido, pues ha manejado la ilusión del clásico con el alma, sabiendo que la imaginación hace el resto y las calles se visten de sus colores, porque Tigres y Reyados, son ahora más que un par de colosos en disputa; son una religión que va a la guerra. Son como el fin del mundo.

Hay quienes pueden beber con su asado "Ollas de Roque 2014" de Ribeiro, con sabor a musgo y miel pero uno prefiere colarse entre raza que guste de cerveza con caballitos de tequila, entre costillas, arracheras y quesadillas. El asunto es comer, beber y callar pero escuchar las anécdotas y el vuelo de la esperanza de todos, amarillos y albiazules con historias ricas en amor al futbol. Olvidan que la pasión te puede matar.

Uno quisiera que este ambiente durase siempre, porque hay felicidad hasta en el turista cuando puede ver a la gente alegre e ilusionada. Son hombres abiertos con rostro tostado y mujeres de cutis sonrosado, con ojos inquisidores y hablar rápido, que desgranan su alma como la mazorca de la vida única, esa que señala el futbol y más que ello, el corazón entregado a su equipo, cualquiera que sea, porque lo que importa es ver que el juego impacta su mundo y les marca la vida. Si bien el futbol aparece como una divinidad, cuando ya no hay medias tintas, cuando ya se

Está por abrir la jaula de los leones, uno teme, porque esta buena gente que camina, puede pasar en un rato, de la cordura a la locura.

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