En esta ocasión amigos lectores es un gusto hablar de fútbol en una de las mejores épocas del año como es la denominada fiesta grande del futbol mexicano. Lo que es cierto es que nuestra Liga que está considerada una de las mejores del continente, es diferente a todas por tener una doble emoción al jugarse un mini torneo denominado "Liguilla", que le da un sabor diferente a los torneos mexicanos y oportunidad de ser campeón a un equipo que fue regular en la temporada.
Es evidente que la Liguilla es un torneo diferente donde los 8 involucrados tienen casi las mismas oportunidades de levantar el título, y digo "casi" por la razón que los primeros cuatros equipos tienen la ventaja de recibir el partido de vuelta como local, regla de cierta manera entendible como premio al trabajo y cosecha de puntos durante la temporada regular, sin embargo he dedicado estas líneas a señalar lo que para un servidor es el premio a la mediocridad y una de las reglas más absurdas, me refiero al último criterio de desempate en Liguilla que es la posición en la tabla general.
Sin demeritar ni menospreciar el trabajo de los equipos durante el torneo, me parece absurdo definir el pase de una eliminatoria por una mejor posición, sobre todo cuando el conjunto beneficiado no anotó un solo gol en los 180 minutos reglamentarios de la eliminatoria, refiriéndome al pase de las Águilas del América sobre Cruz Azul. De igual manera Tigres y Morelia se vieron beneficiados por esta injusta regla, al empatar el marcador global.
Es el gol el momento más sublime y emocionante en el que se basa el futbol, la esencia de este deporte, por eso es difícil entender como un equipo puede acceder a la siguiente ronda sin haber movido las redes una sola ocasión.
La regla del gol de visita la entiendo y la aplaudo, por darle esa emoción a los encuentros de Liguilla, obligando a los equipos visitantes a jugar de manera ofensiva y proponer los partidos, sin embargo las eliminatorias serían más justas si el último criterio de desempate, fueran los disparos penales.
Disculpe usted, pero es un premio a la mediocridad.
