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Inclusión, esa tarea pendiente

El rezago en la materia de diversidad

Foto: Declic

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REDACCIÓN S. N.

Una razón es que el concepto de 'inclusión educativa' suele acotarse, al referirse a ella se habla de si la persona en edad de instrucción efectivamente entra a la escuela y permanece en ella. Ser verdaderamente incluyente es más que eso.

La reforma educativa trajo a colación, entre sus novedades, un tema que no suele acaparar la mirada de un nutrido grupo de la opinión pública aunque sí afecta a un sector relevante de la sociedad: se trata de la inclusión en las aulas.

La relación de promesas incluye no dejar a nadie al margen, romper con la desigualdad al interior de los centros escolares y destinar más recursos a las zonas donde las carencias son mayores.

El ideal es impulsar desde el ámbito didáctico que el niño sea tan independiente y tan autónomo como sea posible. Eso lo pondrá camino a convertirse en un ciudadano participativo y propositivo dentro de la colectividad.

En el terreno práctico, la igualdad de oportunidades al interior de los espacios de enseñanza y la equidad en el proceso formativo son difíciles de alcanzar. No por nada varios estudios concluyen que en México, el origen social es destino de vida.

Una razón es que el concepto de 'inclusión educativa' suele acotarse, al referirse a ella se habla de si la persona en edad de instrucción efectivamente entra a la escuela y permanece en ella. Ser verdaderamente incluyente es más que eso.

Lo que debiera darse en los salones, el aprendizaje, no se desarrolla de la mejor manera a consecuencia de factores variados: el género, características biológicas o físicas, la pertenencia a una etnia, el color de piel, el nivel socioeconómico, factores culturales y religiosos, etcétera. En esas raíces suele originarse un trato diferenciado y una exclusión.

Todavía está muy extendido en los planteles escolares que un niño con discapacidad sea sinónimo de problema. Esa óptica da lugar a tratos distintos, cuyos extremos terminan por relegar a ese menor o sobreprotegerlo. Una constante es no esperar de él sino cosas mínimas, lo que engendra una condescendencia que puede hacer eco en el hogar o provenir de ahí y que se extiende a la vida extramuros.

Se olvida, dice la maestra Teresa Sánchez Gómez, en una colaboración para el portal Animal Político, que cuando las opciónes de interaccionar y activarse junto a sus condiscípulos son mayores, el menor discapacitado tendrá una motivación más grande, y eso contribuye a elevar la iniciativa propia y, por tanto, la autonomía. En ese sentido, ser tratado con naturalidad, sentirse integrado, ya es un logro de consideración.

El nuevo modelo pretende que las escuelas del país sean más inclusivas. Las autoridades de la SEP hacen declaraciones sobre impulsar la mejora de las instalaciones y la preparación del personal. Se trata de tareas elementales si el objetivo es reunir las condiciones adecuadas para acometer proyectos inclusivos de amplio espectro. La tarea no pasa solamente por mantener a los estudiantes en las aulas, también se requiere un servicio docente con estrategias atentas a la diversidad.

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Alumnos de la licenciatura en Educación Especial presentaron el programa Más Conciencia Igual a Más Inclusión. Foto: Hola Xalapa

ALUMNOS Y APRENDICES

La mayor parte de la población mexicana ha crecido en un ambiente donde las personas con capacidades diferentes estaban ocultas, segregadas. Desarrollar dinámicas ajenas a los espacios públicos habituales y acudir a instituciones especializadas son las vías que suelen transitar los individuos con discapacidad.

La propuesta actual de modelo educativo plantea que en el mismo espacio puedan trabajar todo tipo de alumnos y que los docentes den seguimiento a cada estudiante según sus necesidades, sin caer en algún tipo de segregación.

No se puede obviar que, lograr un auténtica inclusión exige, además de infraestructura adecuada, una participación social comprometida con la causa.

En este sentido, un primer eslabón ubicado fuera de la familia se localiza en la convivencia en el salón de clases.

Los niños acostumbran ser directos y no tienen prejuicios hasta que los adquieren, esto en un momento dado conduce a que, producto de su curiosidad, alguien resulte lastimado. La prevención, entonces, se torna indispensable, es necesario acompañar a los infantes y guiar la construcción de relaciones sanas en el aula.

En cuanto a la trinchera familiar, ayuda que los padres se hagan a la idea de responder las preguntas de los hijos sin opiniones preconcebidas. La tarea es ayudar a los vástagos a entender lo que conlleva la limitación del otro, explicar la situación del condiscípulo hace más fácil iniciar el proceso para verlo como su igual.

Un segundo punto es el relativo al ejemplo brindado a los pequeños. Si el infante ve a sus padres comportarse de forma irrespetuosa con la persona que sufre alguna discapacidad o con sus familiares, los niños replicarán el patrón.

Una recomendación es enseñar al niño a respetar la privacidad de la familia y de su compañero, que presione en busca de información, especialmente cuando ya se le ha hecho la petición de que no siga indagando.

Al interior del aula la misión es concebir una atmósfera cooperativa donde la convivencia se desarrolle sin la presencia de prejuicios u ofensas.

POSIBLE

Investigaciones con niños que tienen hermanos o amigos con capacidades diferentes han demostrado que esos infantes son capaces de desarrollar estrategias de convivencia sana y virtudes (paciencia y solidaridad), además de un grado considerable de empatía.

Ejercitar ese “ponerse en los zapatos del otro”, cuando es fomentado tanto en el ámbito familiar como en el escolar favorece la instalación de un clima de respeto.

En el papel de la reforma se trazó un modelo inclusivo en el que todos los involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje participan en la obtención del objetivo: consolidar una educación que forje ciudadanos libres, participativos, responsables e informados, comprometidos con mejorar el entorno social y natural.

Sin embargo, se requiere algo más que buenas intenciones a la hora de aterrizar acciones que garanticen una formación integral, de calidad, con equidad. La adopción de estrategias cuya meta sea eliminar las barreras y fomentar la participación, reestructurar y acondicionar escuelas, garantizar la igualdad de oportunidades, practicar la tolerancia, erradicar todo tipo de discriminación, eso y más es lo que demanda una verdadera inclusión.

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