Si Usted ha visitado Roma, o simplemente ha visto películas o grabados de la época de la república, encontrará estampadas en muchas partes las letras SPQR (Senatus Populus Que Romanus) lo que significaba la unión del Senado con el Pueblo Romano; identidad que permitió a esa nación convertirse en el imperio más grande y poderoso de la antigüedad. Este acuerdo surgió de luchas populares por lograr que la ciudadanía tuviera oportunidad de participar activamente en el gobierno de Roma.
En el año 37 de nuestra era, ascendió al trono Cayo Julio César Augusto Germánico, mejor conocido como "Calígula"; un emperador que recibió cálida acogida por todo el pueblo (no es albur, no sean así). Pero en pocos meses se transformó en un gobernante arrogante, iracundo y grosero. Una serie de errores en su administración y su idea de adquirir bienes suntuosos y construir palacios admirables derivaron en una crisis económica y en una hambruna. Emprendió un conjunto de reformas ineficientes que acabaron por vaciar el erario; Calígula reaccionó acusando falsamente a algunos caballeros de la crisis del imperio, jamás reconoció responsabilidad alguna de él o de sus lacayos. Desesperado por las crisis y su bajo perfil de aceptación ciudadana, puso en marcha medidas improcedentes para restablecer la confianza ciudadana y promovió incansablemente la autoridad del príncipe.
El emperador comenzó a exigir que se le respetara de manera mítica; nadie podía contradecirlo y refería a sí mismo como un dios; se mandó erigir templos blancos y empezó a aparecer como un dios ante la plebe, aparentando entenderse con ella, haciendo promoción de cercanía popular. Albert Camus, genial escritor francés redacta una obra teatral intitulada "Calígula" en ella el emperador atiza a su tesorero con la frase "Haz perdido una preciosa oportunidad de quedarte callado", consejo que jamás Calígula aprovechó para sí mismo ya que cometía continua y permanentemente errores garrafales en sus expresiones y mensajes.
Hoy en México, la sociedad civil ha despertado y está constituyendo organizaciones libres que día a día ofrecen lo mismo críticas que respuestas efectivas y reales ante la incompetencia de gobierno; este tiene sólo dos opciones: o se apoya en ellas y todos crecemos, o reprende y hasta combate con lo que se precipita al fondo de abismo; justo lo que sucedió con el regaño bulístico de enrique peña nieto a los integrantes de foro sobre seguridad.
Mucho más allá del famosísimo bullying del que ya han leído infinidad de comentarios, memes, caricaturas y editoriales, está la relación pueblo-gobierno. Nunca en la historia de México, como en este sexenio, el divorcio entre la ciudadanía y las autoridades ha sido tan amargo. Se habían dado distanciamientos, pero ahora existe desemejanza y hasta rompimiento. Somos perfectamente conscientes de la capacidad discursiva del presidente, a nadie le es extraño su comportamiento desatinado, pero mostrar enojo y acusar a quienes quieren ayudarle de ser los responsables de la crisis que vive el país, está más allá de lo admisible, asemeja la ira de Jehová y está decidido a mandar contra las organizaciones de la sociedad civil, un diluvio universal que las desaparezca.
Lo trascendente no es que el ejecutivo se haya sentido buliado por la sociedad civil, sino que se atreve a regañarla y, sobretodo, advierte que él siempre tiene la razón, que es incomprendido y, más que nada, que él entiende perfectamente la gravedad del problema nacional en materia de inseguridad y nadie se lo va a explicar; sobreentiende, equivocadamente, eficiencia por esfuerzo, cree que corriendo mucho alrededor de la montaña se alcanza la cumbre. Dicen los médicos que la primera acción para curar a un enfermo es que éste acepte que lo está, sino, jamás podrá ser curado. El presidente se siente ofendido, presume que está realizando acciones efectivas y que es tratado injustamente; eso es patológico, socialmente hablando.
El problema se agrava cuando el gobernante es déspota e intolerante, porque al carecer de sensibilidad por los demás; su ambición por el éxito, obtenido o enunciado bajo presión de sus lacayos, lo vuelve más egocéntrico y menos empático; considera sus decisiones perfectas y nunca interactúa en equipo, ¿para qué, si él siempre tiene la razón?; esto imposibilita la reflexión, la autocrítica y, tanta ambición de poder le intoxicará, agravando cualquier crisis que esté bajo su dominio y pudiera corregirse.
Ante esa situación, no es posible dar respuesta a reclamos como el que recientemente hiciera el Fondo Monetario Internacional al declarar que "México debe fortalecer su Estado de derecho, así como mejorar la gobernanza y el combate a la corrupción, la informalidad y la inseguridad, porque siguen obstaculizando el crecimiento económico y sin este marco de legalidad las reformas estructurales no darán el fruto estimado"
Por ello ha llegado el momento de Invitar a una reflexión cívica a los millones de mexicanos que han sufrido vejación de sus derechos, pérdida de sus seres queridos por la delincuencia, asesinados o desaparecidos y violencia al ser despojados de sus bienes materiales, pero sobre todo por los más de 125 millones de mexicanos incomprendidos por quien ejerce el poder y se ensaña en acusarlos de ser ellos los culpables de todos esos crímenes.
Quedan en el tintero otros muchos Bullyings contra el pueblo de México como el del uso de casi 60 mil millones de pesos en el gasto de promoción del presidente o el ejecutado contra agentes policíacos de Torreón, despedidos con una renuncia voluntariamente aceptada gracias a fatídicas amenazas, idénticas a las de los caciques revolucionarios que forjaron al PRI, quienes cuando querían una propiedad barata ofrecían al propietario: "o me la vendes tú, o se la compro a tu viuda".
