LA MUERTE NO ES EL FINAL DE TODO, SINO EL PRINCIPIO DE TODO
¿Qué es la muerte? Interrogante delicado y elusiva que el hombre se ha hecho constantemente, y que trata de responder en el modo más correcto posible desde diversas fuentes que se entrecruzan como la medicina, la filosofía, las creencias religiosas y los miedos irracionales. La celebración del día de muertos el próximo miércoles, despierta sentimientos encontrados entre las tradiciones y los recuerdos de seres queridos que ya no están físicamente entre nosotros, pero también nos invita a profundizar en esta respuesta que es importante asumir, porque como se entienda la muerte se vive la vida.
Paradójicamente la muerte no puede ser objeto de experiencia histórica y empírica, porque en el instante del paso, no es posible una comunicación con los vivientes. La muerte misma huye en el instante de su realización. Pero al mismo tiempo, desde otro punto de vista, es causa indirecta pero real, de una variadísima serie de fenómenos y de productos culturales.
Tal vez los hombres se han habituado así a esta ausencia-presencia, llamando "muerte" a lo que lo rodea y no a su íntima realidad. Aunque todo el conocimiento acumulado en torno a este tema no satisface a fondo nuestra curiosidad sobre la muerte misma, sin embargo es útil y necesario asomarse a ella para dar sentido a nuestro vivir. Quien opina que debe reprimir la idea de la muerte, vive una existencia hecha de apariencia y de falta de autenticidad. Vejeta. No vive auténticamente como persona. La muerte reprimida vive agazapada, escondida, pero con efectos inquietantes en su inconsciente y subconsciente, cerrando los caminos a la verdad de la vida.
Ante la necesidad de dar sentido a la vida y a la muerte, cada cultura da sus respuestas. La rica cultura mexicana respondió amalgamando bellamente las razones de vivir y de morir precolombinas y cristianas. Es por eso que la tradición del día de muertos en México, se enfrenta con una tradición americana que tiene su muy particular manera de dar respuesta a las mismas interrogantes desde otra visión del mundo muy diversa a la nuestra. Asumir acríticamente conceptos de vida y de muerte fuera de contexto, repercute negativamente en la concepción de la realidad que se ha formado como acervo cultural intangible pero trascendente, que ayuda a situarnos en la realidad de modo armónico. En el sí particularmente nuestro que damos a la vida frente a la muerte reconocida como dotada de sentido, logramos una última libertad también respecto de la vida, de manera que se convierte en el contenido de nuestra existencia, nuestra fuerza y nuestra alegría. (¿Habría que analizar cómo interpreta Disney nuestra cultura en su nueva película "Coco").
No se equivoca Ivan Illich cuando ve en la capacidad de decir un sí dotado de sentido a la fragilidad, a la enfermedad y a la muerte el fundamento de una salud genuinamente humana. Se trata de tener la valentía de la verdad en relación con nuestra existencia terrena, valentía que a su vez influye en esta existencia que camina consciente a la sombra de la muerte. Es afirmar agradecidos día a día, nuestra vida efímera con la mirada puesta en la muerte, y de llenarla de sentido también en las horas de dolor. En la concepción mexicana de la muerte es una celebración porque es liberación, una puerta a la plenitud.
"La muerte -dijo San Juan Pablo II (14 dic. 1989)- sucede cuando el principio espiritual que preside la unidad del individuo no puede ya ejercer sus funciones sobre el organismo y los elementos del organismo dejados a sí mismos se disocian. Ciertamente esta destrucción no golpea a ser humano entero. La fe cristiana - y no sólo ella - afirma la persistencia, más allá de la muerte, del principio espiritual del hombre". Los zombis y demás seres de ultratumba del Halloween, proclaman la desintegración. En cambio la celebración cristiana de los fieles difuntos, celebra la permanencia del hombre más allá de la muerte.
