Columnas la Laguna

DE GLADIADOR A FILÓSOFO

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

En su temprana juventud -15 años, 40 kilos de peso y un metro 40 de estatura- fue boxeador en los torneos llamados "Los Guantes de Oro"; ganó las dos únicas peleas que pudo aguantar en el rudo deporte, la primera estuvo a un paso de perderla porque el rival, más pesado y de mayor edad, lo botó del cuadrilátero con un potente gancho de zurda a la zona hepática "que todavía me duele". Sus seguidores lo levantaron del suelo, lo treparon con dificultades al encordado pues tenía semi paralizada la pierna derecha pero eso no mermó sus facultades de gladiador romano y en el segundo episodio con cinco golpes de metralla y un sólido derechazo mandó a la lona al atrevido, quien levantó la bandera blanca con la cara bañada en sangre.

Inventor de un archivo peculiar que no requiere de muebles, cajones, carpetas, índices foliados ni secretarias, maneja con la pura mente todas las letras del abecedario para identificar o recordar los nombres de las personas, las ciudades, los mares y los ríos, de manera especial los apelativos de los grandes maestros del derecho francés, Planiol, Ripert, César, Voltaire y René Descartes, filósofo, matemático y físico galo. Incrédulo le lanzo un reto- A ver, nómbrame una ciudad que empiece con la letra B. -Belo Horizonte, responde sin demora. ¿Y con Z? -Zihuatanejo.

Su mente privilegiada no olvida detalles y experiencias de su vida estudiantil y profesional en Coahuila, Nuevo León y la ciudad de México donde permaneció unos veinte años laborando y estudiando como pasante de criminología. Abrió en la capital del país, por su cuenta y riesgo un despacho de asistencia jurídica ubicado en la avenida Luis González Obregón entre las calles Brasil y Argentina, a tres cuadras del Zócalo y a media cuadra del portal de Santo Domingo.

Por su cercanía con Alfonso Tavira y de Noriega, director de ciencias políticas de la PGR y luego autoridad principal en el célebre penal de Almoloya nuestro personaje tuvo la oportunidad de conocer en los años 70 la gran cárcel a prueba de fugas por túneles y comprobar personalmente la vida ostentosa que disfrutan desde entonces los grandes capos en prisión: celdas de lujo con televisión, consolas, alfombras, cocina, cocinera, bebidas alcohólicas a la mano y una criada para la limpieza.

Tavira de Noriega intentó acabar con esa corrupta práctica antañona y eso le costó la vida. Sobrevivió a un primer atentado por envenenamiento con gas en su departamento pero tiempo después murió acribillado por sus propios custodios a la altura de los Indios Verdes, hechos que relata el protagonista de estas letras como si hubieran sucedido ayer.

Estudiante de derecho en la Universidad Autónoma de Monterrey, impulsó, junto con sus más de 500 compañeros, la apertura de un turno vespertino para educar a los trabajadores que no tenían tiempo para acudir a las clases normales, un sistema adoptado por el resto de las facultades y escuelas secundarias y preparatorias del país, destaca su biografía personal.

Orgulloso de sus andanzas y con una carrera profesional siempre en ascenso, se diversificó en las especialidades académicas y se graduó con el correr de los años como contador privado, bachiller en filosofía y derecho, licenciado en ciencias jurídicas, licenciado en filosofía, maestro de pos grado en criminología y abrió en diferentes rumbos de la ciudad de Torreón despachos de servicios de asistencia jurídica, penal, civil, amparos, divorcios, intestados, laborales y pensiones alimenticias.

Fue miembro del Consejo de la Judicatura Federal con un registro único -59580-, coordinador del Movimiento Jurídico Nacional "El Barzón" y secretario general adjunto del comité directivo estatal del movimiento "Convergencia Coahuila". Aficionado a la fiesta taurina, recuerda con admiración al Gitanillo de Triana, su tocayo en nombre y apellido. Como galán tampoco perdió el tiempo en sus años mozos. De "ojos coquetones" cautivó a la secretaria del gerente de una empresa regiomontana interesado también en la dama y eso le costó el empleo, pues lo corrieron la misma tarde en que se descubrió el incipiente triángulo amoroso.

Paralelamente con su preparación académica, sobresalió en los movimientos de carácter político tanto en su tierra natal como en el Distrito Federal: promovió en los principales municipios de Coahuila la candidatura de Moya Palencia a la Presidencia de la República pero éste no ganó porque José López Portillo, primer mandatario, le retiró el dedo. "JLP obligó a renunciar al gobernador y pro moyista Flores Tapia, acusándolo de un desfalco por dos mil millones pesos, un monto de risa comparado con los 36 mil millones que se le atribuyen al ex gobernador Moreira", comentó con sorna José Luis.

Así mismo se convirtió en líder de los inquilinos agrupados en la CNOP y de México DF lo invitaron en 1974 a incorporarse como asesor jurídico a la Asociación Nacional de Inquilinos cuyos dirigentes le prometieron un automóvil nuevo que todavía sigue esperando.

Con esa representación se pronunció a favor de las rentas congeladas y entró en dimes y diretes con los casa tenientes. En la metrópoli impresionó favorablemente a una de las demandadas al grado de que ésta le regaló una línea telefónica para su despacho en México, "línea que quedó instalada al día siguiente luego de llevarle con mis manos al funcionario de Telmex encargado de esos trámites, una botella de Vodka Viborova por instrucciones de mi nueva clienta", reveló muestro amigo y compañero.

Con orgullo igualmente recuerda haber sido uno de los cuarenta elegidos para su admisión en los cursos propedéuticos del Instituto de Ciencias Políticas de la Procuraduría General de Justicia. Concursaron 300 aspirantes procedentes de diversas partes de México y países latinoamericanos como Ecuador, Panamá, Argentina, Chile y Perú. Las becas fueron por un año.

Además, se desempeñó como "evangelista" en la plaza de Santo Domingo, donde escribía cartas de recomendación dirigidas a la secretaría de Relaciones Exteriores avalando la conducta de los interesados en trabajar en los Estados Unidos, "cartas apócrifas naturalmente porque no conocíamos a los solicitantes. Cada carta costaba treinta pesos, veinte para nosotros y diez para el ¨traidor¨ o sea el que llevaba a los clientes", aceptó con rubor. Se justificó enseguida: "Las necesidades lo arrastraban a uno, un provinciano en la capital, a entregarse a ese tipo de actividades para sobrevivir".

El protagonista de estas aventuras sorprendentes es el lagunero José Luis Triana Torres, ahora en el retiro en la confortable Casa Hogar de Lerdo. "Y también entiendo y hablo el latín y un "poquito" griego, francés e inglés" presumió de salida, él de la sala de entrevistas a su "suite" y yo a la calle con las primeras luces del atardecer…

Leer más de Columnas la Laguna

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas la Laguna

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1392507

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx