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Adiós a la simetría

Un mal extendido y que implica fuertes gastos

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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DR. FABIO PÉREZ VÁZQUEZ

Se manejan dos tipos de corte a la hora de evitar la infecciosa propagación en un organismo y en ambos el punto de referencia es la articulación del tobillo: si se acerca a ella, se considera amputación mayor: si está alejado, la separación es 'menor'.

Un mal que amenaza a millones de personas y que puede derivar en vidas incompletas, ese es el pie diábético.

Se estima que entre el 15 y 25 de cada 100 pacientes con diabetes mellitus (DM) muestran, durante el curso de su enfermedad, la combinación de síndromes en la base móvil del cuerpo.

Suele afectar, principalmente, a varones y surge a partir del inadecuado control de la glucemia (presencia excesiva de azúcar en la sangre) que se prolonga por tiempo considerable.

En naciones avanzadas, con importantes niveles de ingresos, se tienen registros de que hasta un 5 por ciento de los individuos con DM acaba con problemas en las plantas y frecuentemente esto deriva en citarse con el quirófano.

Cercenar alguno de los apoyos naturales del individuo implica una discapacidad y un riesgo mayor de mortalidad prematura.

Otro aspecto atroz de la cuestión es su tendencia a propiciar frecuentes ingresos en clínicas y hospitales con el consecuente incremento de los gastos por atención médica, rehabilitación y tratamiento.

En Estados Unidos el costo de la amputación derivada de un deficiente manejo glucémico se ubica en el rango de los 30 mil a los 60 mil dólares (de 573 mil pesos a l millón 146 mil pesos al tipo de cambio actual).

Se manejan dos tipos de corte a la hora de evitar la infecciosa propagación en un organismo y en ambos el punto de referencia es la articulación del tobillo: si se acerca a ella, se considera amputación mayor: si está alejado, la separación es 'menor'.

El pie diabético por sí mismo es todo un reto. Los pronósticos apuntan a que el problema de perder ese remate de extremidad inferior se acentuará porque la incidencia de la mellitus avanza con paso firme en los países en vías de desarrollo.

Factores del incremento son los cambios en la cultura alimentaria y el sedentarismo. Además, el aumento de la esperanza de vida, traducido en una población envejecida, propiciará una mayor prevalencia (proporción de individuos con el padecimiento) de DM y de sus complicaciones.

CIFRAS

En 2010 se estimó que la población mundial aquejada de diabetes superaba los 152 millones de personas.

Según la Federación Internacional de la Diabetes, en el periodo 2011-2012, el total de diagnosticados con la afección crónica subió a 366 millones de individuos mientras que otros 280 millones corrían riesgo de desarrollarla.

Se prevé que en apenas 20 años el número de pacientes confirmados será de 552 millones y habrá 298 millones en el stock de potenciales.

La comunidad médica supone que hasta el 50 por ciento de quienes sufren por la glucemia pueden desarrollar en algún punto de su vida una úlcera en pie. De los que ven afectada su función motriz, dos de cada cinco sufrirán una amputación en un miembro inferior.

Sucede que en el pie se concentran efectos de la neuropatía diabética (pérdida de función nerviosa normal), de isquemia (detención o disminución de la circulación sanguínea), e infecciones como celulitis (inflamación del tejido celular bajo la piel). El cóctel nocivo produce lesiones en los tejidos o úlceras debido a traumatismos; los efectos, entre los que se incluyen malformaciones óseas de las bases móviles de la gente, van escalando hasta conducir al paciente al quirófano y de ese modo, la DM se ha convertido en la primera causa de amputación no traumática en miembros inferiores.

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SÍNTOMAS

Una cuestión que encarece los gastos es la exigencia de consultar a diversos profesionales, además de médicos, implicados en el manejo del pie víctima de azúcar: enfermeros, podólogos, ortopedistas.

El inicio del sufrimiento en la parte más baja del cuerpo comienza vía atrofia progresiva en su musculatura combinada con la sequedad en la piel asociada a la isquemia. En esas condiciones cualquier traumatismo dará lugar a una úlcera.

En el desarrollo de lesiones pedestres el primer síntoma que brinda un reporte claro de la situación es la disminución de lo que se percibe.

En las etapas iniciales se produce en la sensibilidad profunda y más adelante en la sensibilidad táctil superficial, dolorosa y térmica. Otro síntoma ilustrativo es el acortamiento en los tendones que altera la distribución de carga que soporta el pie.

Dedos en garra o en martillo y el engrosamiento de la piel que dificulta la movilidad articular son otras señas de identidad del padecimiento.

Factores que contribuyen a dificultar su manejo son el tabaquismo, la edad avanzada o un tiempo de evolución de la afección superior a una década, la movilidad articular disminuida, el mal control metabólico, portar calzado no adecuado, el deficiente aseo de pies, pertenecer a un nivel socioeconómico bajo, el alcoholismo y el aislamiento social.

ULCERADO

La etapa cero, la previa, muestra una base móvil de la pierna sin lesiones. Como es un pie de riesgo se observan callosidades gruesas, dedos en garra y deformidades óseas. En esta fase debe procurarse efectuar un lavado correcto con jabón neutro y un secado a conciencia, sin rastros de humedad. Si hay alguna uña encarnada se recomienda no cortarla. Limar el revestimento córneo de los dedos es lo apropiado. Se recomienda usar zapatos que no aprieten y aplicar antibióticos.

Luego vienen cinco grados de úlceras adscritas al extremo inferior en cuestión. El primero acarrea la destrucción total del espesor de la piel. En el segundo se producen llagas profundas y suelen aparecer signos de infección: celulitis, exudado purulento, olor desagradable.

En el tercer grado, a la úlcera profunda se suma el absceso.

En el siguiente escalón ya hablamos de gangrena, una limitada; en la última etapa, extendido hasta comprometer todo el pie; el paciente es ingresado para una amputación.

MÉXICO

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 del INEGI consigna que la vigilancia médica y la prevención de complicaciones dentro del tratamiento de la DM aún están lejos de alcanzarse.

El estudio del caso mexicano arrojó que nueve de cada cien diabéticos con diagnóstico previo reportó úlceras y al menos cinco entraron a quirófano a remover el miembro infectado.

Sentir ardor y dolor o bien perder sensibilidad en la planta de los pies fue la segunda manifestación más frecuente entre los aquejados por diabetes (41.17 por ciento), se ubicó debajo de la visión disminuida (54.46 por ciento).

Cerca de 46 de cada 100 de afectados no adopta medidas preventivas, enfocadas a evitar o retrasar alguna complicación por la enfermedad.

El reto está servido, pero sin la cooperación de las personas, ganarle la carrera al pie diabético se vuelve todavía más complicado.

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