EL CAMINO HACIA EL ARTE
De las múltiples formas en que es posible apreciar el arte, a la que estamos más acostumbrados es la visual. No es algo fortuito, ya que el sentido de la visión en el ser humano está desarrollado para brindar un panorama de su contexto en función de la supervivencia y el conocimiento del medio.
De esa forma hemos construido nuestra sociedad y forma de vida. Sin embargo, usualmente conocemos los cinco sentidos que le dan razón de ser a los estímulos que percibimos y que después codificamos en nuestro sistema nervioso central, pero la realidad es que tenemos once sentidos que nos permiten tener un panorama complejo de la realidad que nos envuelve y sobre ello tomar decisiones.
Pero estamos tan habituados a la relevancia de la vista sobre los demás sentidos que cuando la información se manifiesta de otra manera, se convierte en un reto prestar el mismo grado de atención, por ejemplo, a los estímulos sonoros o táctiles u olfativos.
En el ámbito artístico se juega con estas situaciones que implican retos perceptivos para el espectador, en las instalaciones es común que incorporen música y movimiento. Pero cuando el único estímulo es sonoro el proceso de transducción se torna distinto a aquel que si contiene otro tipo de información sensorial.
Pero ¿a qué viene este breve análisis de la percepción humana? En días pasados, se llevó a cabo dentro las actividades del Festival Revueltas la presentación de Jorge Viladoms y Lionel Cottet, pianista y Cellista, respectivamente. Por lo cual el estímulo principal fue por un canal auditivo, si bien un factor que influyó favorablemente fue la semblanza que hacían de cada pieza antes de comenzar a interpretarla, pero que aun así poder integrarlos como un todo.
Entonces ¿Qué sucede, cuando lo que percibimos carece de imágenes o conceptos ya creados como lo son las palabras? Lo primero que ocurre es un énfasis en la atención que se presta, después de eso la información viaja rápidamente al cerebro para hacer conexiones entre elementos que nos son conocidos y de la misma forma crear nuevas conexiones entre emociones y pensamientos de nuestra experiencia. Esta es la forma en que nuestro cuerpo responde, pero en lo que compete a la experiencia artística difiere un poco, porque el proceso no termina cuando ya se ha procesado la información.
El sonido -como lo es la música- se asocia con emociones y sentimientos que no están condicionados por ideas preconcebidas, por lo que facilitan la conexión con aquellos elementos que se dificulta traer al plano consiente, por ello su amplia utilización en terapias que involucran el arte.
Pero en sí, la experiencia artística que se da cuando una persona escucha la música es un proceso tan abstracto que no solo le lleva a sublimar emociones, también a mantener en acción las células neuronales, así que por salud, gusto por las artes o vivir experiencias distintas, el disfrute de la música se renueva y continua sorprendiendo al oído que está dispuesto a escuchar.
