Cataluña amanece con tensión por votación
La comunidad autónoma de Cataluña amanece este domingo en medio de la tensión por el referéndum con el que busca su independencia de España.
Por un lado, la policía tiene órdenes de impedirlo y, por otro, los organizadores han advertido que no lo detendrán. Cientos de personas pasaron la noche y madrugada en las escuelas designadas como centros de votación, a fin de impedir que la policía tomara control de ellas.
Sin embargo, los agentes recibieron instrucciones para desalojar a los promotores del referéndum al amanecer, antes de la apertura de casillas.
Imágenes difundidas en redes sociales muestran ya boletas y urnas siendo distribuidas, así como grupos de ciudadanos agrupados en los centros de votación.
La situación en Cataluña acapara la atención de prácticamente todos los medios de comunicación en España, Europa y otras regiones del mundo.
ESPAÑA, FRACTURADA
Cataluña vota este domingo 1 de octubre si quiere independizarse de España. Debido a la contundente estrategia judicial de las autoridades españolas, parece seguro que no se darán las condiciones para que la votación sea asimilable a un referéndum válido a los ojos de la comunidad internacional. Pero eso no ahoga las dos grandes preguntas sobre el conflicto: ¿cómo se pudo llegar hasta aquí? y ¿qué sucederá después?
En una lucha tan enconada, ni siquiera existe un acuerdo sobre cuándo surgió el problema catalán. Algunos autores hablan de la Edad Media, casi desde la creación del Estado español, mientras que otros se remiten al siglo XIX, cuando España perdió sus últimas colonias. En ese momento, Cataluña emergía como potencia industrial, con una burguesía que ni se sentía identificada con la decadencia española ni veía que el Estado defendiera sus intereses comerciales.
Sea cual sea la versión, ambas coinciden en que el problema tiene raíces socioeconómicas y culturales. En Cataluña se habla un idioma propio y existe una percepción de ser diferente al resto de España. Fue en el siglo XX cuando estas circunstancias se cristalizaron en un movimiento político, y en 1931 y 1934 se proclamaron fugazmente dos modalidades de República catalana, fijando un patrón de conflictividad que la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) sofocó mediante la represión del sentimiento catalanista.
La democracia y la creación del Estado autonómico con la Constitución española de 1978 ofrecieron una fórmula de integración aceptable para los catalanes. Entonces el poder en España quedó descentralizado y sólo 5% de catalanes se reclamaban independentistas.
