‘Morir sin perder la existencia’
“Espiritualmente se considera a la muerte como la separación del cuerpo y el alma. Por lo tanto, la muerte implicaría el final de todo, incluso el final de la propia vida, pero no de la existencia; La muerte como tal, es la destrucción o el final de algo”.
Hay a nuestro alrededor y quizás a nuestro lado, alguna persona que ha muerto sin perder aún su vida, porque su alma intenta abandonar su cuerpo en una lucha febril contra los demonios que destruyen su existencia. Algunas de estas personas son las que están sufriendo la pérdida de un ser querido, de su pareja, de su empleo, etc., algunas otras, simplemente por capricho para fastidiarse a ellos mismos, por chantaje y algunas otras abandonadas o incomprendidas, con traumas o aparentemente desvalidas. Y lo más triste es que dentro del trato del día a día, no alcanzamos a identificarlos porque los vemos como personas normales con problemas y ausencias, igual que las nuestras, nada extraordinario, nada fuera de lo común.
Cualquiera que sea la razón que alguien tiene para querer morir, no se justifica, porque siempre será una falta de respeto al esfuerzo de tantas personas en fase terminal que anhelan otra oportunidad para seguir viviendo, a tantos que siguen en una lista interminable para obtener la donación de un órgano; a niños, jóvenes, adultos y ancianos desahuciados que se resisten a terminar con su existencia porque saben que con todo y sufrimientos, la vida es hermosa. Hay quienes estando al borde de la tumba, quisieran seguir viviendo para terminar lo que ellos no quieren dejar pendiente, porque sienten que todavía tienen muchas cosas por hacer y razones para seguir viviendo o no quieren faltarle a nadie por el dolor que su ausencia puede causar en sus seres queridos.
Quien ahora quiere terminar con su existencia o que cree que su vida no vale nada, antes de intentar cualquier cosa por abandonar los placeres de este mundo, debiera pensar que su desgracia no es comparable con el sufrimiento de quienes esperan un milagro para escapar de las garras de la muerte. Hay quienes se dice han estado a punto de perder su vida en eventos inseguros o de peligro o han estado al borde de esta horrible experiencia y ahora se ocupan en tareas productivas y de servicio, que los hacen sentir personas interesantes y valiosas.
Nadie tiene porque terminar bajo las ruedas de un vagón o con un tiro en la frente, nada justifica ni es necesario cortarse las venas, tragarse todo el contenido del frasco de fármacos o arrojarse al vacío desde un puente o edificio y antes de intentarlo valdría la pena poner todo en una balanza, por un lado el valor de su vida contra el valor de cualquier problema. A veces sentimos que nadie nos quiere, sencillamente porque no nos dejamos querer o exigimos que nos quieran a nuestra manera y eso es imposible. Nuestra vida es tan valiosa como otras y tan importante como la de los demás, mientras nosotros mismos sepamos valorarla.
Juan Antonio Aguilar Tello
Torreón, Coah.
