Doctor en Casa

Siempre en mi mente

El limbo entre la obsesión y la compulsión

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Perla Graciano y Ma. del Rosario Aldaba González

Abre los ojos y mira por la ventana: ya amaneció. El despertador ha estado sonando desde las siete de la mañana. El reloj ahora marca las ocho. Es momento de iniciar otra vez, desde cero. Baja los pies con cuidado para no tocar el suelo. Coloca primero el pie derecho en la sandalia respectiva y luego el izquierdo. Se levanta y se dirige al baño. En el camino se topa con Camilo, el perro de la familia. La angustia irrumpe sorpresivamente. Camilo no debería estar adentro -pues anda en la calle y camina por lugares donde habitan gérmenes, bacterias, virus… ¡y eso podría provocar enfermedades e incluso la muerte! -. Se detiene y lo mira. No puede pasar por donde él está. Es imposible seguir. Se pregunta si Camilo habrá estado también en el baño, la cocina, la sala -¡seguramente lo ha ensuciado todo! -. Se acelera su ritmo cardiaco. Tiene que regresar a su habitación hasta que todo esté limpio nuevamente. Su padre le ayudará a sacar a Camilo de la casa y a limpiar, piensa. El padre considera que aquello es una exageración, pero lo hace. Una vez hecha la “descontaminación”, reanuda su recorrido hacia el baño. Mientras toma una ducha, limpia las sandalias y sus pies una y otra vez porque nunca es suficiente. Cree que veinte veces no son suficientes y a veces pierde la cuenta y debe empezar desde el principio. Cuando termina, limpia el baño hasta que no queda mancha alguna porque, si no lo hace, podrían proliferar hongos e infectarle. Sale del baño. Son las 11:11 de la mañana. Las horas se han ido volando y ella también piensa a veces que su vida y su energía se evaporan entre los múltiples rituales que obligadamente debe cumplir para prevenir una catástrofe evitable. Así no pasará nada. Así podrá mantener el equilibrio. Así seguirá viviendo porque la enfermedad y la muerte acechan en cualquier momento, atacando a los desprevenidos. Ahora tiene que descubrir a qué muebles se subió el perro…

“Llamamos obsesión a las ideas, pensamientos, impulsos e imágenes intrusos y persistentes en la mente del ser humano, que se repiten constantemente. Aun cuando se trate de evitar pensar en ello, ahí está: no puede desaparecer. El propio paciente puede valorar estos pensamientos e imágenes como absurdos, sin embargo están presentes sin poder deshacerse de ellos”, explica sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), la psicoterapeuta Ma. del Rosario Aldaba González, Máster en Terapia de Pareja y Familia, Diplomada en Tanatología, Perspectiva de Género y Terapia Cognitivo Conductual.

“Ante la ansiedad que invade su mente estas personas recurren a rituales, lo que les permite disminuir la ansiedad y angustia generadas por la obsesión. El paciente hace uso de estos rituales para poder calmar el terror en su mente, provocado por lo que cree que va a suceder. La compulsión se manifiesta en rituales que se vuelven repetitivos y el paciente realiza para mitigar su ansiedad, aunque sea por un momento”, añade.

“Todos los seres humanos podemos tener en algún momento de nuestra vida pensamientos o imágenes obsesivas e incluso realizar algún ritual para desaparecerlos. La diferencia radica en el control que ejercemos sobre ellas. Por ejemplo, si una persona va manejando y piensa que puede chocar, recurre a su razonamiento conduciendo con precaución y eliminando el pensamiento, pero si ese pensamiento surge en la mente de un obsesivo, podría repetirlo constantemente hasta llegar a accidentarse realmente”, comenta.

Manifestaciones

“El trastorno puede manifestarse como una obsesión por la limpieza, el orden, la comprobación, la repetición, las normas, la organización, por enumerar, hacia la religión, etc., al punto de que puede llegar a descuidar el objetivo último de lo que está realizando. Hay personas que al vestirse tienen un orden específico para hacerlo: primero los calcetines, luego la ropa interior, la playera, el pantalón, la camisa, el cinturón y al final los zapatos. Si no siguen este orden la ansiedad y la angustia se manifiestan y tienen que desvestirse para reiniciar la secuencia en el mismo orden de siempre para aminorar su ansiedad”, explica la Maestra.

La obsesividad es un trastorno incapacitante. Un paciente con este trastorno puede llegar a lavar sus manos desde 7 veces llegando hasta 40 repeticiones seguidas o más. Esta acción está relacionada con la idea obsesiva de la contaminación. Otros pueden pensar que al tocar una mesa tal vez otra persona que tiene alguna enfermedad la tocó antes que ellos y pueden contagiarse.

En la mañana algunos se levantan y “empieza el viacrucis”, como manifiestan los pacientes en consulta. Al lavarse las manos algunos tienen que ir contando y si pierden la cuenta deben iniciar otra vez, lo cual les causa malestar ya que pierden mucho tiempo. Algunos pacientes llegan muy temprano o muy tarde a su trabajo o sus citas y esto los vuelve disfuncionales.

Los pacientes comprobatorios tienen que cerciorarse una y otra vez de las acciones que ya realizaron, como regresar varias veces para verificar que la puerta de la casa esté bien cerrada, o la llave del gas, las puertas del armario, la alarma del coche, etc. Por otro lado tienen muy poca o nula capacidad para delegar tareas o trabajos, a menos que los otros se sometan a su forma de hacer las cosas.

Los pensamientos fatalistas se introducen una y otra vez de forma involuntaria en la mente del paciente con TOC. Por ejemplo, si una persona ve un cuchillo en la cocina y piensa que podría lastimar a algún ser querido, entonces amarra todos los cuchillos con cinta, los coloca en un recipiente sellado y fuera del alcance de su mano. La obsesividad y la compulsión lleva al paciente a un círculo vicioso del TOC donde se manifiesta la obsesión, llega la ansiedad, se realizan los rituales compulsivos y ésta se alivia temporalmente hasta que vuelve a iniciar el ciclo.

“Los pacientes con este trastorno sienten una angustia desmedida y creen que algo terrible les sucederá a ellos o a su familia. Por ejemplo, si pasan por debajo de una escalera no saben exactamente qué, ni cuándo, pero están seguros de que algo va a suceder. Entonces experimentan angustia, temor o ansiedad y se obligan a regresar, volviendo a pasar por debajo de la escalera como si aquél acto nunca hubiese sucedido. Los pacientes con Trastorno Obsesivo Compulsivo sufren mucho, albergan dudas todo el tiempo, sienten inseguridad y miedo a contaminarse o a ser agredidos. Constantemente están angustiados o sufriendo por alguna u otra cosa”. Las personas con TOC tratan de superar sus temores, preocupaciones y ansiedad mediante la compulsión ya sea de lavarse, repetir una acción hasta la perfección, revisar, ordenar, acumular, contar, entre muchos otros rituales.

La maldición del pensamiento perfecto

Un trastorno se detona no solamente por causas genéticas sino por el ambiente, la historia de vida o bien por alguna situación dolorosa para el paciente en cuestión. Aunque la ciencia progresa en sus investigaciones al respecto de trastornos mentales como el TOC, actualmente encuentra que el factor genético es uno de los más relevantes en la detonación del trastorno. Desde su experiencia en su quehacer psicoterapéutico, en la atención a pacientes con TOC y desde su especialidad con parejas y familias, la Maestra ha venido observando que el TOC como otros trastornos se puede desarrollar en una familia disfuncional con una formación rígida, castrante, con padres impositivos y ambivalentes. A mayor rigidez en una familia, mayor trastorno. Es importante mencionar que también se puede presentar en comorbilidad con otro trastorno.

“El obsesivo compulsivo no es ‘perfeccionista’: su pensamiento es el que debe ser perfecto. Las ideas e imágenes que entran en su mente de manera intrusiva acaban convirtiéndose en una obsesión. Las creencias y valoraciones negativas de sí mismo hacen que inicie nuevamente el círculo vicioso del TOC con el fin de atenuar la ansiedad, pero al poco tiempo viene un efecto de rebote cuando vuelve el pensamiento intruso -aquél que está latente, que no se esfuerza en pensar y que le hace sentir culpa: ‘debo estar libre de gérmenes’-, porque dice algo de sí que no le gusta e inicia la lucha contra ese pensamiento que debe ser perfecto”.

La Maestra explica que, puede ser que el niño en edad preescolar esté haciendo la tarea mientras su madre lo supervisa. A ella no le gusta, corta la hoja y le dice: “lo vas a hacer hasta que te quede perfecto”. Eso va al pensamiento del niño, que lo introyecta pensando: “tengo que ser perfecto para que mamá me quiera”, o “no soy lo suficientemente bueno”. Con el paso del tiempo estos pensamientos se vuelven intrusivos, persistentes y obsesivos. Son como un caldo de cultivo en la mente hasta que llega el momento en que surgen. El TOC se detona con la manifestación de la ansiedad y la búsqueda del paciente por mitigar ese malestar con un ritual o compulsión. Esto puede provocar una disfuncionalidad en la vida que necesite resolverse acudiendo al consultorio. “No es fácil clasificar el TOC en la primera sesión. Hay que llevar a cabo un proceso de análisis para determinar dicha clasificación”.

En cuanto a los niveles de este trastorno, la psicoterapeuta dice: “el hecho de que la persona no manifieste sus obsesiones, no quiere decir que sea menos grave. Porque puede ser que veamos a una persona y nos parezca extraña por los rituales que realiza, pero la situación es que no se atreve a pedir ayuda; a expresar que algo está sucediendo en su pensamiento y no se siente bien”.

Señala que a veces cuando las personas con este trastorno piden ayuda a un especialista es cuando comienzan a perder funcionalidad. Presentan conflictos con las personas de su alrededor, pierden su trabajo; a su pareja, o bien, presentan ansiedad que los deja disfuncionales. “En consulta, después de la entrevista, el análisis, la exploración y observación del paciente nos damos cuenta de que no nada más tiene un pensamiento obsesivo por la higiene, sino también por la comprobación o por el orden, por ejemplo”.

Tratamiento

Los pacientes que en la primera sesión llegan con una ansiedad generalizada a causa de la obsesión deben canalizarse al psiquiatra inmediatamente para su tratamiento psiquiátrico y una vez estabilizados iniciar con un proceso psicoterapéutico. Algunos pacientes posiblemente puedan mejorar esas ideas, pensamientos e imágenes repetitivos con psicoterapia solamente.

La maestra explica que una persona con TOC es un ser humano que sufre angustia, miedos, dudas y que hay mucho por hacer para coadyuvar en su bienestar. “Como profesionales de la salud mental desde el momento en que el paciente se pone en nuestras manos, adquirimos el compromiso de trabajar en el proceso terapéutico con la mejor estrategia y en ocasiones, de la mano del psiquiatra. Ya que si combinamos el tratamiento psiquiátrico con psicoterapia podemos ayudar más al paciente”.

Por lo general para este tipo de trastorno se emplea una labor conjunta entre psicoterapeuta, psiquiatra y familia, si ésta lo permite. “Por ejemplo, si el paciente acude primero con un terapeuta a veces solo con psicoterapia basta. Pero en otras ocasiones, si no disminuye la ansiedad o empeora, se canaliza con el psiquiatra”. Por el contrario, de acudir primero con el psiquiatra éste puede recomendar llevar a la par una terapia cognitivo-conductual después de estabilizar al paciente.

El TOC no se puede erradicar por completo. “Sólo se controla, se enseña a manejarlo y a cambiar la obsesión por otra más funcional que sea menos agresiva, menos aberrante”.

Destaca que este trastorno sí tiene la posibilidad de controlarse, por lo que es importante pedir ayuda. “Es importante que este tipo de personas busquen apoyo; que sepan que no están solos; que la ciencia sigue investigando sobre este trastorno y que hasta el día de hoy contamos con alternativas para mitigar su sufrimiento, sus miedos, angustias y dudas. Deben acudir a atención psiquiátrica y psicoterapéutica para tener una mejor calidad de vida, porque la merecen”.

Cuestión de empatía

A las familias de las personas que padecen TOC, por lo general les resulta difícil comprender esta enfermedad, piensan que es exagerado y que esos pensamientos obsesivos se pueden controlar fácilmente. “La familia no entiende que la persona está sufriendo tanto; que para esa persona realizar los rituales es importantísimo para que su ansiedad disminuya y pueda volverse un poco funcional”, explica la psicoterapeuta Rosario Aldaba.

La terapia sistémica también ayuda, ya que se trabaja con la familia para que vayan entendiendo el trastorno y comprendiendo al paciente, que sean empáticos -ya sean hijos, padres o hermanos, pues el paciente necesita de su apoyo y comprensión-. “En terapia sistémica se busca que la familia vaya desarrollando habilidades emocionales y cognitivas para que pueda apoyar a su familiar y colabore para que alcance un mayor nivel de bienestar”.

El TOC en México

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 2.6% de la población mexicana padece de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

• Esto quiere decir que aproximadamente 3 millones 68 mil personas luchan contra esta enfermedad.

• Este número es equivalente a llenar 30 estadios aztecas.

• Encontramos que en un salón de clases de 38 personas, 1 padece de TOC.

• Por lo tanto en México hay aproximadamente la misma cantidad de gente con TOC que población en Uruguay.

• El 70% de los mexicanos que padecen el trastorno lo desconoce.

• El trastorno obsesivo-compulsivo está dentro de los padecimientos psicológicos con mayor severidad, de acuerdo con la OMS.

• Los hombres por lo general lo desarrollan antes que las mujeres, presentando síntomas entre los 6 y 15 años, mientras que las mujeres lo desarrollan en la adolescencia o en los veintes.

• El TOC es el cuarto trastorno con mayor demanda en los servicios psiquiátricos y psicológicos en México y su falta de atención puede ocasionar discapacidad, pérdida de empleo, alteraciones en relaciones sociales e interpersonales.

• En México las personas tardan en promedio de 7 a 14 años en encontrar un tratamiento adecuado.

• Pocos profesionales de la salud están entrenados adecuadamente para tratar el trastorno.

Fuente: http://tocmexico.com.mx/

Mitos y estigma

Hay muchos mitos y estigma en relación al TOC y sus causas, sobre todo en América Latina. Entre ellos encontramos los siguientes:

El TOC no es tratable.

El TOC solo tiene que ver con el lavado de manos y limpieza.

Las personas con TOC se preocupan por cosas distintas que las personas sin TOC.

Todos los maníacos de limpieza padecen de TOC.

Todos tenemos un poco de TOC.

El estrés causa TOC.

La raíz del TOC se encuentra en la infancia.

El TOC es raro en niños.

El TOC es más común en hombres que en mujeres.

Exámenes clínicos confirman el TOC.

El TOC es un problema de fuerza de voluntad.

Las personas con TOC fingen sus síntomas.

El TOC es una enfermedad nueva.

El TOC es un castigo de Dios.

El TOC es contagioso.

La mala alimentación tiende a desarrollar TOC.

Una persona con TOC carece de Serotonina.

Es mi culpa que mi hijo padezca de TOC.

Fuente: http://tocmexico.com.mx/

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