Siglo Nuevo

The raid: adrenalina y ya

Cuando el ouch sale natural

Foto: Sony Pictures Classics

Foto: Sony Pictures Classics

IVÁN HERNÁNDEZ

El director de La redada prescindió de trama, diálogos y cualquier tipo de profundidad para armar un espectáculo donde el único punto de referencia es Rama y dos características: su condición de policía recto y su sapiencia a la hora de soltar mamporros.

Son representantes de la ley, van fuertemente armados, confían en su líder y tienen a su favor el elemento sorpresa. ¿Qué podría salir mal?

Poco después, el grupo se ha visto reducido a una expresión mínima y maltrecha. Lo que sería una operación complicada aunque realizable, se ha convertido, para los escasos sobrevivientes, en una imposible lucha por sobrevivir a golpe limpio.

En realidad, tenían todo en contra, jugaban de visitantes, no representaban a la ley sino al lado corrupto de la ley, el ataque sorpresa se acabó en el quinto piso, de un edificio de 15 niveles, y los delincuentes reaccionaron con extrema violencia. Los agentes restantes no pueden pedir apoyo debido al carácter clandestino de la redada. En el patio, los criminales hacen una pila de uniformados caídos.

El festival de balas se lleva cerca del primer tercio; el torrente de golpes se desata en la hora restante. Armas de fuego y combates cuerpo a cuerpo sostienen la intensidad y dejan el listón muy alto. No por nada, críticos como Peter Bradshaw, de The Guardian, consideran que Serbuan maut (2011), un filme indonesio también conocido como The raid o La redada, pone en vergüenza a las cintas de acción occidentales.

Decir que en la piel del espectador queda impreso el recuerdo de los golpes resulta poco exagerado. Uno puede sentir como se doblan las extremidades en direcciones perjudiciales y como se rompe tal o cual miembro a consecuencia de los certeros rodillazos y los metódicos puñetazos.

Duele, en el modo en que lo haría una tortura psicofísica, ver esta historia de dos hermanos, Rama (Iko Uwais) y Andi (Donny Alamsyah), inscritos en bandos opuestos; por un lado, el escuadrón especial al mando de Jaka (Joe Raslim) y, por el otro, las huestes de Tama (Ray Sahetapy). En la tropa delictiva destaca la dureza, agilidad y disposición a partir cráneos con sus propias manos, de un lugarteniente llamado Mad Dog (Yayan Ruhian).

AMBIENTE

El largometraje dirigido por el galés Gareth Evans se desarrolla dentro de un claustrofóbico escenario. Las escenas en los estrechos pasillos del edificio bien podrían ser un reiterado homenaje a una de las secuencias emblemáticas de Oldboy (2003) de Chan Wook Park o una propaganda encubierta de los videojuegos del género beat ´em up tan populares en el continente asiático y en los que el protagonista se enfrenta a hordas y más hordas de enemigos.

Frente al exceso de coreografías que se apoyan en cables y explosiones para generar algún tipo de reacción en un auditorio que no espera sino ver cosas volando, entre ellas a los personajes, nada como una película que se remite a lo básico: el contacto sangriento producto de habilidad, entrenamiento y un plan ejecutado con fluidez, armonía, integridad, arte marcial.

No es la primera vez, ni será la última, en que el cine oriental de peleas pone la vara muy alta. El director de La redada prescindió de trama, diálogos y cualquier tipo de profundidad para armar un espectáculo donde el único punto de referencia es Rama y dos características: su condición de policía recto y su sapiencia a la hora de soltar mamporros.

No llegamos a ahondar en los motivos que detonan la historia (no importa mucho en realidad); no nos enteramos de casi nada sobre el pasado de Rama y Andi (no es que sea necesario), no hay sino diez o doce minutos de diálogo, todos los que hablan usan frases cortas, como si tuvieran prisa por volver a la brega.

Con esas señas se entenderá que, al finalizar el filme, las primeras cosas que brotan en la cabeza, tras repetir las secuencias favoritas dos o tres veces, son preguntas como ¿cuánto personal médico fue utilizado durante la filmación?, o bien ¿a cuánto habrá ascendido la cuenta del ortopedista o del huesero?

Un buen indicador de las sensaciones que genera un título de proezas mano a mano, cuerpo a cuerpo, a ganar o morir, es el número de exclamaciones provocadas. Complemento importante de esa evaluación consiste en recordar la última vez que una producción con alguno de los emblemas occidentales (Stallone, Schwarzenegger, Van Damme, Statham, Reeves, Diesel, y demás) consiguió arrancarle al espectador interjecciones u onomatopeyas como “oh”, “uy”, “ouch”, “ah ja-ay”.

La respuesta bien puede remitirnos hasta 1988, año de magnífica cosecha con Bloodsport (Contacto Sangriento), Above the law (Nico), Die hard (Duro de matar) o Hero and the terror (El héroe y el terror).

En el caso de The raid, hay cuando menos tres batallas que producen genuinos lamentos de dolor por parte de quien observa. La primera es entre Rama y un grupo de macheteros en uno de los pasillos (la secuencia está disponible en Youtube); la segunda es el duelo entre Mad Dog y Jaka; en la tercera, los hermanos hacen equipo contra el perro loco y lugarteniente de Tama.

/media/top5/SNcineRaid2.jpg

Foto: Sony Pictures Classics

EFECTOS

La calidad de las coreografías es el principal atractivo de La redada, no permiten tomarse un respiro para odiar a Wahyu (Pierre Gruno), el veterano policía que mete a Rama y compañía en aquel lío.

Los actores y el director comentaron que si bien se tomaron elementos de varios estilos de combate, el dominante es una variedad indonesia de un arte marcial llamado silat.

La brutalidad es el sabor característico de Serbuan maut, tanto que su definición más común nos remite a una película sobre violencia donde todo es violencia o a una obra con amplia dosis de cínica brutalidad. Una descripción somera y algo ligera diría que la acción es la verdadera protagonista del filme.

Las cintas de calidad superlativa dejan sembrada en la mente del espectador la idea de reincidir, repetir el platillo y la emoción. Con los largometrajes de héroes sin mayores pretensiones que prevalecer a puño limpio pasa algo similar, pero el efecto es casi inmediato. Un puntapié lleno de ira en la base del cuello o una decapitación parcial a golpe de gravedad, por ejemplo, sujetan la mirada y provocan, inconscientemente, ese gesto de llevarse la mano a la manzana de Adán en actitud “sana, sana, colita de rana”. Para superar esos raptos de explícito espanto, nada como pausar la reproducción, retroceder unos instantes y volver a ver cuanto antes, incluso a velocidad lenta, la escena.

La excelencia de este rompedero de huesos se debe a dos de los actores, el protagonista y uno de los secundarios. Tanto Iko Uwais como Yayan Ruhian son expertos en silat. El caso de este último llama la atención porque comenzó a practicar artes marciales a los 13 años de edad. Tan se convirtió en un magnífico peleador que fue instructor del Pasukan Perigamanan Presiden, la guardia presidencial, y de la policía militar de su país.

SEGUNDA PARTE

El éxito obtenido prácticamente obligó a que se hiciera una segunda parte: Serbuan maut 2: berandal (La redada 2: matón). En ella se abandona el sórdido escenario de la fortaleza criminal para dar paso a lujosas oficinas de potentados jefes criminales.

Uwais repite en el papel de Rama y Yayan Ruhian también aparece pero, en un papel distinto, uno más pequeño aunque se compensa con una de las peleas más adictivas de la historia.

Las pistolas, instrumentos punzocortantes y demás utensilios para lastimar humanidades juegan un rol mayor, gracias a que los malos son encabezados por asesinos especialista: uno tiene un bat, otra un par de martillos y el jefe final le da cuerda a un par de cuchillas.

El filme comienza con Rama en prisión, luego se explica que es un policía encubierto en misión para infiltrar una mafiosa organización y desenmascarar autoridades corruptas. Su misión es acercarse a Uco (Arifin Putra), hijo de un capo de la vieja escuela.

La trama se agradece aunque pasa a segundo plano. La redada 2 sirve, fundamentalmente como un tutorial más completo que su predecesora acerca de maneras de castigar cosas tan frágiles como brazos, piernas, cabezas, torsos, cuellos.

Tanta violencia en tan poco espacio debería ser pecado. Después de entregarse a The raid uno repara en las tristes y bajas horas por las que atraviesan los fotogramas de acción en el lado occidental del cine.

Correo-e: [email protected]

The raid: adrenalina y ya
The raid: adrenalina y ya
The raid: adrenalina y ya
The raid: adrenalina y ya

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Sony Pictures Classics

Clasificados

ID: 1373396

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx