Columnas Social

ENSAYO SOBRE LA CULTURA

José Luis Herrera Arce

TIEMPOS DE ANARQUÍA

La anarquía es la ausencia del gobierno y la ausencia de la norma. Nada nos sujeta a nadie y no existe tampoco un límite que nos restrinja. Podría pensarse que estaríamos en la era de la absoluta libertad, la naturaleza animal en pleno donde se impone el fuerte, el listo, el poderoso, el rico que corrompe a todo tipo de legislación con el fin de imponer una voluntad egoísta e individual. Es el sistema que pone a todos contra todos, la decadencia de la sociedad, su disolución.

El utilitarismo nos ha llevado a eso, reducir al hombre a su esencia material y animal, sin trascendencia nos ha convertido en seres que únicamente satisfacen sus necesidades físicas y que ha dejado de definirse como algo espiritual. Desde el siglo XIX, a las artes se les considera inútiles por muchos pensadores positivistas. La ciencia nos ha reducido a nuestra definición química y fisiológica, al ser se le ha valorado por el tener, el núcleo social que es la familia se ha sacrificado por la individualidad y la supuesta libertad, que es un derecho que todos proclaman y que nadie sabe en qué consiste.

El poder y el dinero han logrado corrompernos. Cualquier hombre que tenga una posición de servicio de las que terceras personas dependan para lograr sus propósitos, se aprovecha de su situación para sacar ventajas. Los políticos han convertido su profesión en una manera de hacer fortunas millonarias, frente a sus gobernados que no encuentran la forma de salir adelante o tan siquiera de tener unas esperanza en el futuro de sus hijos. Ni siquiera los títulos profesionales son garantía de mejorar la posición social, porque las mismas universidades han entrado al negocio de los títulos bajo el mínimo esfuerzo. Un estudiante mediocre es un profesionista mediocre. El estudiante que ha entendido que al sistema se le puede corromper, hará lo mismo en su vida profesional. Si no hace falta saber para pasar, tampoco hace falta realizar a conciencia un trabajo para cobrar un sueldo.

La anarquía ha destruido la disciplina. Las teorías sicológicas educativas de la segunda parte del siglo XX lucharon en contra de los métodos disciplinarios escolares y sociales, porque según esto, afectaba a la psicología de los educandos. Al niño lo han vuelto altanero, y al joven, déspota. Se creen con derecho a todo (parte vital para una cultura de consumismo) y poco se fijan en las responsabilidades que se van obteniendo a medida que se hacen adultos. El libertinaje anula la responsabilidad. Se hace sexo en etapas tempranas, pero sin responsabilizarse del producto de sus actos. Los hijos pueden abortarse o se encargan a los padres. La prostitución es un oficio que se considera fácil de realizar con buenas ganancias. Tomar, fumar y drogarse son actos tan sencillos y con ellos se define la hombría o la adultez. Aunque uno se haga esclavo de la dependencia se considera libre.

Dejar hacer dejar pasar es el grito del liberalismo sin importar la consecuencia. Se puede estar destruyendo al mundo en que vivimos, pero si no vamos a sufrir las consecuencia, qué importancia tiene. Hay que eliminar la ley que nos estorba. El imperio del yo está en boga. Ha perdido sentido la comunidad, si la familia no tiene sentido, mucho menos la comunidad. Las leyes que regulan la relación entre los hombres pierden su vigencia. Nos burlamos de ellas.

El tiempo pasado no fue mejor. El absolutismo político, la monarquía, y religioso, no fue una respuesta que satisficiera a los hombres. Tampoco lo han sido los regímenes totalitarios ni de derecha ni de izquierda. Esclavizar la voluntad individual en aras de un paraíso más allá de la muerte que nadie conoce, o en aras de una sociedad perfecta que nunca se ha dado, ha dejado de convencer. No se pueden aceptar las inquisiciones, ni aunque sean santas, o las purgas, por beneficiosas que parezcan. Tampoco es posible doblegarse a los fundamentalismos que nos vuelven autómatas en aras de intereses turbios.

Hoy abunda la información y carecemos de respuestas. Hoy se han perfeccionado los medios de comunicación y nos comunicamos menos. Hoy se encuentra a la mano el disfrute estético para todo mundo y de todas las artes, hasta en forma gratuita, pero no es algo que se consuma. A pesar de toda la libertad que presumimos, somos esclavos de la mercadotecnia. Dependemos de los dispositivos modernos que hemos convertido en la extensión humana, pero sin saberlos utilizar a nuestro beneficio. Vivimos en una sociedad inculta. Ignoramos la historia. Queremos ser realistas e ignoramos la verdadera realidad en la que vivimos.

El ser humano. ¿Qué es el ser humano? ¿Qué es esta sociedad que forma el ser humano? ¿Cuál es la cultura que se desprende de las acciones de este ser humano?

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