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Como tu sombra

Cuando tu hijo siente que necesita totalmente de ti

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PERLA GRACIANO

Mamá, mamá, mamaaaaaaaá… Existe una etapa en la que tu hijo prácticamente parece tu sombra, es difícil dejarlo para ir a otra habitación, y qué decir de intentar salir y dejarlo con otra persona más… el precio por intentar dejarlo aunque sea unos minutos es llantos, gritos y una gran angustia con la que es difícil lidiar.

Si bien, el apego siempre está presente en los niños, de los 7 a los 30 meses de edad se intensifica, una etapa que puede agobiar a cualquier padre de familia.

“La definición de apego fue acuñada por el psiconalista John Bowlby en 1958”, explica la licenciada Fátima Montserrat Olvera Silva, terapeuta familiar, individual y de pareja. “El apego es el primer lazo duradero que entabla un individuo con alguien más, nace por una necesidad primaria, ya que la supervivencia del niño, del infante, de su integridad física e integridad psicológica, se basa más que nada en esta relación, de buscar la proximidad y la cercanía con la figura materna, en la mayoría de los casos”, señala.

El apego es observable claramente en la infancia con diferentes conductas y se mantiene presente cuando el niño se siente en situaciones de peligro o emergencia. El llorar cuando la mamá o el papá se va, el 'pedir los brazos', sonreír o seguir con la mirada a su cuidador, son manifestaciones comunes. “Obviamente como la mamá es la primera en satisfacer las necesidades físicas, sí es muy constante que éste sea el primer vínculo, el primer lazo afectivo. Sin embargo, el apego puede darse de igual forma con la figura paterna e incluso puede formarse un vínculo más fuerte con él, dependiendo de la situación o de la dinámica familiar”.

Etapas

El vínculo afectivo surge desde que el bebé está en el vientre materno, sin embargo el apego sí maneja varias etapas o tipos, las cuales explica la licenciada Olvera:

En la etapa 1, que va del nacimiento a los 2 meses, el bebé acepta a las personas que le ofrecen comodidad. El niño busca satisfacer necesidades físicas y va aceptar a cualquiera que le brinde satisfacer esas necesidades.

La etapa 2 va de los 2 a los 7 meses, en ella el niño va a preferir a las personas de la familia, pero no suele protestar si los padres se van, sí van a preferir alguien cercano, con quien esté identificado, que no sea un completo desconocido, pero si se va alguno de los padres, el niño no protesta.

“Estas dos fases, corresponden más que nada a un apego en construcción. El vínculo afectivo comienza dese el vientre materno, pero aquí el apego apenas ese está construyendo”, añade la terapeuta.

En la etapa 3, de los 7 a los 30 meses, el apego es más específico, se entiende como un dolor ante la separación y angustia ante las personas extrañas. El apego propiamente dicho se manifiesta en esta etapa.

En la etapa 4, de los 30 meses en adelante, ya no se debería de entristecer tanto el niño o el infante ante la partida del cuidador, pues en este tiempo, el niño ya debió haber trabajado su primer separación, ir al preescolar, estar con otro cuidador, ir a la guardería, etc.

Tipos de apego y sus efectos

La licenciada Olvera destaca que de la forma en que el niño desarrolle el apego con su primer cuidador, se van a basar sus relaciones futuras. “Es un modelo para saber cómo te vas a relacionar en un futuro con las personas que te rodean. Según John Bowlby, hay diferentes tipos de apego”.

El apego seguro

Se da cuando el niño confía plenamente en el cuidador, tiene la seguridad de que pase lo que pase, va a estar presente cuando lo necesite y va a demostrar sensibilidad ante una situación que lo atemorice.

Este niño va a ser seguro de sí mismo, con autoconfianza y va a confiar en los demás. No va a tener miedo de descubrir el mundo.

El apego ambivalente

En este tipo de apego, el niño no está muy seguro si la otra persona va a estar presente cuando lo necesite, si va a ser sensible o si lo va a ayudar. No tiene la certeza de obtener una respuesta positiva por parte de su cuidador, podría no tener una respuesta, por lo tanto va a actuar buscando protección, pero con el miedo de recibir rechazo.

El niño va a crecer con inseguridad, con necesidad de gratificación verbal constante y va a demandar mucho afecto.

El apego evitativo

El niño no confía en absoluto en otras personas para buscar ayuda, pues en sus primeros vínculos no tuvo una respuesta positiva. Siempre va a manifestar una actitud de autosuficiencia que compense esta situación.

Van a ser niños más autosuficientes, pero esto no significa que tuvieron un apego saludable. Van a ser independientes porque con sus primeros vínculos no tuvieron ayuda.

Apego confuso o desorganizado

El niño busca la cercanía intensamente en algunas ocasiones, pero en otras va a rechazar completamente al cuidador. Esto sucede más que nada cuando hay un evento traumático, donde esté relacionado el cuidador. Puede ser a lo mejor una violación, o a consecuencia de miedos o angustias que los padres infundan en sus hijos.

¿Cómo darle seguridad al niño?

Para darle seguridad al niño en la etapa en que el apego se intensifica, es importante trabajar las emociones que surjan como madre o padre de familia y reconocer que la angustia no solamente se genera en el niño. “Es normal que el papá o la mamá sientan culpa por dejar al niño al cuidado de otra persona, es normal que en el desprendimiento, la mamá sienta cierta ansiedad, cierta angustia. Pero al momento de hacer conscientes esas emociones, los padres ya dieron el primer paso para poder trabajarlo y para no proyectarlas a sus hijos”.

La terapeuta añade que resulta normal que el niño muestre ciertas conductas como llorar e incluso agresividad o melancolía y aconseja a los padres ser afectuosos, cálidos y comprensivos con los niños, sobre todo cuando se da el primer desprendimiento. “Al momento de dejarlo con el cuidador o en la guardería o kinder, deben mostrarse tranquilos. Muchas veces los papás sienten mucha culpa por dejar al niño al cuidado de otra persona. Aquí lo importante es que se hagan conscientes de esas emociones, de esa culpa. Si los niños ven a un papá alterado, a una mamá llorando, por ende el niño va a presentar las mismas conductas. Si mamá y papá están bien, los niños van a estar bien”

Finaliza destacando que si los padres quieren que el niño desarrolle un apego seguro y que le permita relacionarse fácilmente con su entorno social, deben permanecer tranquilos, mostrar estabilidad en el momento de dejarlos. “Nosotros transmitimos ese tipo de emociones en nuestros hijos, y muchas veces no nos damos cuenta de que nosotros somos la fuente de por qué el niño siente tanta angustia al momento de la separación”.

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