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Inmunidad contra males y mentiras

Una exitosa estrategia preventiva

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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FABIO PÉREZ VÁZQUEZ

En varios puntos del mapa mundial, principalmente en Europa y América, surgieron movimientos contra la vacunación. Algún tiempo después se registraron casos de sarampión, que incluso derivaron en defunciones.

Una vacuna es un preparado biológico que proporciona inmunidad ante una enfermedad. Cuando un bebe nace, llega a un entorno en el que abundan los microorganismos capaces de disminuir drásticamente su calidad de vida. El recién nacido se resiste a esos agentes nocivos gracias a anticuerpos que conserva de sus días en el vientre materno. Esta protección dura algún tiempo ya que el niño debe desarrollar defensas propias.

Las vacunas han probado ser una exitosa estrategia preventiva en materia de salud pública. Sin embargo, no están libres de provocar efectos secundarios que en la mayoría de los casos son mínimos y aceptables.

La administración de esas sustancias compuestas a la población no es algo que se tome a la ligera. La decisión de aprobar su aplicación se basa en análisis de riesgo-beneficio. La comunidad médica toma en cuenta la carga social y sanitaria así como el número de personas que enferman en un lugar y tiempo determinado en relación con la población total (morbilidad) y la mortalidad de la afección que se pretende prevenir.

Los estudios y las garantías de seguridad son todavía más exigentes pensando en que los vacunados son personas sanas, especialmente niños.

CONFIANZA

En varios países se ha manifestado una pérdida de confianza en la vacunación debido a la difusión de informes falsos que relacionaron las sustancias inmunizantes con el desarrollo de un trastorno neurológico.

Eso provocó el recelo de la gente y, como hubo población que prefirió no dejar que los inyectaran ni a ellos ni a sus hijos, se presentaron rebrotes de padecimientos que se tenían controlados.

Las sospechas carecían de sustento científico, el buen funcionamiento de las sustancias es vigilado cuando están en fase de desarrollo y tras su comercialización. El seguimiento posterior a su inyección en seres humanos es fundamental para certificar que no ocasione daños ya fuera de las condiciones controladas del laboratorio y con el fin de detectar efectos secundarios potencialmente graves. De ese modo se produce un análisis de riesgo-beneficio más certero.

Gracias al desarrollo tecnológico y la investigación médica, en la actualidad las vacunas que salen al mercado están suficientemente verificadas. Luego de su aplicación a una gran cantidad (cientos de miles cuando no millones) de personas se pide a los integrantes del sector salud avisar a la Organización Mundial de la Salud sobre efectos adversos que se hayan registrado.

La comunidad médica busca mantener la confianza de la población, que las campañas de vacunación sean exitosas y que enfermedades prevenibles no se asomen.

FALSEDADES

Una función primordial del médico es tranquilizar a los pacientes e informarlos de manera que no hagan caso a rumores o falsedades.

Es falso que las vacunas debiliten el sistema inmune y favorezcan la aparición de males autoinmunes. Otra mentira dice que las vacunas tienen componentes tóxicos como mercurio o formaldehído, aluminio. También hay ocasiones en que se acusa a los preparados defensivos de provocar autismo.

En varios puntos del mapa mundial, principalmente en Europa y América surgieron movimientos contra la vacunación. Algún tiempo después se registraron casos de sarampión, que incluso derivaron en defunciones, en sitios donde la afección había sido erradicada. Los brotes, identificaron investigadores, se originaron por causa de individuos que se rehusaron a recibir la dosis preventiva. Sin la defensa que hace posible el preparado, una persona pone en riesgo a muchos otros. Los niños no vacunados corren el riesgo de desarrollar tos ferina, varicela, neumonía o enfermedad neumocócica (neumonía por estreptococos).

En febrero pasado el Pew Research Center difundió los resultados de un sondeo sobre salud pública. El 88 por ciento de los estadounidenses se expresó a favor de la vacuna contra el sarampión, la rubeola y las paperas y un 82 por ciento apoyó que aplicarse las dosis inmunizantes sea un requisito obligatorio para entrar a una escuela.

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Foto: BWFH

OMS

A nivel planetario existe la Iniciativa Mundial sobre la Seguridad de las Vacunas (GVSI por sus siglas en inglés). Su propósito es mejorar la capacidad para identificar, evaluar y prevenir riesgos derivados del uso de vacunas disponibles en el mercado (farmacovigilancia).

La GVSI fue iniciada en febrero de 2012. Tiene por objetivos estratégicos prestar apoyo a todos los países para que alcancen cuando menos una capacidad mínima en materia de seguridad de los preparados inmunizantes y mejorar la capacidad de evaluación en países que introduzcan nuevas fórmulas y en países que fabriquen y utilicen fórmulas precalificadas.

La administración de una vacuna no se recomienda cuando se considera que la respuesta inmunitaria será insuficiente y no se obtendrá una protección adecuada.

Se equivocan quienes dicen que una persona no debe recibir la inyección protectora si se sufre una enfermedad o infección aguda leve con fiebre superior a los 38 grados centígrados, si hay historial familiar de efectos adversos tras las vacunas, o bien cuando el paciente tiene antecedentes de convulsiones febriles o epilepsia estable.

Tampoco aciertan quienes dicen que no hay que inmunizar a personas con síndrome de Down o con alergia al huevo.

La farmacovigilancia se puede ilustrar con un ejemplo: el rotavirus.

La primera vacuna se comercializó en Estados Unidos en 1998 con el nombre de RotaShield. Se incluyó en el calendario de administración sistemática al año siguiente. El sistema de notificación de efectos adversos detectó, en apenas cuatro meses, un problema: la posible asociación entre la dosis preventiva y casos de invaginación intestinal (afección en la que una parte del intestino se desliza dentro de otra). La evaluación confirmó un riesgo de un caso de invaginación por cada 10 mil vacunados. El producto salió del mercado en octubre de 1999.

Para las dos opciones disponibles en la actualidad, la Rota Teq y el Rotarix se realizaron pruebas con más de 60 mil sujetos y se comprobó la ausencia de una posible asociación con el mal de los tubos digestivos.

En Estados Unidos se emplean las dos vacunas y no se ha detectado un incremento de casos de invaginación con más de 33 millones de dosis aplicadas.

Hoy día se considera que el riesgo de sufrir el mal intestinal es de uno a cinco casos por cada 100 mil vacunados, sobre todo en la semana siguiente a la primera dosis.

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“Niños saludables van al doctor, son pinchados con una dosis masiva de muchas vacunas, no se sienten bien y cambian - Autismo. ¡Muchos de estos casos!”. Foto: Donald J. Trump Twitter
“Niños saludables van al doctor, son pinchados con una dosis masiva de muchas vacunas, no se sienten bien y cambian - Autismo. ¡Muchos de estos casos!”. Foto: Donald J. Trump Twitter

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