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ALADINO

ALEJANDRO TOVAR

El dinero presta una apariencia de belleza, incluso a la fealdad y es capaz de decir más en un momento que lo que el amante más elocuente pueda decir en años. Es tan poderoso y definitivo que suele ser tan vital como la misma lámpara mítica de Aladino. Quien lo posee se convierte, lo quiera o no, en poder de encanto que conduce al culto a la personalidad de una historia adictiva.

Hace medio siglo, los cinéfilos se espantaban con las excentricidades de Howard Hughes (1905-1976) que lo mismo pilotaba aviones que su misma empresa producía, que generaba éxitos en la Meca del cine, descubría y lanzaba estrellas al celuloide, a la fama y a la inmortalidad. El mundo del cine lo vio con asombro cuando compró a David O. Selznick (1902-1965) el contrato de un tal Robert Mitchum, un joven actor que se veía bien siempre, por su actitud y su presencia.

La gente común, nosotros, pues, que vamos por ahí sobreviviendo solamente y que nos suponemos capaces de haber perdido la capacidad de asombro, vamos descubriendo que aún existen personajes singulares, de ésos que tienen una somnolencia irónica, de ésos que uno bien supone que tienen derecho a la insolencia. Alguien como Nasser Al-Khelaifi (44), dueño del famoso club francés PSG desde 2011, con el que ha ganado cuatro veces la liga y 3, la copa de ese país.

Y luego los intelectuales acusan de que el pasado era una verdadera pesadilla, cuando en realidad lo es el presente, pues el famoso jeque árabe, uno de los 100 más adinerados del mundo, inmerso en negocios enormes de petróleo, deporte y medios de comunicación, decidió llevarse a Neymar, el goleador brasileño, ese joven de risa mediana y mirada adormecida.

Y puso los 222 millones de dólares que se van hasta 250 "por otros términos del contrato" ése que dará al jugador 30 millones de euros por cada uno de los cinco años comprometidos, según el comentario de la empresa parisina que oficialmente es Oryx Qatar Sports Investmens. Esto revela que cuando uno mira atrás de un verdadero aburrimiento, suele ver de pronto, lo inesperado.

En los tiempos que vivimos los ojos se alternan constantemente entre ver el pasado y el futuro, sin darnos cuenta de que la verdadera locura está ocurriendo ahora mismo. ¿Puede un jugador valer lo que se menciona?, aunque sea Neymar, que es coqueto y elegante, que se planta en la cancha impávido, sin esfuerzo, capaz de contener todos sus sentimientos con una mirada que parece vaga, pero que en realidad encierra la visión del pirata en la niebla.

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