Columnas Social

ENSAYO SOBRE LA CULTURA

EL OBJETIVO ES LOGRAR LA FELICIDAD

Por más cursi que se escuche, el objetivo de la vida del hombre es lograr la felicidad. El problema de siempre ha sido definir en qué consiste la felicidad.

En el sentido religioso, la felicidad se consideró imposible en este mundo que se volvió un tiempo de prueba para pasar a otra vida donde habría salvación o condenación, sin que se pudiera explicar en qué consistían estos dos estados. Lo único seguro es que en uno eras feliz y en el otro no. El sufrimiento terrenal encontraba su sentido en la felicidad eterna. Dichosos los que sufren porque de ellos será el reino de los cielos. El sentido de la felicidad trascendental daba sentido al sufrimiento terrenal y actual.

En otras ideologías, se parte de la concepción humana terrenal sin trascendencia. El análisis liberal del hombre es considerarlo como cualquier animal donde el más fuerte se impone al débil y los primeros no deben de sacrificarse por conseguir el bienestar de los segundos. Las fuerzas naturales deben de imponerse y el estado no tiene por qué intervenir en esa relación, dando como resultados los grandes capitales frente a la pobreza generalizada de la población. Se tiene como bandera a la libertad para mi gusto mal definida y mal entendida. El exceso es el capitalismo brutal. (léase el ensayo sobre la libertad de Stuart Mill).

Antecedente de este tipo de pensamiento fue dividir a la sociedad por castas, como en La India, o como clases sociales, como en el Occidente, partiendo de que las clases altas son las privilegiadas o representan la voluntad de Dios y que las clases bajas deben de servir a las superiores. En la Edad Media, la nobleza se convirtió en dueño de los hombres que vivían en su señorío. La esclavitud existió hasta el siglo XVIII. No podían moverse sin permiso del señor que tenían hasta el derecho de pernera.

Las ideologías desarrolladas en el siglo XIX que desembocaron en el socialismo, abate el concepto de clases y de castas tratando de edificar la única clase donde todos los hombres son iguales. Con Marx, se llega a conceptualizar la lucha de clases partiendo de la dialéctica de Hegel y el concepto de la lucha de los contrarios. La diferencia con la dialéctica es que triunfa una clase y se elimina la otra (la nueva no contiene parte de las dos, sino que es únicamente proletariado). Se supone que esta clase tiene puras características positivas y que por sí misma va a llevar a la felicidad. Lo anterior es un análisis erróneo de lo que es el ser humano. La bondad o la maldad no es producto de la clase a la que perteneces, sino a los valores que se te inculcan en la educación.

La democracia parte de la igualdad de derechos. Los pobres y los ricos tienen los mismos, aunque no tengan la misma posición social y económica. A todos los juzga la misma ley y las mismas instituciones. (En la monarquía, los nobles eran juzgados por sus iguales). Las leyes se hacen entre todos a través de sus representantes. Se imponen las mayorías. Tampoco es un sistema perfecto porque no necesariamente las mayorías sean las más capacitadas para decidir cuál es el bien común, porque tampoco son las mejores informadas. Por otro lado, la voluntad de las mayorías, que son los que menos tienen, se pueden manipular a través de concesiones haciéndoles elegir fines inmediatos en lugar de otros que llevan procesos más largos, pero que serían capaces de solucionar problemas con mayor profundidad.

Ninguna ideología es perfecta, pero si perfeccionable. Si estuvieran abiertas a la perfección, no habría problema porque con el tiempo se adaptarían a las circunstancias y se remediarían las equivocaciones. Cuando las ideologías son totalitarias, no se prestan a ningún cambio ni corrección de error. Se mantienen, funcionen o no. Las impone la fe ciega en el sistema: Una voluntad se impone a todas las demás. Los únicos sistemas abiertos son los democráticos porque permiten cambiar la ley y adaptarla a las nuevas ideologías, o de corregir errores. Por más equivocados que puedan estar, yo prefiero un sistema democrático que permite los cambios que nuestra ley ha sufrido a lo largo de todo el siglo XX.

Entonces, no se trata de hacer una nueva Constitución. El Poder Legislativo de hoy no está mejor o peor capacitado para hacer una Cconstitución que como lo estaba el Legislativo del 17'. Se trata de perfeccionar lo que tenemos con las definiciones actuales que le demos a la justicia social. Este es otro concepto que no acabamos de definir, ¿qué es la justicia social? ¿Qué todos tengan lo mismo? ¿Qué tengan los que pueden tener y que los demás sufran? ¿Qué unos tengan a costa de los otros? ¿Qué nadie tenga? ¿Qué se den las condiciones para que el que quiera tenga? ¿Qué se reparta lo que no se tiene? ¿Qué es la justicia social?

  Por: José Luis Herrera Arce

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