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ARTURO MACÍAS PEDROZA

LA FE COMO HERMENÉUTICA DE LA REALIDAD

La fe nos ayuda a ver la realidad con una clave de lectura. Es un método de conocimiento para interpretar la historia desde una perspectiva no sólo diferente sino más y mejor pues supera errores venidos de concepciones limitadas; tener una relación personal con Dios manifestado en Cristo da a la inteligencia ventajas. ¿Por qué? Simplemente porque es "El Señor de la historia"; no sólo la conoce sino que la conduce con sabiduría. No en vano los profetas del antiguo testamente, siendo amigos de Dios, sabían interpretar la historia de su tiempo en tal forma que "profeta" llegó a considerarse como alguien que puede predecir el futuro; lo que en realidad tenían es una visión e interpretación clara de los acontecimientos históricos. Nuestra realidad actual es complicada y su interpretación no es fácil; la fe como hermenéutica de la realidad es un imperativo.

Pero no basta tener cualquier religión; como toda experiencia humana, la fe ha ido desarrollándose y perfeccionándose; además, por muy perfecta que sea una religión, puede haber infinidad de deficiencias en quien la practica, en incluso regresiones. Por lo mismo no podremos tener una concepción adecuada de la realidad que vivimos, si viene de una fe débil, deficiente o errada.

Cuando la fe es viva se hace cultura; la cultura forma a las personas porque se convierte en lenguaje, en modo de amar, en estilo de vida, en imperativo ético concreto de cotidianidad; es por eso que la fe contribuye al desarrollo humano y a la transformación de la realidad.

Es innegable la influencia positiva que el cristianismo ha realizado en nuestro país, aunque la atención que han tenido los últimos papas por México, no fue solo por la fuerza de la fe que aquí descubren, sino por también por la necesidad de fortalecerla. La diócesis de Gómez Palacio tiene como parte inicial de su objetivo el fortalecimiento de la fe, precisamente porque en su análisis de la realidad para hacer su plan diocesano, ha descubierto una fe débil. Esta debilidad se traduce en falta de inspiración y pérdida de valores que impiden que la vida adquiera una nueva orientación. Por eso es importante que la diócesis ponga como parte inicial de su objetivo general el fortalecer la fe. Con ello reconoce no sólo las carencias, sino que pone en una fe fuerte el punto de partida de toda una transformación.

La falta de certezas que caracteriza la época actual posmodernista ha afectado también a la firmeza de la fe, reduciéndola a una ideológica, en vez de un encuentro con una persona viva. Lo novedoso del cristianismo es que afirma con gran alegría a un Cristo vivo que ha vencido el pecado y la muerte. Esto que podría parecer sólo una parte de un dogma, se convierte en la convicción de que hay realidades fuertes que están llamadas a ser sanadas, y a mostrarnos el camino para que esas oscuridades sean liberadas. Así los temas que se habían hecho invisibles para quien tiene una fe débil, se descubren en su crudeza y urgencia para quien aún tiene esperanza y se encuentran vías reales para afrontarlos. Se puede entender mejor la realidad en sentido integral y se considera que puede ser transformada. Se recupera la esperanza.

Las decisiones del ser humano se toman desde la manera de entender la vida, el hombre y la sociedad, es decir, de la idiosincrasia. Todo el entorno humano nace de esta convicción y no de la economía o de la política. Las virtudes que se ejercen en el espacio público se cultivan en la vida privada; lo que se aprende en la familia, con actitudes, es lo que se va a proyectar en decisiones. Juan Pablo II se dio cuenta de la dimensión fundamental de la vida social (cap. 5 de Centésimus annus): "el hombre decide cómo vivir desde la experiencia de su propia humanidad, y luego lo proyecta" Una fe viva es capaz de tener esa fuerza transformadora.

El cambio de época que estamos viviendo es de índole principalmente cultural. Las certezas que le daban seguridad a las personas y comunidades se encuentran en proceso de redefinición; es necesario que el hombre de fe fuerte advierta esos cambios y que el diagnóstico que haga de esta nueva realidad lo lleve a aplicar nuevos métodos, nuevas formas y nuevo ardor, desechando incluso lo que ya no funciona. El dinamismo que imprime la fe lo llevará a analizar sabiamente las relaciones peso dólar, el intercambio de bienes y servicios con Estados Unidos, los precios del petróleo, la inflación, la pobreza, la corrupción, la criminalidad, las elecciones…

Si la fe es importante en cualquier cultura, México se constituyó como nación a partir de un hecho religioso (el acontecimiento guadalupano); antes de Juárez, y de Hidalgo y Morelos, ya existía México dese el punto de vista religioso cultural.

Cuando la fe se toma como método de conocimiento nos permite mirar la realidad social con esperanza, aun cuando encontremos aspectos llenos de dolor; se toma conciencia de ser parte de la historia de la salvación.

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