Siglo Nuevo

Enrique Berruga Filloy

Entrevista

Foto: El Universal

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YOHAN URIBE JIMÉNEZ

Enrique Berruga Filloy ha publicado tres novelas, Destino: Los Pinos (en coautoría con Mario Melgar), El martes del silencio y Propiedad ajena. Esta última fue adaptada a la gran pantalla en 2007. Debido a su carrera diplomática, ha cambiado de país en once ocasiones, aunque ahora reside en la Ciudad de México con sus dos hijos y sus dos perros. En su más reciente novela, El american dream, arremete con una gran carga de humor y sarcasmo. ¿México podría ser la estrella 51 en la bandera de los Estados Unidos? ¿Quién lamentaría la pérdida de la podrida clase política mexicana? ¿Sería posible que al fin, se nos haga, y los mexicanos podamos disfrutar del american way of life? ¿Desaparecerán de nuestro lenguaje la vernácula mordida, el generoso moche, el proverbial ayúdeme a ayudarle, para convertirnos en una nación de primer mundo? Esas son algunas de las reflexiones contenidas en esta inteligente, satírica y audaz historia. Berruga Filloy explora la nada descabellada posibilidad de la unión, de una vez y para siempre, de los tacos con las hamburguesas.

A un hombre que siente que su vida está totalmente perdida, le empiezan a pasar cosas inéditas a raíz de una recomendación de un rabino. Éste le dice que si ya se siente muerto debería empezar a improvisar y arriesgar un poco más. Es ahí cuando le comienzan a suceder cosas absurdas, una de ellas lo convierte en el primer mexicano en enterarse de que nuestros vecinos del norte están preparados para anexarse México y con esto desaparecerá el país para que se haga una gran confederación en América del Norte.

¿Se facilitó escribir está caricatura con Trump como presidente?

Bueno, pues el hombre ayuda, no hay duda. Es una presidencia totalmente disfuncional la que ha tenido hasta ahora; pero, de alguna forma, por el argumento de la novela, la tesis sería todavía más plausible si fuera una presidencia más seria sería; por otro lado, siendo tan predecible el personaje, se vuelve un escenario que en un momento dado pudiera presentarse.

Si hay algún candidato, y ya como presidente, que haya hablado de México, ha sido precisamente él. En su campaña, el país del que más habló además del propio Estados Unidos, por mucho, fue México, en tercer lugar está China, pero del que más habló fue de su vecino. Tiene una especie de obsesión con nosotros que hace mucho más relevante la aparición de la novela ahora. Yo la había empezado antes, pero afortunadamente me acompañó durante la redacción la elección presidencial y este personaje que es Trump.

¿Más allá de la estrella 51, no ha habido ya una colonización?

Nos hemos americanizado de manera muy importante, no hay duda de ello. Creo que es un fenómeno muy comprensible, tenemos cerca de 35 millones de paisanos de origen mexicano en los Estados Unidos. La simple comunicación entre los mexicanos de allá y los de acá hace que tengamos influencias mutuas, el factor humano es determinante en este tipo de influencias. Estados Unidos se ha mexicanizado mucho también, es indudable, la relación es proporcional.

Por ejemplo, el día del Súper Bowl, uno de los más más americanos, lo que más se consume es guacamole, por mencionar un sólo tema, pero hay muchos y tienen que ver con cultura, política, agenda, comercio, etcétera, etcétera.

¿Por qué los mexicanos se portan bien allá y los estadounidenses mal acá?

Porque en la parte del estado de derecho tenemos muy cruzados los cables. Efectivamente, el comportamiento de nuestros compatriotas al cruzar la frontera cambia radicalmente, pero también, como muy bien señalas, sucede cuando ellos vienen a nuestro país. Un ejemplo claro son los spring breakers, ellos vienen con la idea de que aquí se vale todo, además, normalmente se salen con la suya. Es lo mismo, si en la Unión Americana te tratas de salir con la tuya lo más probable es que te encuentres con alguna instancia de la procuración de justicia y ahí vemos que sí existe un estado de derecho que aparece con solo cruzar una frontera.

Aquel es un país de reglas, aveces de 'reglitis' aguda, mientra que en nuestro país las pocas leyes que hay no se acatan, pero lo más complejo es entender que eso está presente en el inconsciente colectivo de las personas de ambos países.

La experiencia como diplomático ¿cómo contribuyó para crear está ficción?

Eso que acabas de tocar es la clave. Tengo un ojo muy adiestrado para saber cómo nos están viendo desde afuera, esa es una cuestión que a veces nos pasa un poco de largo en México pero somo un país muy observado, un país muy importante en la arena internacional, entonces lo que aquí ocurre es motivo de interés internacional. Cómo nos ven se traduce en cómo nos tratan, la percepción que hay de nosotros es determinante para decidir si nos ponen visa o no nos ponen visa, como pasó con Canadá, que después de años sin problemas ni restricciones para ingresar nos terminaron poniendo la visa. Eso se debió a un cambio de percepción de los canadienses y lo que ellos creen que somos la mayoría de los mexicanos o lo que creen que es México.

La imagen del país es crucial en la forma en la que se comportan otros países con nosotros, es muy importante tomarlo en consideración para extraer referentes de ese espejo internacional, normalmente la realidad internacional es muy cruda y como te ven te lo dicen. A veces en México utilizamos eufemismos, tratamos de ponerle buena cara a las cosas, pero afuera son muchísimo más crudos, te dicen directamente las cosas, que estamos llenos de criminales, que los problemas de violencia son muy graves, la corrupción y la violencia las refieren con todas sus letras, esa parte de verse en ese espejo, como lo puse en un capítulo de la novela, es exactamente como nos están viendo desde el poder en los Estados Unidos.

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Foto: El Universal/Germán Espinosa

¿Hay una parte de los mexicanos que preferiría ser gobernada por un norteamericano?

Yo lo que observo es que hay una desesperanza creciente en México cuando estamos muy cerca de que empiece la contienda electoral por la presidencia, si que es que todavía no ha empezado. Al observar la oferta política que se nos presenta, mucha gente entra en ese desanimo de pensar que esto no tiene remedio, y bueno, hay gente que te lo dice abiertamente: “Lo que falta aquí es que los gringos entren y pongan un poco de orden”. Se pueden ver como casos extremos, pero sí, los hay.

De hecho, durante la redacción de la novela, sin decirle a la gente que estaba escribiendo una historia, hacía como mis consultas privadas, les presentaba una situación en la que los estadounidenses decían que por lo peligroso que está México iban a tomar las riendas del país, y muchos me contestaban. “pues es lo que estamos necesitando porque vemos que la clase política mexicana no tiene capacidad de respuesta, capacidad de reacción, no se ve que pueden enmendar su comportamiento corrupto”. Así, abiertamente, muchos paisanos me lo dijeron, sin decirles que estaba redactando la novela, sólo como una especie de termómetro privado que yo tenía. Pero es eso, el desanimo de saber que el que viene atrás es casi peor que el que se va.

El humor y una realidad cruda, ¿entre más cruda más negra?

Por una parte es mi forma de entender el mundo, sin humor no entiendo nada, y por otra, creo que es la herramienta política mexicana por excelencia. Cuando los partidos nos fallan, cuando las autoridades nos fallan, el humor no nos falla. Entonces, ante las tragedias y catástrofes, normalmente el mexicano recurre al buen humor, o al humor en general, para expresar lo que realmente siente, lo que percibe. Esto es histórico, durante la revolución los caricaturistas fueron un factor fundamental para la caída de Porfirio Díaz. A lo largo de nuestra historia el chiste ha sido una forma de reflexión. Ahora, con la aparición de las redes sociales, a todos nos pasa que recibimos una gran cantidad de memes y no sólo hacen que te mueras de la risa sino que reflejan de manera puntual las tragedias a las que nos enfrentamos.

Pasa algo y de inmediato, antes que un análisis, un meme; la gente tiene una capacidad impresionante en este país, una auténtica cualidad, para reírse de sí mismos, eso no se da en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos les sale muy bien hacer chistes de los polacos, en cambio, nosotros hacemos chistes de nosotros mismos en primer lugar, ya después nos ocupamos de los polacos, los chinos o de cualquier otro pueblo. Tenemos una capacidad de humor muy acentuada y me parece que, además, para efectos de lectura, el público sigue leyendo porque ofreces cosas graciosas, inesperadas o divertidas. Puedes atraer mucho más al lector hacia lo que verdaderamente es el fondo de las cosas.

¿La novela es un respiro literario ante las narraciones realistas sobre el país?

En México, tanto el cine como la literatura son muy descarnados, tenemos un cine durísimo en el país. En el caso de la pantalla grande, cuando se recurre a la sátira o al humor, normalmente los temas que se tocan son de orden más trivial, la historia de los vecinos, la vida de un barrio, cosas por el estilo. Normalmente la sátira no se utiliza en el medio político, salvo en pocas ocasiones, hay un cierto resquemor. Creo que nos quedaron algunos traumas de la época del autoritarismo más profundo, todavía hay como mucho recelo, preocupación, para hacer desde el arte una crítica hacia el poder.

A veces los pintores son muchísimo más claros en ello, por ejemplo Toledo, o gente así, que son bastante directos en su critica, comprometidos, pero haciendo un recuento en la literatura reciente en México, normalmente se recurre poco a la sátira. Que yo recuerde, Ibargüengoitia fue el último que hizo un trabajo de está naturaleza, y la literatura, pues llega a menos gente que el cine.

¿Un bálsamo de la ficción para lectores inteligentes?

Una herramienta para que la tragedia sea un poco más llevadera. A mi me parece, en el caso de está novela, es deliberado el tono, además el personaje principal es un tipo al que le ocurren todas las desgracias posibles y a pesar de ello todo el tiempo se ríe de si mismo, de sus dilemas existenciales; pero en el fondo es una novela que habla de las perdidas grandes, como el amor de tu vida, si pierdes tu país, pues ya como que te queda. Una historia que tiene que ver con la perdida, y probablemente lo que nos ocurre que es muy parecido al amor, es que probablemente ya perdimos el país y no nos hemos dado cuenta, como cuando pierdes la novia y tu crees que todo va bien y de repente todo está mal, la pierdes de un día para el otro, no te has dado cuenta que estas perdiendo el amor de tu vida, es un símil que me parece importante destacar en el libro, aveces uno cree, como pasa con el país, que la relación va bien y cuando hay un problema hay medio lo parcha con alguna palabra bonita, con algún detalle, pero cuando menos te das cuenta, ya te quedaste sin nada.

¿México puede ser el amor imposible de Estados Unidos?

Uno de los argumentos de la historia es que los norteamericanos le ven un gran potencial a México, aunque sigue siendo la décimo cuarta economía del mundo, sólo el veinte por ciento de la población trabaja en la economía formal, entonces hay que imaginar si trabajáramos unos poco más en ese sector, que este es uno de los pocos ejemplos que pongo, ese tipo de cosas lo hace un país apetecible, pocos países son tan interesantes para la súper potencia como el nuestro. El escenario presenta preguntas sobre por qué están tan interesados los gringos en nosotros.

Foto: El Universal
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El viceprimer ministro británico Nick Clegg y Enrique Berruga, de COMEXI. Foto: Reino Unido en México
El viceprimer ministro británico Nick Clegg y Enrique Berruga, de COMEXI. Foto: Reino Unido en México

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