Siglo Nuevo

La vaquita en el mar de la impunidad

Requisito para proteger a una especie: el tuit de una estrella

Foto: Jordi Chlas Pujol

Foto: Jordi Chlas Pujol

MANUEL SERRATO

La pérdida de ecosistemas y el desequilibrio ecológico han provocado que la supervivencia de unas 2 mil 583 especies de flora y fauna esté pendiente de un hilo.

Cuenta una variante de la leyenda que cuando Zeus, soberano del Olimpo, era un bebé, su madre Rea lo dejó al cuidado de la ninfa Amaltea para esconderlo de Cronos, su padre, quien se comía a sus propios hijos ante el miedo de que alguno lo derrocara como él mismo hizo con su progenitor, Urano. Oculto en el monte Ida, en una cuna colocada en lo alto de un árbol, Zeus era amamantado por una cabra. En agradecimiento por haberle preservado la vida, Zeus rompió un cuerno de la improvisada nodriza y le confirió el poder de llenarse con todas las riquezas que deseara aquel que lo poseyera. Al fragmento óseo se le denominó 'cornucopia' o simplemente “cuerno de la abundancia”.

Este símbolo de la mitología griega ha sido asociado metafóricamente a México, no sólo por la forma de su territorio, que asemeja dos cuernos contrapuestos, sino como alegoría de su exuberante naturaleza: diversidad de ecosistemas, recursos naturales abundantes, una lista de 26 mil especies de plantas, 282 de anfibios, 707 de reptiles y 439 de mamíferos. Sin embargo, más allá de la retórica, la nación mexicana no es ningún cuerno de la abundancia y buena parte de su riqueza natural está seriamente amenazada; las luces de alarma llevan décadas encendidas.

En las Cuentas Económicas y Ecológicas de México (SCEEM) rendidas por el INEGI se expone que en lo referente a la tala de árboles en 1985 se extraían 2.7 mil millones de metros cúbicos de rollo de madera. Para 2004, la cifra pasó a 4.7 mil millones. En el mismo periodo la explotación de agua subterránea se incrementó un 73 por ciento al pasar de 3.7 mil millones de metros cúbicos a 6.4 mil millones mientras la acumulación de residuos sólidos que degradan el medio ambiente sumó un 122 por ciento en el apartado referente a contaminación del aire, 107 por ciento si el principal perjudicado el suelo y 39.5 por ciento si el elemento afectado es el agua.

Al ponderar la proporción del gasto federal ejercido en materia ambiental y los costos ecológicos derivados de las actividades productivas, la balanza se inclina a regiones desfavorables. En 1995, el rubro de Costos por agotamiento de los recursos naturales y la degradación del ambiente totalizó 198 mil millones de pesos, equivalente al 10.8 por ciento del Producto Interno Bruto de ese año. En 2006, el monto de ese concepto se incrementó a 904 mil millones de pesos, un 8.8 por ciento del PIB, mientras los gastos ambientales se ubicaron en 58.5 mil millones de pesos, es decir, apenas un 7 por ciento de los costos.

México ha perdido un 37 por ciento de su cubierta forestal, más del 80 por ciento de las pesquerías han alcanzado su máximo nivel de aprovechamiento y el 45 por ciento del suelo padece algún nivel de degradación causada por el hombre.

La pérdida de ecosistemas y el desequilibrio ecológico han provocado que la supervivencia de unas 2 mil 583 especies de flora y fauna esté pendiente de un hilo.

/media/top5/SNcover1.jpg

El Gobierno mexicano, la Fundación Leonardo Di Caprio y la Fundación Carlos Slim firmaron un memorando por el cual se acordó adquirir mayores compromisos para proteger los ecosistemas marinos en el Golfo de California. Foto: Presidencia de México

VAQUITA MARINA

Una tarde, en la primavera de 1950, el biólogo y conservacionista estadounidense Kenneth Norris caminaba bajo el sol de San Felipe, en Baja California. Buscaba lagartijas en las dunas costeras. Encontró, por accidente, un fragmento de cráneo que yacía sobre la arena. No sacaba en claro a qué tipo de animal pertenecía. Fueron necesarios otros dos hallazgos similares para establecer que se trataba de una especie hasta entonces desconocida: la Phoconea sinus, coloquialmente bautizada como vaquita marina, una marsopa endémica del Alto Golfo de California que actualmente se encuentra en vías de extinción.

De hecho, apenas 20 años después de su descubrimiento, ya se alertaba sobre el alto riesgo de desaparición que ensombrece la existencia de este mamífero, considerado el cetáceo más pequeño del mundo (su longitud no suele rebasar el metro y medio). La amenaza más grave es la pesca con enmalle, una compleja técnica cuyas redes atrapan y matan tanto a vaquitas como a delfines, tiburones y rayas, pese a no ser estas especies el objetivo de captura, el artificio busca detener la marcha de robalos, curvinas, camarones o totoabas.

Como especie, la vaquita marina ha sufrido un ritmo de mortalidad frenético: en 1997 se estimaba que la población total era de 570 ejemplares; para 2007 sólo quedaban 150 y la situación se fue agravando a tal punto que en 2014 el inventario llegó solamente a 97 de estos mamíferos. Para 2015 ya eran 60 y se cree que actualmente hay menos de tres decenas en las aguas del golfo californiano. De continuar esa dramática tendencia, la especie podría ser declarada extinta en próximos meses.

Pese a que las voces que alertan sobre la desaparición no han escaseado, tuvo que intervenir un personaje mundialmente conocido, el actor Leonardo DiCaprio, para que el tema cobrara tintes de catástrofe y exacerbada indignación. Los días 10 y 11 de mayo de este año, el actor estadounidense publicó a través de Twitter e Instagram un llamado mundial a proteger a la vaquita marina y demandó al gobierno de Enrique Peña Nieto trabajar en aras de la conservación de la especie. Un mes después, ya con el tema viralizado, tanto el gobierno mexicano como las fundaciones de Carlos Slim y del propio DiCaprio firmaron un memorándum de entendimiento adicional al plan del ejecutivo federal para evitar la erradicación de la marsopa. Las fotografías del ganador del Óscar junto a Peña Nieto circularon en todos los medios masivos y en redes sociales fueron incluso objeto de memes. No obstante, el tema estaba ya en la agenda pública.

Además de la construcción de un santuario para la reproducción segura de la vaquita, que comenzaría en otoño, la estrategia denominada Plan Vaquita CPR (Conservación, Protección y Recuperación) contempla el combate a la pesca ilegal y a la utilización de redes agalleras en las aguas del Alto Golfo de California. No es, por supuesto, la primera estrategia encaminada a estos fines; a lo largo de las décadas muchos planes de conservación han fracasado y los esfuerzos han sido insuficientes.

/media/top5/SNcover2.jpg

Activista mexicana de Greenpeace posa con vejiga natatoria falsa como protesta en el aeropuerto internacional de Hong Kong. Foto: EFE/Alex Hofford

MERCADO NEGRO

El titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Rafael Pacchiano, expresó, al hablar de las dificultades en la preservación de la vaquita marina, que el cetáceo enfrenta un enemigo equiparable al narcotráfico e incluso más redituable que el trasiego de drogas: la pesca ilegal de totoaba, un pez endémico del golfo californiano muy cotizado en el mercado negro internacional.

Las redes de enmalle se tienden especialmente sobre la también llamada corvina blanca a pesar de que tal práctica está prohibida desde 1975 al tratarse de otra especie en peligro de extinción. Su comercialización, ilegal de cabeza a cola, resulta por demás redituable; se cree que su vejiga natatoria o 'buche' tiene propiedades medicinales, regenerativas y afrodisíacas.

El kilo de buche de totoaba llega a cotizarse hasta en ocho mil dólares en el mercado mexicano y en el estadounidense el precio se duplica. Sin embargo, es en la ventanilla asiática, sobretodo en China, donde la transacción se catapulta a la estratosfera: entre 60 mil y 80 mil dólares por kilo. Con el producto se elabora una sopa cuyo costo ronda los 500 dólares por plato.

Han transcurrido más de cuatro décadas desde que el pez entró en la lista de especies amenazadas y en peligro de extinción de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Con esa distinción se decretó la veda permanente para su explotación. Sin embargo, dado el millonario negocio que representa, las prohibiciones y operativos han servido de poco y nada para detener a los traficantes.

Para inicios de los cuarenta del siglo pasado, según datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), salían de aguas californianas, en promedio, 2 mil 270 toneladas anuales de totoaba. Para 1975, año de la prohibición, la media había bajado a 59 toneladas. La población de la corvina blanca, según estimaciones de las dependencias federales, ha disminuido un 95% entre 1942 y 2007. La Secretaría de Marina (Semar) reportó que entre enero de 2013 y mayo de 2014 fueron decomisadas 17 toneladas de esta especie ubicada en el límite de la supervivencia.

/media/top5/SNcover3.jpg

Recorrido por el actual polígono decretado como reserva para la protección de la vaquita marina y de la totoaba. Foto: Notimex/Gustavo Duran

¿RESCATE O PALIATIVO?

El plan de la Semarnat para impedir la extinción de la vaquita marina contempla (además de una inyección de entre 700 y mil millones de pesos asignados a la construcción de una nueva estación de búsqueda y rescate de especies a cargo de la Marina) la puesta en marcha de operativos de inteligencia dirigidos a desarticular a las bandas del crimen organizado que ejecutan la pesca y el comercio ilegal de la totoaba, cuyo daño colateral es la catastrófica merma de la población del cetáceo más pequeño del mundo.

Sin embargo, acciones similares ya se aplican desde hace tiempo y los resultados no han sido alentadores: el propio titular de SEMARNAT, Rafael Pacchiano, reconoció que durante 2015 y 2016 fueron presentadas ante el Ministerio Público 195 personas por pesca ilegal de corvina blanca. Todos los detenidos, al final, salieron libres. La única herramienta nueva con respecto a los últimos años es la reforma al Código Penal publicada el pasado abril. En la norma actualizada se estipula que la comercialización de más de 10 kilos de totoaba se sancionará como práctica de delincuencia organizada. El problema es que la cifra de 195 detenidos en el pasado bienio, representa una disminución del 65% con relación a hace 10 años cuando, de todas formas, la impunidad también era la regla.

En la otra esquina del asunto está el tema de los recortes presupuestales y los programas federales que han resultado meros paliativos.

En 2008 se creó una estrategia denominada Programa de Acción para la Conservación de la Vaquita Marina, cuya limitada finalidad era que los pescadores en el área californiana cambiaran sus métodos de pesca, es decir: que dejaran de utilizar el enmalle. Así se lograría que menos vaquitas quedaran atrapadas y la mortalidad por esa causa disminuiría. El programa contó en 2010 con un presupuesto de 70 millones de pesos. La cantidad se redujo a 30 millones en los tres años siguientes. En 2014 la partida subió a 40 millones pero el plan cambió de nombre: se le denominó Programa de Compensación Social por la Suspensión Temporal de Pesca para Contribuir a la Conservación de la Vaquita Marina. En términos prácticos, el plan consistía en establecer vedas y subsidiar a los pescadores como compensación por las pérdidas económicas derivadas de no poder desempeñar su actividad durante un tiempo.

Desde 2010 se han aplicado más de 1 mil 500 millones de pesos en medidas que no han frenado la pesca ilegal del pez y, por ende, la mortalidad colateral de la vaquita marina.

Otra arista de la nueva estrategia federal, la construcción de un santuario temporal donde la marsopa pueda reproducirse de forma segura, tampoco garantizaría por sí misma el cese de la amenaza. Además de la fuerte inversión que requerirá (unos 3 millones de dólares que se fondearán tanto con recursos del gobierno como con el apoyo de fundaciones y organismos ambientalistas internacionales sumadas a la causa) también implica una exhaustiva búsqueda y captura de ejemplares. Ello puede representar una verdadera odisea. Los avistamientos son sumamente raros no sólo por la poca cantidad de ejemplares que quedan (aproximadamente 30) sino por la naturaleza esquiva de este cetáceo, que por lo regular nada en solitario o, como máximo, en grupos de tres y no suele pasar mucho tiempo en aguas superficiales.

Aun cuando se lograran trasladar con eficacia especímenes al santuario temporal, el proceso de reproducción no es simple ni rápido. Una vaquita adquiere capacidad reproductiva entre los tres y los seis años de edad y sólo puede alumbrar una cría cada uno o dos años. Ello significa que aunque un ejemplar alcance a vivir 21 años, es altamente probable que el número de sus crías no supere la decena. Además, si la población actual de los pequeños cetáceos es de apenas una treintena, no es posible precisar cuántas hembras quedan y si están o no en disposición reproductiva. Así, la conservación de la especie se antoja sumamente complicada.

/media/top5/SNcover4.jpg

Foto: EFE / Semarnap / Daniel Jimeno / Heike M. Meyer / Caudata.org / Opuntianos blog

OTRAS AMENAZADAS

La vaquita marina es el animal más amenazado en todo el espectro de la fauna mexicana, pero no es el único a punto de convertirse en pasado. Otras especies en la línea de peligro son la guacamaya roja, aún presente en Chiapas pero que ha desaparecido de estados como Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche. Es una especie muy vistosa y muy apreciada debido al bello colorido de su plumaje; el comercio ilegal llega a ofrecer precios por unidad que superan los 2 mil dólares. Además de su captura con fines lucrativos, el deterioro de los bosques húmedos tropicales, producto de la tala inmoderada, ha oscurecido el panorama de la denominada “joya escarlata”, cuyos hábitats se extienden por buena parte del territorio latinoamericano.

El ocelote, el jaguar, la tortuga caguama, el manatí y el tapir centroamericano son otras de las especies con presencia en nuestro país que enfrentan diferentes grados de riesgo. Por otra parte, existen especies que han estado a las puertas de la extinción y se han logrado recuperar con relativo éxito, aunque no al punto de haber sorteado la amenaza. Algunos de esos casos son:

El ajolote.

El axolotl o ajolote (Ambystoma mexicanum), un símbolo del folclore y la mitología mexicanos que se ha trasladado a las artes y la cultura popular. El cuento “Axolotl”, del escritor argentino Julio Cortázar refleja un aspecto de la realidad de este espécimen: su distribución en diferentes acuarios del mundo gracias a sus capacidades reproductivas, pues una hembra puede poner entre 500 y 1 mil 200 huevecillos durante su periodo anual de reproducción, que abarca de noviembre a enero. Además, en cautiverio, es capaz de extender su periodo de vida hasta 30 años, cuando en libertad alcanza apenas un sexenio.

Tan singular anfibio habita en los lagos de Texcoco, Chalco y Xochimilco; fue declarado en riesgo en 2006 debido a la depredación que sufre por parte de la tilapia, la mojarra y la garza blanca, además, por supuesto, de peligros para su salud como la pesca ilegal, la contaminación y la voraz urbanización de ecosistema.

En Xochimilco, su densidad poblacional se había calculado en 1 mil ajolotes por kilómetro cuadrado; para 2008 la densidad bajó a 100 en la misma área y en 2014 se estimó la presencia de un solo ajolote por cada tres kilómetros cuadrados.

Actualmente se desarrollan varios proyectos enfocados tanto a su mantenimiento como a su reintroducción, especialmente en el Parque Ecológico en la demarcación xoquimilquense. En la actualidad es la única región prioritaria para preservar el anfibio en estado silvestre.

El perrito de las praderas.

También conocidos como 'perritos llaneros', son roedores que viven en madrigueras subterráneas. Un tipo, el Cynomys mexicanus, es endémico de nuestro país y habita en los estados de Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas. Otro, el Cynomys ludovicianus, también conocido como 'perrito de cola negra' habita en Canadá, Estados Unidos y en los desiertos de Sonora y Chihuahua.

A inicios del siglo XX se estimaba que esta especie, en todas sus clasificaciones, ocupaba entre 40 y 100 millones de hectáreas en los tres países norteamericanos. Sin embargo, dado que se le considera un competidor natural del ganado (se alimenta de pasto y las madrigueras que excavan han ocasionado daños físicos a las vacas y otros animales) las campañas de exterminio de las que comenzó a ser objeto resultaron tan agresivas que, para la década de los sesenta, su presencia se redujo a sólo 60 mil hectáreas, apenas el 2 por ciento de la superficie que solía habitar.

El desequilibrio natural ocasionado por su disminución poblacional causó la extinción de la Mustela nigripis o hurón de patas negras, el cual dependía del perrito llanero para su alimentación y refugio. También representó la merma de especies como la aguililla real y el chorlito y el tecolote llaneros.

Hoy día, la presencia del perrito de las praderas en Zacatecas y San Luis Potosí es prácticamente nula. En Coahuila aún existe en pastizales de pequeñas poblaciones. Desde 1999, el Museo del Desierto saltillense maneja un programa sostenido de reproducción en cautiverio de este roedor considerado clave para la biodiversidad. En 18 años la estrategia ha conseguido el nacimiento de unos 60 ejemplares de la especie.

El lobo gris mexicano

El Canis lupus baileyi es una de las subespecies de lobo más pequeñas y posee un alto valor histórico dada su importancia en la mitología prehispánica. Se le asociaba con Cuauhxólotl, diosa mexica del fuego, y con la deidad canina Xólotl, señor del inframundo. Restos de este animal fueron hallados en el Templo Mayor de Tenochtitlán y en la Pirámide de la Luna, en Teotihuacán.

Para 1976, existían sólo cinco ejemplares libres del lobo gris mexicano. Su población se mermó dramáticamente debido a la caza furtiva a cargo, principalmente, de ganaderos que los consideraban una amenaza para sus vacas, becerros, caballos y burros.

Fue declarado extinto en la vida silvestre. No obstante, los programas de recuperación y conservación han permitido que, a la fecha, exista una población estimada en las tres centenas, casi todos en cautiverio.

En diciembre de 2013 se liberó, de forma vigilada, a un macho y una hembra para tratar de reinsertarlos en su hábitat. En junio de 2014, un equipo conformado por investigadores de la UNAM y personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, dependiente de la Semarnat constató que la pareja había logrado alumbrar una camada de cinco cachorros, lo que representó el primer nacimiento de la especie en estado silvestre en más de 30 años.

ESPECIES EXTINTAS

En el mundo se han declarado extintas 834 especies; de ellas, 49 corresponden a México según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Empero, la propia dependencia reconoce que la cifra es conservadora, se sospecha que son al menos 129 las especies desaparecidas.

La Semarnat desglosa la cifra oficial en 19 aves, 13 peces, 11 mamíferos y seis plantas.

Miembro destacado de ese listado es el oso gris mexicano (Ursus arctos nelsoni), una subespecie de oso pardo que medía, en promedio, 182 centímetros y pesaba una media de 318 kilogramos. Su pelaje era de un tono marrón rojizo, excepto en las orejas y las patas, que eran de color negro, y en la cara, de un gris que se prolongaba en bandas a través del torso; esta última característica le valió el sobrenombre de 'oso plateado'.

Durante el siglo pasado, este animal, que también tenía presencia en Estados Unidos (allá era llamado Mexican grizzly bear), fue desplazado de su ecosistema natural por el avance de las poblaciones humanas. En la Unión Americana habitaba zonas de Texas, Nuevo México, California y Arizona, mientras que en territorio mexicano se le veía principalmente en Sonora, Chihuahua y Durango.

La presencia del mamífero constituía una amenaza para el ganado, por eso era constantemente cazado o envenenado. Para los años treinta su área de influencia se había limitado al estado de Chihuahua. En 1960 se contabilizaron únicamente 30 ejemplares vivos. Tan sólo cuatro años después, en 1964, el oso gris mexicano fue declarado extinto.

Otro caso es el de la foca monje del Caribe (Neomonachus tropicalis). Si bien este pinnípedo no era exclusivo de nuestro país (habitaba las aguas de todo el Mar Caribe, las Antillas y la costa centroamericana), hay constancia de que la última vez que se le vio fue en 1952 cerca de la Península de Yucatán. En 1967 alcanzó el estatus de especie en peligro y en 1994 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) oficializó que ya no quedaban más pese a que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) aún la declaraba “posiblemente extinta”. En 2008, el gobierno estadounidense precisó que se había extinguido por causas atribuibles a la actividad humana.

La foca monje del Caribe fue descubierta durante la segunda expedición de Cristóbal Colón a América en 1494. En aquella época su población se estimaba en 250 mil ejemplares. Sus números fueron disminuyendo con rapidez debido a la pesca furtiva. En los siglos XVIII y XIX este tipo de mamífero era apreciado por su piel y por su esperma, procesado para aceites lubricantes. Hay alarmas activas para las poblaciones de otras dos focas monjes, la mediterránea y la hawaiana, de las que sólo quedan 500 y 1 mil 200 de forma respectiva.

El carpintero imperial (Campephilus imperialis) era un ave endémica de México presente en los estados de Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas, Nayarit, Jalisco y Michoacán. Por su longitud de entre 56 y 60 centímetros se le consideraba el pájaro carpintero más grande del mundo; estaba emparentado con el pico de marfil del Caribe, también extinto.

El inventario se estimaba en no más de 8 mil existencias en todo el territorio nacional. Sin embargo, el último avistamiento documentado, ocurrido en la sierra de Durango, data de 1956. Algunos testimonios considerados fiables, pero ubicados en la franja extraoficial, reportaron ocho avistamientos en 1965. Otras versiones, nunca confirmadas, relatan que el imperial ave fue vista en 1993 en Sonora y Durango y una vez más en 1995, de nuevo en Durango.

A partir de 1996, ninguna de las expediciones organizadas para avistar al ejemplar ha rendido frutos. Según la UICN, este carpintero no ha desaparecido, se mantiene en la categoría de 'riesgo crítico'. Para las autoridades mexicanas, en cambio, ya no existe y son dos las causas principales: por un lado, la caza tanto recreativa como con fines medicinales (se creía que su cresta en aceite ayudaba a combatir el dolor de oído y los ataques de nervios) y, por el otro, la tala inmoderada de los bosques de pino que solía habitar.

PROPORCIÓN INSOSTENIBLE

Volver a poner la lupa en las cifras, esta vez abarcando un periodo más amplio, representa encarar que entre 2003 y 2015 México reportó 11 billones 6 mil 446 millones de pesos englobados en el concepto de Costos totales por agotamiento y degradación ambiental, es decir: contaminación del aire, el agua y el suelo, generación de recursos sólidos y agotamiento de recursos naturales. Las actividades de transporte y almacenamiento representaron un tercio del total; las actividades domésticas casi un cuarto (23 por ciento) y la minería un 17 por ciento.

En contraparte, durante el mismo periodo, los gastos por protección ambiental totalizaron 1 billón 366 mil 276 millones de pesos, apenas un 11 por ciento del total de costos.

Las actividades económicas en el país, recomiendan organismos internacionales, expertos y activistas, deberían reorientarse con una perspectiva ambiental. Coinciden en que los procesos productivos no contribuyen a la sustentabilidad de la naturaleza y sí favorecen al deterioro y al cada vez más severo agotamiento de hábitats, recursos y especies.

En 2009, la organización Greenpeace publicó un estudio titulado La destrucción de México. La realidad ambiental del país y el cambio climático. En el documento señalaron que “La ignorancia y la visión de corto plazo de los tomadores de decisiones acerca de los enormes beneficios que nos proporcionan los ecosistemas –y, por tanto, el permitir e incluso avalar su destrucción-, nos está llevando irremediablemente a una catástrofe económica, social, política y ambiental”.

A ocho años de distancia, el reclamo contenido en ese párrafo está lejos de extinguirse.

Twitter: @manuserrato

Foto: Semarnat
Foto: Semarnat
Los funcionarios del Fondo Mundial para la Naturaleza alertaron que la vaquita marina está en riesgo inminente de desaparecer para el 2018.Foto: EFE/José Méndez
Los funcionarios del Fondo Mundial para la Naturaleza alertaron que la vaquita marina está en riesgo inminente de desaparecer para el 2018.Foto: EFE/José Méndez
Peces totoaba en un tanque de reproducción en el estado de Baja California. Foto: EFE/Alejandro Zepeda
Peces totoaba en un tanque de reproducción en el estado de Baja California. Foto: EFE/Alejandro Zepeda
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente participó en la liberación de 15 mil crías de totoaba realizada el pasado 25 de agosto en la Bahía Concepción del Golfo de California. Foto: Notimex/Profepa
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente participó en la liberación de 15 mil crías de totoaba realizada el pasado 25 de agosto en la Bahía Concepción del Golfo de California. Foto: Notimex/Profepa

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Jordi Chlas Pujol

Clasificados

ID: 1359789

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx