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CRÓNICA LERDENSE

Grandioso recibimiento en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México, donde se llevaron a cabo las honras fúnebres y  honores a Sarabia como Embajador Extraordinario.

Grandioso recibimiento en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México, donde se llevaron a cabo las honras fúnebres y honores a Sarabia como Embajador Extraordinario.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA, CRONISTA OFICIAL DE LERDO

Grandes honores y condecoración, rindieron a Sarabia

En el salón de recepciones de la Secretaría de Comunicaciones el día 10 de junio de 1939, a las 11 de la mañana, rindieron un homenaje y guardia de honor los Defensores de la República compuesta por pilotos del 2º. Regimiento Aéreo, ante los restos de Francisco Sarabia. Quienes formaron una valla presentando sus espadines con los honores correspondientes para que pasara escoltada la Bandera de San Blas, ésta fue colocada en la cabecera del féretro y leyeron el acuerdo por el cual se declaró al bravo piloto Francisco Sarabia Socio Honorario Pos Mortem de la Asociación. Entre redobles de tambores y el toque de honor de los clarines, Luis Encontrìas, vicepresidente de la agrupación e impone a Sarabia la Bandera de Honor, con lo cual el pendón que amortajaba a Sarabia lucía ya cuatro preseas, la Medalla de Quinta Roo, el Premio de Primera Clase Emilio Carranza, la Medalla de Lerdo y la Bandera de Honor.

El domingo 11 de 1939 fue el día programado para darle cristiana sepultura a los restos mortales del As de la aviación Francisco Sarabia. pero antes que todo se le despidió en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se le rindieron grandiosos honores de divisionario y otorgación de la Medalla al Mérito Aeronáutico. Del edificio de la Secretaría de Comunicaciones es bajado el ataúd en hombros de ocho personas, familiares y amigos por las escalinatas del salón de recepciones, conduciéndose al féretro a la Plaza Constitución. Al cortejo lo escolto cincuenta motociclistas de la Policía Federal de Caminos y de la Jefatura de Tránsito del Distrito Federal y fuertes cordones de policía, quienes contenían a una gran multitud de mexicanos ávidos de estar lo más cerca del valiente piloto lerdense. Mientras la ciudadanía dejó caer una lluvia de flores durante el todo trayecto al zócalo.

Desde Bolívar hasta la esquina de Monte de Piedad y Tacuba, la gente apenas permitía avanzar al cortejo, lo que ocasionaba que hiciera constantes paradas. A la altura de la calle Bolívar, la escolta fue impotente para detener el gentío que materialmente estaba muy cerca a la carroza fúnebre. Los restos de Francisco Sarabia pasaron frente a la histórica y centenaria Catedral de la Ciudad de México, cuando las campanas del reloj sonaban sus sonidos de bronce anunciando las dos y media de la tarde, tras un tiempo después el cortejo y la comitiva se posesiona de la Plaza Constitución y en esos momentos era presidida por el oficial mayor de la Secretaría de Comunicaciones, Salvador Carrasco.

En seguida, por segunda vez el ataúd que contiene el cuerpo de Sarabia es subido a los hombros de familiares y amigos y es colocado hasta el túmulo o armazón de madera recubierta de paños negros que se erigió para celebrar las honras en la gran Plaza de la Constitución cerca de la puerta Mariana. En seguida por la puerta principal del palacio de gobierno, el pequeño Carlos Francisco Sarabia Díaz, sale de la mano del Secretario de la Defensa Nacional, acompañado de generales del estado Mayor y suben al túmulo solo el general Jesús Agustín Castro y el niño Sarabia. En esos momentos tan emocionantes la Fuerza Aérea Mexicana acompañando a la ceremonia desde las alturas, ejecutando acrobacias y formaciones.

Los tambores de las bandas de guerra lloraron redoblando y la campana doblando. Luego Agustín Castro, entrega al hijo de Sarabia el diploma correspondiente a la condecoración y el niño la lee con voz de inocente y con asombro, que contiene: "Por el acuerdo del C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, se concede la condecoración de Primera Clase del Mérito Aeronáutico al C. Francisco Sarabia, P.A. por haber llevado a cabo el vuelo México-Nueva York y establecido su récord. Se le expide el presente Diploma, para acreditar el uso de la citada insignia, siendo este diploma provisional, mientras se expide el definitivo, 10 de junio de 1939. General de División Jesús Agustín Castro. Anotado. (-). General de Brigada y Jefe de la Dirección Técnica Militar, Juan Felipe Ríos".

En este acto a Sarabia le hicieron honores de Embajador Extraordinario o sea de General de División, con motivo de que su viaje a los Estados Unidos tuvo como carácter de Embajador de Buena Voluntad equivalente a una misión plenipotenciaria y por haber muerto en la misión, razón por la cual merecía los honores descritos. Por otra parte, la Secretaría de la Defensa Nacional dispuso otorgarle como premio a su proeza la medalla de Primera Clase al Mérito Aeronáutico, prendiéndosela en vez del pecho, en la Bandera Nacional que cubriría el féretro.

Momentos después la marcha de honor se vuelve ejecutar, redoblando los tambores, rezumbando y vibrando poderosamente los motores de los aviones que vuelan en honor de Sarabia. El Jefe del ejército vuelve con el niño Carlos al palacio, en esos momentos los clarines tocan tres veces silencio y una nube en el firmamento de pronto cubrió el sol. En seguida continuaron las guardias populares, por una hora duró el desfile del pueblo formado por todas las clases sociales, le daban muestras de pleitesía y reconocimiento; numerosas ancianitas, papeleritos, obreros, campesinos, bellas y elegantes mujeres, gente rica, mujeres humildes. Un cordón humano y varios oficiales del ejército montaron una guardia.

Al terminar el acto, el clarín da la orden de partir y las bandas de guerra de los batallones 36 y 50 vuelven a ejecutar la marcha de honor y las tropas presentaron armas. Así se organiza el desfile final, con cinco motocicletas de la policía de caminos en la descubierta, mientras la banda de música de la policía ejecutaba diversas marchas fúnebres. Unos quince armones transportaban varios centenares de ofrendas florales. Un número incontable de gente acompañó a Sarabia y una interminable fila de automóviles se expendía desde la estatua de Carlos IV hasta los Leones de Chapultepec. La Comitiva siguió rumbo al panteón civil de Dolores.

El cortejo arribó al cementerio de Dolores a las 17.19 horas. De inmediato los policías formaron una valla hasta la rotonda y los pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana transportaron en hombros el ataúd con los restos de Sarabia al lugar donde hay numerosos monumentos fúnebres denominada la Rotonda de los Hombres Ilustres, ésta había sido vestida con negros cortinajes, imponiéndose un aspecto de solemnidad. En el sitio lo esperaban el Secretario de la Defensa Nacional, el general Gustavo A. Salinas y Joaquín Pedro Peñalosa, la señora Agripina Díaz de Sarabia y sus tres hijos. Sus hermanos Santiago, Leonor, Jesús y María. Su prima Oliva Morán Tinoco.

A las 17.30 horas el féretro fue colocado sobre las cintillas, el clarín tocó atención y el licenciado Luciano Kubli dijo el poema de la oración fúnebre. Por último, el general Salinas abrió la caja para dejar un ramo de gladiolas sobre su cuerpo. Por fin la caja es bajada lentamente. Mientras tanto el clarín toca la orden y se van oyendo los 19 cañonazos junto con la marcha de honor y los sollozos sin hacer mucho ruido para no llamar la atención. El general Castro coge una palada de tierra y de ella echan un puño, sus hermanos, sus amigos y la tierra amorosa cae sobre las losas. Después se forma una montaña de flores, mientras los clarines tocan silencio. Arriba despiden a Sarabia, las cuadrillas de los aviones evolucionan y entre los motores de los corsarios parece que se escucha muy claro el motor Hornet de El Conquistador del Cielo.

En el panteón de Dolores de la Capital de la República queda sepultado Francisco Sarabia Tinoco el 11 de junio de 1939, en la fosa número 22 de la rotonda de los Hombres Ilustres.

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