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La clave para salvar la Reserva de la Biosfera Maya

La Reserva de la Biosfera Maya abarca más de 2 millones de hectáreas de selva tropical de tierras bajas y montañosas, y es conocida por sus niveles particularmente altos de biodiversidad, hogar de jaguares, pumas, ocelotes, monos aulladores y tortugas de agua dulce, entre muchas otras especies. (EFE)

La Reserva de la Biosfera Maya abarca más de 2 millones de hectáreas de selva tropical de tierras bajas y montañosas, y es conocida por sus niveles particularmente altos de biodiversidad, hogar de jaguares, pumas, ocelotes, monos aulladores y tortugas de agua dulce, entre muchas otras especies. (EFE)

EFE

Durante este año, una oleada de incendios devastó más de 2,000 hectáreas en uno de los últimos pulmones ambientales de América, la Reserva de la Biosfera Maya de Guatemala, una amenaza que ha enfrentado a dos modelos de conservación: el del éxito, comandado por las comunidades locales, y el del Estado.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio sobre la efectividad del control y prevención de incendios forestales realizado por el Programa Regional de Investigación sobre Desarrollo y Medio Ambiente (PRISMA) y la Asociación de Comunidades Forestales de Petén (Acofop), dado a conocer en Ciudad de Guatemala.

El texto, que analiza el proyecto "Nuestras Tierras, Nuestros Bosques", implementado por Acofop en cumplimiento a uno de los acuerdos de Paz de 1996 conocido como "Bosques de Paz", evidencia los peligros de la Reserva durante los últimos años.

Solo en 2017, 7,794 incendios de vegetación han amenazado el área protegida más grande de Guatemala, que junto con Belice y México forma una de las masas forestales más grandes al norte del Amazonas, y que responde a una tendencia global de incremento de incendios por los cambios en las lluvias, la temperatura y los fenómenos climáticos extremos.

La Reserva de la Biosfera Maya abarca más de 2 millones de hectáreas de selva tropical de tierras bajas y montañosas, y es conocida por sus niveles particularmente altos de biodiversidad, hogar de jaguares, pumas, ocelotes, monos aulladores y tortugas de agua dulce, entre muchas otras especies.

Sin embargo, las 398,399 hectáreas de la Reserva de la Biosfera Maya bajo manejo por concesiones comunitarias, que vencen en cinco años, lograron frenar estos incendios y solo el 0.8 % ocurrieron dentro de estas áreas representadas por Acofof, un "éxito" que contrasta "fuertemente" con las áreas protegidas estrictas, a cargo del Gobierno.

Fue en las zonas núcleo, donde la normativa restringe "fuertemente las actividades de comunidades", donde se observó la tasa más alta de incendios, un 53 %, a pesar de que solo comprende el 40.2 % de toda la Reserva.

El éxito de la prevención y control de incendios en las áreas de gobernanza comunitaria fue posible, según el texto, por el Plan de Control y Prevención de Incendios y la cooperación entre las nueve concesiones humanitarias, que presupuestaron unos 412,000 dólares para ello y que patrullan la zona de forma continua.

Brechas, ríos y caminos contra incendios son algunos de los factores claves para el éxito alcanzado, y ello a pesar del "desafío" de la disponibilidad de recursos, que mitigan luchando hombro con hombro: "Han demostrado una gran capacidad y efectividad para enfrentar amenazas".

Debido a estos resultados, el estudio destaca la necesidad "urgente" de prorrogar los contratos que avalan las concesiones comunitarias, porque la "creciente incertidumbre" sobe los derechos de estas comunidades a sus tierras representa una "amenaza" al modelo forestal, que no solo ha logrado controlar los incendios sino también evitar la deforestación.

"La deforestación en las concesiones comunitarias entre 1994 y 2015 fue de 2,97 %, mientras que alcanzó el 21.87 % en la zona núcleo (área protegida) y 40.73 % en la zona amortiguamiento", conformada por una franja de terreno en la parte sur diseñada para aliviar las presiones sobre la Reserva y dónde se permiten "algunas" actividades agrícolas.

Este modelo es "el último baluarte" de la conservación de los ecosistemas y patrimonio natural dentro de la Reserva y este estudio reafirma algo ya demostrado -continúa-: que los indígenas y las comunidades locales, "con su sabiduría ancestral", son capaces de hacer la diferencia, como demuestra el caso de Petén.

"Los contratos renovables de las concesiones comunitarias, con un periodo de 25 años, comienzan a vencer dentro de 5 años. Hay crecientes amenazas como palma africana, petróleo y megaproyectos de turismo sobre esta área", denuncia el documento, cuyos autores principales son Andrew Davis y Laura Sauls.

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