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RENÉ DE LA TORRE

"Vengo a aportar mi granito de arena", "Cuando surgió la posibilidad de venir, no lo pensé dos veces", "Hay rumores pero yo estoy muy a gusto en el club, nadie ha hablado conmigo", "Estamos en deuda con la afición". Frases como ésas las hemos escuchado tantas veces de jugadores, técnicos y hasta directivos, que se han convertido en verdaderos clichés del medio futbolístico.

Pero al igual que los protagonistas del juego, también los aficionados tienen las suyas.

Cuando el equipo de casa tiene una mala campaña, es bastante común escuchar y leer pláticas entre fanáticos del equipo en las que se llega a la conclusión de que la pésima actuación del club se debió a que los jugadores "no sienten la playera" y le piden a la directiva traer de vuelta a futbolistas que han dejado huella en el club porque "sí le tienen amor a la camiseta" y por ende, ellos sí dejarán el alma en la cancha por defender el honor del escudo al que representan.

Ese famoso amor a los colores es algo tan sobrevalorado que ha resultado muy lucrativo para algunos personajes del balompié que gracias a que van por la vida pregonando el supuesto cariño que sienten por un equipo, son contratados más por la nostalgia que despierta en los aficionados el ver a uno de sus héroes de pantalón corto volver, que por los resultados que puedan llegar a tener.

Claro que hay quienes además del cariño a los colores, el profesionalismo con el que trabajan los hace obtener el rendimiento que se espera de ellos.

El amor a la playera no es besar el escudo luego de anotar un gol, pues, sino trabajar con profesionalismo para la institución que te paga.

Otro de los argumentos de los aficionados para justificar el mal desempeño de algún jugador es porque "no le pone lo que hay que poner", no con esas palabras pero usted sabe a lo que me refiero. En el vertiginoso futbol profesional de hoy en día en que el artista del balón además de tener un empeine prodigioso debe ser un verdadero atleta, el correr, meter fuerte la pierna y convertirse en un todo terreno es algo que va implícito al saltar al teatro con escenario de alfombra verde.

Aquél que no esté dispuesto a correr los noventa minutos, a recibir patadas del contrario malaleche y levantarse como si nada hubiera pasado, probablemente no tendrá derecho a amarrarse las cintas de los zapatos en un vestidor de primera división.

La realidad es que las malas temporadas se deben principalmente a la falla en la planeación del plantel para encarar el torneo, es decir, a la mala toma de decisiones en la dirección técnica y también, por qué no, a la falta de profesionalismo o "amor a la playera" de algunos jugadores.

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