Foto: Cortesía Foro NESI
Una mayor cooperación y proyectos con un fuerte componente de innovación social servirían para lograr la transición hacia un sistema que reparta los frutos mediante un diseño situado dentro de lo permitido a nivel ecológico, que se base en capacidades compartidas, en justicia social y económica.
Cada cierto tiempo centenares de expertos en cuestiones de mercado se reúnen para compartir experiencias acerca de cómo desarrollar negocios sostenibles.
En abril pasado, por ejemplo, se celebró en Málaga, España, un foro de Nueva Economía e Innovación Social (NESI por sus siglas en inglés). Allí estuvieron representados más de 50 países de los cinco continentes.
Un requisito básico entre quienes acuden a las citas con NESI es mostrar compromiso con la idea de contribuir a crear una dinámica económica que sea justa y colaborativa y que se destaque por promover acciones y directrices centradas en la gente.
Para dejar bien claras sus intenciones, en el encuentro malagueño, los foristas elaboraron una carta con lo que, según ellos, debe ser la creación de riqueza y la producción, así como la distribución y consumo de bienes y servicios, a estas alturas de la historia.
La economía, proclaman, estará al servicio de las personas, de maneras que nadie, nunca más, esté al servicio del dinero.
¿COMO SE LOGRA?
La respuesta de los promotores de esa realidad distinta es: creando un modelo económico cuyo objetivo sea el bien común. Incrementar la riqueza de los individuos, sí, pero aumentar la cooperación también. Otro aspecto a considerar, señalan, es que la responsabilidad social y el cuidado del medio ambiente deben figurar en el centro de las decisiones.
El fin más humanitario de los esfuerzos, esa es la nueva economía, tal es el criterio que proponen insertar en la producción de comestibles; en las ofertas existentes a la hora de vender casa o vestido; en los sistemas de movilidad urbana; en el fomento de los transportes no contaminantes; en la regulación para lograr el más justo de los comercios.
Es posible situar a la gente por encima de las utilidades, según Aniol Esteban, de la Nueva Fundación Económica, tanto como trabajar para alcanzar un mundo en el que no haya que preguntarse por el impacto ecológico ni humano del consumo.
Para conseguirlo, explican en el NESI, un paso es establecer un sistema de valores y derechos cuya estructura tenga puntales como la justicia, la solidaridad, la igualdad y la autonomía.
La nueva ciencia de la riqueza entonces, partirá de la cooperación, las capacidades compartidas, el respeto a los derechos humanos.
Su adopción, resaltan, garantizaría cuestiones como el acceso a la educación o la oferta de vacantes de empleos que representarían ingresos significativos y una contribución concreta de importancia colectiva.
Más beneficios, señalan, es que se promueve la capacidad para superar circunstancias traumáticas derivadas de la globalización y se impulsa la soberanía alimentaria de los pueblos.
Ningún área quedaría exenta de la transformación en pos del bienestar. La banca y el dinero estarían sometidos a la norma del 'fin más humanitario”.
Los partidarios de esa concepción consideran que es factible crear sólidos vínculos de cooperación entre organizaciones alrededor del planeta, y de esa labor conjunta extraer, por ejemplo, propuestas encaminadas a alcanzar, por un lado, los objetivos de desarrollo sostenible y, por el otro, las metas del Acuerdo de París sobre cambio climático.
NUEVO MERCADO
El mundo necesita, se expone en la misiva, no sólo tecnología, también requiere firmeza de valores. Un salto en esa dirección sería, se lee en el documento, pasar de satisfacer deseos a satisfacer necesidades; de consumir a vivir y cuidar; del individualismo y la competencia a la democracia; de la creación de problemas como la migración forzada a soluciones que sean respetuosas de los derechos inalienables; de un modelo extractivo y degenerador a un esquema racional y regenerativo, que funde un vínculo de armonía entre la humanidad y el globo terráqueo.
Una mayor cooperación y proyectos con un fuerte componente de innovación social servirían para lograr la transición hacia un sistema que reparta los frutos mediante un diseño situado dentro de lo permitido a nivel ecológico, que se base en capacidades compartidas, en justicia social y económica.
Los foristas de la carta exponen que es una cuestión de sentido común y humano. Si se persigue la satisfacción de las necesidades un aspecto irrenunciable es pensar los actos en función de si contribuirán o no a preservar la armonía entre el planeta y sus habitantes racionales. Otras cuestiones a considerar son que se garantice la redistribución justa de los recursos; proporcionar a los pueblos trabajos con remuneraciones dignas, y acceso justo al esparcimiento para todos articulen sus capacidades al máximo.
CARACTERÍSTICAS
La fórmula para el bien común tiene algo de agroecología (aplicar conceptos ecológicos a la gestión de sistemas agrícolas), economía verde (mejorar el bienestar de la población mientras se reducen los riesgos ambientales), y economía colaborativa (intercambio de bienes o servicios con base en un enfoque de solidaridad, beneficio mutuo y ahorro).
Estas alternativas, consideran en el NESI, están repensando y remodelando conceptos como dinero, comestibles, trabajo, producción, organizaciones y comercio.
Sobre el primero de los términos, el dinero, se persigue que sea un medio en lugar de un fin. La intención es que la creación de ese rostro de la fortuna se produzca bajo un marco democrático y que personas educadas y empoderadas participen en la solución de problemas como el descontrol de la deuda pública.
Los promotores de la ciencia refundada consideran que ya podría incluso replantearse el concepto de 'propiedad' y conducirse a sabiendas de que los seres humanos no son los únicos dueños del planeta, sino sus meros administradores por un breve periodo.
Las tareas preponderantes pues, consisten en mostrar al mundo los provechos de una vida más compartida y equilibrada en la que tenga un sitio de privilegio la exploración y el desarrollo del potencial.
En el NESI consideran que un ejercicio importante es repensar el concepto de 'trabajo' y contemplar la inclusión de las labores domesticas, el cuidado de los niños y ancianos, las actividades voluntarias y las actividades culturales y artísticas dentro de los oficios remunerados.
Más acciones serían estimular distintas formas de ayudar a las comunidades a superar los conflictos en su seno causados por su inmersión en la globalización e instaurar en los países economías democráticas de manera que el pueblo tenga derecho a decidir por cuál vertiente encamina sus fuerzas productivas.
La gente podría opinar si desea establecer modelos agroecológicos para la producción de alimentos o programas sostenibles de generación de energía.
La carta para transformar la realidad económica, pues, implica modificar la manera en que se relacionan los operarios con los sistemas de producción, de manera que ya no sean simples recursos humanos. La educación, en todo caso, es un tema clave para conseguir que cada quien consiga aportar su mejor versión.
Los negociantes pertenecientes a 50 países de la Tierra aseguran que su carta no es un cuento de hadas ni una ingenua declaración de propósitos.
Aseguran que se basa en evidencias y experiencias que son practicadas a diario por millones de personas y organizaciones a nivel mundial. La práctica de esos esquemas, aseguran, permitirá situarse más allá del post -capitalismo. Vivir con menos, en una industria asentada dentro de una dinámica productora de bienes y servicios que sea cuidadosa con los individuos y el entorno.
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