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La opinión pública y su función social

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ISMAEL LARES

La prensa cuenta con un amplio margen de funciones como medio que organiza y transmite información, o bien, que desorganiza, deforma y oculta.

La historia social abarca enfoques diversos que cumplen diferentes funciones como son las identitaria y memoriosa; didáctica y académica; política y cultural. También transita los amplios caminos que la humanidad ha recorrido y recorre día tras día.

En ese andar son los acontecimientos los que permiten establecer una comunicación con el pasado. Así es como se fragua el relato histórico, por medio de un lenguaje que vincula —en palabras de Enrique Florescano— al mito con el rito.

Ahora bien, para construir esta historia social resulta imprescindible analizar las estructuras materiales y mentales. De estas últimas se desprenden las ideologías. Para comprender este término, veamos que para Althusser significaba “un sistema (con su lógica y rigor propios) de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los casos) dotado de una existencia y un papel histórico en el seno de una sociedad dada”. En sus intentos por descifrar o más bien interpretar los sistemas ideológicos, que no son más que discursos, el historiador se apoya en fuentes documentales, escritas u orales, que permiten analizar el contenido para atestiguar cómo se construyen estas articulaciones, estos signos, estas expresiones de cualquier colectivo. Como bien dice Duby: “Las ideologías son en verdad envolturas, sistemas de representación cuyo fin es el de asegurar y proporcionar una justificación de las conductas de la gente”.

El documento, sin dejar afuera algún formato, juega un papel principal en cualquier forma de discurso. Le prestamos atención para recoger y analizar el registro humano del pasado. En este sentido, la prensa cuenta con un amplio margen de funciones como medio que organiza y transmite información, o bien, que desorganiza, deforma y oculta.

También puede adquirir un carácter propagandístico, moralizante, de manipulación. El análisis de discursos textuales y gráficos sirve a los historiadores para comprender tanto los vicios que encierra la prensa como su grado público (o exclusivo), sin dejar de lado la imposición de una postura en particular, estableciéndose como un espacio normativo y homogeneo dependiente de una sociedad burguesa en expansión.

La opinión pública es representativa de un grupo, por tanto, no resulta del consenso popular, sino que es consecuencia del razonamiento de un conjunto social exclusivo. Este parecer destaca por su carácter general y público, propio del pueblo, sin espacio para la crítica y el disenso.

Una verdadera audiencia se construye gracias al intercambio discursivo entre ciudadanos, lo cual presenta un problema de distanciamiento entre público y pueblo, ya que, si bien el público está ligado a lectura y escritura, éstas son más bien prácticas culturales que excluyen a ciertos actores de la sociedad. Lo necesario es destacar la conversación que se da, ya sea de manera activa o pasiva. Por eso, en este caso, el papel de la prensa tendría que animar mejor las conversaciones.

Twitter: @ismael_lares

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