Cervantes a virote en Guadalajara

El pan que en Guadalajara nombran 'virote', me parece, tiene su raigambre en una asociación concupiscente, es decir, se relaciona el alimento con la parte genital masculina eréctil.

Existe inclinación de los hablantes a identificar alimentos con partes del aparato genital, es decir, a aplicar a comestibles nombres que en sentido recto pertenecen a lo que el pudor llama “partes pudendas”. Aunque de pronto al referirse a los genitales apenas les dicen “partes”: el niño está rosado de sus partes; o, en casos de perversión: ese viejo anda jurguneándose sus partes.

Con la certeza de pasar como anticuado, puedo decir que hasta hay cierta obscenidad en la designación de algunos alimentos con el nombre de aquellas partes. Por ejemplo, no me cabe duda de que el llamado hot dog (perro caliente), alimento universal cuyo componente principal es la roja salchicha, hace alusión a lo que ocurre con el pene del perro sexualmente excitado.

Otro caso, pícaro u obsceno, es el que se da en nuestra comarca y en gran parte del norte de la república y que ya hasta fue exportado a Estados Unidos. Me refiero al burrito (diminutivo que quisiera mitigar la monstruosidad fálica del burro). El burrito, como alimento, es ese rollo, esa tortilla de harina de maíz o de harina de trigo al que se da volumen con los ingredientes que envuelve su forma cilíndrica.

¿Pero por qué los burritos se llaman burritos? Mi mente obscena ha deducido que a esa forma de alimento en rollo se le llama así porque su forma tubular, gruesa y consistente semeja el falo, el pene, el órgano genital erecto del burro cuando anda, como dice el dicho, como burro en primavera.

Otro ejemplo de asociación de una pieza alimentaria con un área genital es la que casi desapareció del habla lagunera, quizá por la relación que se les estableció. A lo que ahora comúnmente se le llama tortilla de harina hace algunos años –aunque todavía se le escucha en la zona rural y en la periferia– se le llamaba panocha. El vocablo panocha para nombrar la tortilla de trigo desapareció y ahora se le reserva para el submundo del habla grosera.

Algo similar ocurre con el muy apreciado en la comarca lagunera, pan francés. Quizá su nombre surgió no de una mente gourmet, sino de una mente obscena, aunque aparecería en un momento del desarrollo de la forma del pan muy anterior, aquel momento en el que la pieza de pan abombadita llevaba una hendidura en el centro. Ahora los panaderos no hienden el pan por el centro, la rajada queda en un lado, pero imagínenla en el centro, como lo vio quien le dio de nombre pan francés.

Pero yo iba, como otras veces, hacia el autor del Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra. Y ahorita viene al caso porque igual que el pan francés, el pan que en Guadalajara nombran “virote”, me parece, tiene su raigambre en una asociación concupiscente, es decir, se relaciona el alimento con la parte genital masculina eréctil.

La relación de virote con tal parte masculina no es tan directa. Y así, de modo más bien indirecto aparece en las Novelas ejemplares, de Cervantes. Antes de ir a sus páginas diré que cuando de vagos íbamos a meternos a las aguas violentas de los tajos que corrían por la ciudad, si alguien decía “es que no tengo traje de baño”, se le replicaba: no le hace, a virote. A virote significaba totalmente desnudo.

Aquí viene la relación indirecta de virote y lo obsceno que sugiere el uso en la obra de Cervantes. En su novela “El celoso extremeño”, del libro ya mencionado, dice que se le nombra “virote” a un mozo soltero. Por qué sería. Porque un soltero, es decir, un hombre que no tiene mujer en quien verter la libido, es como un burro en primavera. Su pene es como el pan llamado virote en Guadalajara y anexas, es decir, largo, rígido y cilíndrico. Virote, según un glosario cervantino, es dardo, y dardo es lanza pequeña. ¿Esas palabras a dónde conducen la imaginación? A donde conduce la que hizo y hace analogías de alimentos y órganos sexuales.