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Víctor Dryere

Entrevista

Foto: Cinépolis Distribución

Foto: Cinépolis Distribución

YOHAN URIBE JIMÉNEZ

Víctor Dryere es un joven guionista y director mexicano. Hace cine de terror porque desde pequeño tuvo clara la vocación para contar historias que le pongan la “piel chinita” a cualquier espectador. En el set, es definido por sus compañeros como un creador amable, incluyente, de los que escuchan y no sólo ordenan, de los que piensan que detrás de todo proyecto antes que nada está el recurso humano.

Su ópera prima, La posesión de Altair, obtuvo el premio a Mejor Película Latinoamericana en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña Sitges, el más importante del mundo en este género. Su estilo y frescura lo llevaron a recorrer festivales y foros en países como China, Finlandia, Brasil, Corea del Sur y Argentina, entre otros. Abril es el mes de su consagración, porque llega con un gran número de copias a las salas de Cinépolis.

¿Qué tan fácil es hacer terror en un país cuya tradición en el género es muy limitada?

México es el país que más consume el terror americano, que es el que más se importa, pero algo que he estado viendo es que nosotros, como cultura, tenemos muy arraigada la muerte y el sufrimiento, están muy alrededor de nosotros y tiene todo el sentido del mundo que seamos el país que consume más terror, creo que a través de estás películas podemos exorcizar nuestros propios demonios. Si a la hora de producir siguiéramos ese sentido, las mejores películas de terror se deberían estar haciendo aquí. Ahorita hay como cierto renacimiento del género, se están haciendo cosas muy interesantes; hay muchos directores que están filmando terror, tenemos un muy buen momento y algo grande está pasando respecto al cine de terror.

Que bueno que nuestra película, La posesión de Altair, sea una de las cintas que están dentro de este movimiento, sobre todo para lograr ofrecerle al espectador películas inteligentes, que sí den miedo y no risa, más aún, presentar películas con la calidad que se merece el público.

¿Han marcado pauta cintas como Kilómetro 31?

Definitivamente. Kilómetro 31 fue un parteaguas porque habían transcurrido mucho años en los que no se hacía terror, y le fue muy bien porque es una película de gran calidad, tenía justo la calidad de los filmes que a la gente le gustan. Para ese momento el terror sólo era de los estadounidenses y tal vez europeos. Claro, también está lo que han hecho Alfonso Cuarón y Amat Escalante, entre otros directores mexicanos, eso puso el foco en México para el terror, pero también para el cine en general.

Nosotros fuimos al Sitges, que es el festival más importante del mundo en este género y ganamos el premio de Mejor Película Latinoamericana, obviamente nos pusimos muy contentos. El hecho de que en el festival tengan una sección especial para el cine de terror latinoamericano es una de las muchas pruebas de que sí hay ojos viendo para acá. Nos invitaron a presentar la película en China, Corea, Estados Unidos, Argentina, en fin. Ganamos el premio del público en el Festival Mórbido, que para mí es el más importante porque las películas son para los espectadores. En todos los lugares a donde he viajado con mi película me han confirmado este renacimiento del género, no es idea mía, es la gente de afuera la que me lo dice, les entusiasma mucho el cine de terror latino y en particular el mexicano.

¿Pero, seguimos con la necesidad de que sean los festivales extranjeros los que destapen grandes películas y directores?

Desgraciadamente sí. Creo que, aunque no es fácil de decir, como mexicanos tenemos muchas cualidades, y cualquier nación tiene cosas buenas y malas. Algo que no me gusta mucho de mi país es que, tristemente, cuando te validan en el extranjero entonces el mexicano dice: “¡Ah, ok!, entonces sí es bueno”. Tiene que venir un europeo o norteamericano a validar, aunque no siempre y cada vez menos. La valoración de los festivales internacionales le da confianza al público mexicano, también se entiende, porque hay muchas cintas que son malas, y esos trabajos terminan alejando al espectador de ver filmes que sí pueden ser buenos. Cada vez que se presenta un mal trabajo, el público se aleja del cine en general.

¿Eres un director muy joven, siempre tuviste claro el género al que te ibas a dedicar?

Sí, desde niño. Yo tengo 34 años, nací en el 83. Desde muy pequeño como que me provocaba mucho placer el hecho de que mis padres me dijeran que no podía ver las películas de terror porque no eran apropiadas para mi edad. Siempre me cuestionaba ¿por qué no?; el hecho de que me prohibieran verlas me causaba intriga y, como era niño, pues, me gustaba ese juego. Ya cuando cumplí cinco años me dejaron ver la de Chucky. Desde pequeño, vi muchas cintas de terror, es el género que más me ha gustado, y ahora que he crecido me gusta hacerlo, porque a través de ello puedo exorcizar mis propios demonios.

Me agrada mucho indagar sobre mí, para encontrar debilidades y errores, para poder superarme como artista y como persona. Creo que las películas de terror son una metáfora de esto, te llevan a lugares oscuros, en ti mismo, a los que generalmente no irías, es más fácil hacerlo a través de los personajes de una película.

¿Qué tan difícil es hacer cine de terror?

Se dice mucho que el horror y la comedia son difíciles de hacer. Yo creo que cualquier cinta lleva mucho trabajo, a mí, en lo personal, como me gusta tanto el horror y lo he explorado desde hace muchos años, por alguna razón se me facilita. Me gusta ver opciones, salidas, investigar. Observo mucho a las personas en general y eso me ayuda a encontrar ciertos patrones en los diferentes personajes, los arquetipos que se pueden usar en las películas del género. Cualquier tema se puede llevar hacia lo oscuro y el terror.

No creo tanto en eso de que provocar miedo es difícil, hacer cine es difícil porque encuentras un camino lleno de obstáculos y cosas que lo hacen muy complicado.

¿El proceso es muy largo?

Sí, en está película nos tardamos cuatro años. Surgieron muchos problemas, pero es tanto mi amor, y el de mi equipo, por el cine, que la sacamos adelante. Se filmó en el 2012. Todos en el grupo éramos muy jóvenes, menores de 30 años, había muy poco presupuesto y le pusimos más amor. Claro que es difícil, pero cuando estás decidido a que algo quede bien, por el simple placer de que quede bien y no porque te están pagando por hacerlo, creo que eso se refleja y se seguirá reflejando, esa energía se siente en los actores, en el personal técnico, en todos. Si el largometraje trae un aura de buena vibra, es por todo el amor que le metimos quienes estuvimos trabajando en ella. Es algo que percibe el público, es una cinta dirigida a un público cada vez más inteligente y exigente.

Alguna vez un director dijo que México era el país de las óperas primas, pero no de segundas obras, ¿el premio del festival es una llave para abrir puertas?

Mira, hasta que no firme el contrato del siguiente proyecto te diré con certeza que sí. Pero por lo que he vivido, ahorita se abrieron muchas oportunidades en diferentes partes del mundo, productores de Hollywood, España y de aquí de México, especialmente de esos tres lugares, se han acercado conmigo porque realmente les gustó la película, les pareció una propuesta muy original y única. Es lo que me dicen, que buscan propuestas originales, quieren directores que presenten trabajos alejados de los temas comunes, alejados de aquellos que dicen que la película es un homenaje a otra, porque dicen que lo que encuentran es una vil copia, y ellos buscan temas nuevos.

Lo que más me ha sorprendido ahora que he estado viajando y conociendo más de la industria en varias partes del mundo, es la escasez de originalidad que existe. Hay muchos proyectos buenos, pero no tantos como yo creía, me doy cuenta por el interés que tienen en trabajar conmigo y con mi equipo. Ya estoy trabajando el guión de la siguiente película, y que estoy ajustando para firmar el contrato y empezar a rodar. Vamos a ver si es cierto, hasta no concretar algo, mejor guardo las expectativas. La ganancia es esperar que se definan las cosas y conseguir un mayor presupuesto para hacer una película como se debe hacer.

¿Ese guión es La muerte de Lucy? ¿Será otra cinta con aroma muy femenino?

No lo había visto de ese modo, pero eres la quinta persona que me hace la observación. Por alguna razón, desde niño me han gustado mucho las mujeres y en pantalla son personajes muy agradables para el público. Me entusiasma mucho trabajar con personajes femeninos, eso me permite explorar parte de las cualidades femeninas y a la mujer como el sexo opuesto al mío y, por tanto, desconocido, como un misterio.

De hecho, La muerte de Lucy, es una historia de puras mujeres, 13 personajes de terror. Las mujeres también tienen un lado oscuro, se me hacen muy misteriosas, muy duales. Por una parte muestran la dulzura, la suavidad, esa ternura maternal, pero al mismo tiempo poseen el lado oscuro de la luna, esa otra parte oscura es la que quiero explorar en la próxima cinta.

¿El éxito de los nuevos directores también se debe a que hoy, más que nunca, hay buenos fotógrafos, iluminadores, técnicos, actores?

Cien por ciento de acuerdo. Creo que el mayor acierto fue que se haya logrado el estímulo fiscal de apoyo al cine, gracias a esto han podido salir muchas cintas. Acá en México siempre ha habido mucho talento, pero antes no había tanto dinero para hacer una cinta, era algo muy complicado. ¿Dónde conseguías 20 millones de pesos cuando ni siquiera había industria? Ahora, con los estímulos fiscales se produce mucha más obra, y al encadenar cinta tras cinta, todos los que nos dedicamos a esto vamos agarrando experiencia, conocimiento. Podemos dedicarnos a esto y no a dos cosas a la vez, eso va permitiendo que las personas talentosas puedan afinar la experiencia a la par que hacen su trabajo. Además de estos maravillosos estímulos, debo mencionar que ahorita la información está más al alcance, te encuentras un libro de cine en cualquier parte, hay cámaras digitales, hay celulares, y aun cuando todos queremos hacer películas con el equipo necesario, si no se tiene acceso a los recursos, como fue el caso nuestro, ya no hay justificación para no hacerlo, cuando quieres hacer un buen trabajo sólo hay una opción y es poner manos a la obra.

¿Tienes fama de ser un director de los que integran y hacen equipo, es estratégico?

Claro que sí. Como es tanto mi amor por hacer cine, realmente me apasiona. En lo personal le apuesto a un ambiente de trabajo donde tanto el equipo como yo disfrutemos. Siempre hay tensión en el set porque hay dinero de por medio y los tiempos y etcétera, pero creo que, cuando estamos contentos, todos trabajamos mejor y nuestra creatividad está al cien. A mí no me estimulan los gritos, me gusta trabajar contento, por eso impulso ese tipo de energía en el set, el amor, el respeto, y porque eso permite tener más exigencia. Me ha tocado ver directores que quieren dirigir porque quieren ser famosos y quieren que los reconozcan como tales, y entonces empiezan ha gritar, no tanto porque eso ayude en algo, sino por el simple hecho de creerse reyes. En mi caso, yo soy el mayor sirviente del proyecto.

No hago películas por el ego, mis ideas no son las mejores, siempre estoy abierto a los comentarios del equipo, los involucro a todos, y juntos nutrimos el proyecto. Creo que estoy abierto a que la mejor idea gané y quede en la película, porque de esa manera el que sale beneficiado es el filme.

Foto: Cinépolis Distribución
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Víctor Dryere, Raúl Cerezo y Emiliano Rocha en 49th Sitges Film Festival. Foto: Cinépolis Distribución
Víctor Dryere, Raúl Cerezo y Emiliano Rocha en 49th Sitges Film Festival. Foto: Cinépolis Distribución
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