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MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Aquel señor pidió que a su muerte le tocaran en el cementerio el tango "Por una cabeza", de Gardel, que era su favorito.

En su sepelio un mariachi interpretó la conocida pieza. Lo hizo muy mal, pues los tangos no son para ser tocados por mariachi. Aun así la inconsolable viuda dijo al escucharlo: "Se me acabó la vida".

Pasaron unos meses. Cierto día la señora accedió a acompañar a su mejor amiga al baile que cada jueves llevaba a cabo el municipio en la plaza principal del pueblo para las personas de la tercera edad.

La banda empezó a tocar el tango "Por una cabeza", de Gardel.

Un señor vestido con discreta elegancia fue hacia ella y la invitó a bailar. El hombre, de buen parecer, se veía educado y caballeroso. Olía a loción cara.

La viuda salió a bailar con él. En sus brazos pensó: "Estaba loca cuando pensé que la vida se me había acabado".

Los acordes del tango "Por una cabeza", de Gardel, le sonaron a música celestial.

¡Hasta mañana!...

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